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Ruinas del teatro de Esparta

aletatoEnsayo5 de Agosto de 2013

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Historia

Origen

Ruinas del teatro de Esparta.

La ciudad estado fue fundada tras la conquista de Laconia por los

dorios. Al principio estuvo minada por disensiones internas. Las

reformas en el siglo VII a. C. fueron un verdadero punto de inflexión

en la historia de la ciudad: a partir de entonces todo se encaminaría a

reforzar su poderío militar y Esparta se convertiría en la ciudad hoplita

por excelencia.

Esparta sometió a la totalidad de Laconia: comenzó por conquistar toda

la vega del Eurotas para rechazar a los de Argos y asegurarse la

hegemonía de toda la región. La segunda etapa consistió en la anexión

de Mesenia. Esparta era ya la ciudad más poderosa del área, con

Arcadia y Argos como únicos rivales. A mediados del siglo VI a. C. Esparta sometió también las ciudades de

Arcadia y derrotó a Argos dejándola totalmente debilitada. Todas ellas se verían forzadas a firmar pactos por los que

reconocían la hegemonía de Esparta. Fue en el marco de estas luchas con los argivos que Esparta adoptó el estilo

hoplita de combate, aproximadamente entre los años 680 y 660 a. C.[2]

Durante el Siglo VI a. C. los espartanos mantuvieron una activa política exterior que incluía la alianza con Creso de

Lidia frente a la amenaza persa. También combatieron los tiranos de Grecia y depusieron a muchos de ellos

fracasando frente a otros (Polícrates de Samos resistió a la invasión espartana). Sin embargo también apoyaron a

tiranos que les pudieran ser favorables y en Atenas intentaron restaurar a los pisistrátidas pero la oposición de la

influyente Corinto lo impidió.

Guerras Médicas

En el siglo VI a. C., Esparta se había interesado por el Asia Menor, entre otras cosas suscribiendo una alianza con

Creso, rey de Lidia. Al comienzo del reinado de Cleómenes I, sin embargo, se mostraría más aislacionista,

rechazando apoyar, en el 499 a. C., la revuelta de las ciudades de Jonia contra los medos (persas), para centrarse en

consolidar su propio imperio del Peloponeso. En 491 a. C., cuando Cleómenes logró desembarazarse de Demarato,

las cosas cambiarían. Los espartanos arrojaron a un pozo a los emisarios de Darío I, llegados para reclamar la tierra y

el agua, acto simbólico de aceptación de la hegemonía universal de los aqueménidas, y despacharon refuerzos a los

atenienses (refuerzos que llegaron a Maratón demasiado tarde para participar en la gran victoria griega).

Leónidas en las Termópilas, de Jacques-Louis

David, 1814, Museo del Louvre.

En el año 481 a. C., cuando Jerjes reclamó de nuevo la tierra y el agua

a todas las ciudades griegas, exceptuando a Atenas y Esparta, fue

naturalmente a ésta última a la que se le confió encabezar la Liga

Panhelénica, incluyendo la flota, pese a la superioridad marítima de

Atenas. Tras haber renunciado a defender Tesalia, los espartanos,

mandados por su rey Leónidas, defendieron valerosamente el

desfiladero de las Termópilas, retrasando en forma notable el avance

de los persas, y permitiendo a la flota replegarse hacia Salamina. En

contrapartida, la total victoria de Salamina fue obra de los atenienses,

quienes tuvieron que recurrir al chantaje para forzar la batalla en el

estrecho, siendo así que el navarca –almirante- espartano de la flota,

Kriatos, deseaba replegarse al istmo de Corinto.

En el 479 a. C., la victoria de Platea se logró bajo el mando del general Pausanias, regente debido a la minoría de

edad de su primo el rey Plistarco hijo de Leónidas I. En el 479 a. C., la victoria de Mícala se logró bajo el mando delEsparta 3

rey Leotíquidas II. El general Pausanias recibió la misión de destruir el puente de barcas construido por los persas

sobre el Bósforo, con el fin de dificultar su retirada, pero una tempestad se encargó por él del trabajo. Con el

restablecimiento de la paz, Esparta propuso abandonar a su suerte las ciudades jonias, demasiado lejanas, pero

tropezó con la oposición de Atenas, lo mismo que en su sugerencia de expulsar de la anfictionía de Delfos a las

ciudades culpables de medismo o alianza con los persas: es decir, las de Tesalia.

Guerra del Peloponeso

Apenas terminadas las guerras médicas, Esparta se inquietó por el creciente poderío de Atenas, enardecida ésta por

sus victorias contra los persas. Presionada por Egina y Corinto, Esparta prohibió a Atenas reconstruir sus murallas,

destruidas por los persas. Esto no impidió que Atenas abandonara la Liga Panhelénica para fundar la Liga de Delos.

Esparta no llegó a desencadenar una guerra y las relaciones se mantuvieron estables hasta el 462 a. C., año en el que

desdeñó y envió de vuelta un contingente ateniense dirigido por Cimón, que había acudido a socorrerla en plena

revuelta de los ilotas. Esto supuso la ruptura, sellada con la condena al ostracismo del espartófilo Cimón por sus

compatriotas de Atenas.

Las hostilidades propiamente dichas comenzaron en el 457 a. C., a requerimientos de Corinto. Tras una serie de

victorias y derrotas para ambos bandos, se alcanzó una paz inestable que duraría cinco años. En el 446 a. C., las

revueltas de Megara y Eubea reavivaron el conflicto. Esparta, a la cabeza de las ciudades coaligadas, arrasó el Ática.

El propio rey espartano Plistoanacte fue acusado de corrupción, por no haber proseguido la ofensiva, y condenado al

exilio. En el 433 a. C., por último, el asunto de Córcira dio lugar al inicio de la Guerra del Peloponeso.

Hoplita.

La guerra se prolongaba demasiado. Pericles decidió abandonar el

Ática al pillaje sistemático de los espartanos, acogiendo a la población

dentro de los Muros Largos, que unían Atenas con su puerto, El Pireo.

En el 425 a. C. se produjo la humillante derrota de Esfacteria, donde

120 Iguales (ver más abajo), pertenecientes en su mayor parte a las

grandes familias de Esparta, fueron capturados en un islote. La ciudad

tendría que rendir la flota para recuperar a sus hoplitas. El golpe fue

traumático: era la primera vez que se veía a los Iguales rendirse en vez

de combatir hasta la muerte. En el 421 se firmó con el estratego

ateniense Nicias una paz largo tiempo anhelada.

Pese a todo, las tensiones permanecieron. Esparta y Atenas chocaron

nuevamente en el 418 a. C. por una disputa territorial en Mantinea.

Atenas decidió que Esparta había roto los tratados, y la guerra

recomenzó en el 415 a. C. Los atenienses organizaron una expedición

contra Sicilia que terminó en desastre. La revuelta de las ciudades

jonias de la Liga de Delos permitió a Esparta imponerse en el campo

de batalla. En el 404 a. C., una Atenas sitiada terminó por capitular.

Esparta obligó a Atenas a acortar los Largos Muros en diez estadios (algo menos de dos kilómetros) por cada

extremo, y a unirse a la Liga del Peloponeso. Los espartanos, sin embargo, titubeaban respecto al sistema de

gobierno que impondrían a la ciudad. Todo el mundo estaba de acuerdo en la necesidad de poner fin a la democracia,

pero se dudaba entre una oligarquía radical bajo tutela espartana y otra más moderada, sin guarnición espartana para

sostenerla. El general Lisandro, gran artífice de la victoria sobre Atenas, impuso el gobierno de los Treinta Tiranos,

pero el otro rey, Pausanias, permitió enseguida el derrocamiento y huida de los Treinta y de sus partidarios, y apoyó

en cambio a los oligarcas moderados que se habían quedado en Atenas. Con todo, a su regreso a Esparta Pausanias

sería juzgado, y ocho años después de su absolución, se vería condenado cuando Atenas volviera a tomar las armas

contra Esparta.Esparta 4

El imperialismo espartano del siglo IV a. C.

Esparta se había lanzado a la Guerra del Peloponeso bajo la bandera de la libertad y de la autonomía de las ciudades,

amenazadas por el imperialismo ateniense. Pero, tras haber vencido, haría otro tanto: impuso tributos, gobernantes

títeres e incluso guarniciones. A partir del 413 a. C., Tucídides la describía como la potencia que “ejerce sola desde

ahora la hegemonía sobre toda Grecia” (VIII, 2, 4).

Esparta cambió en consecuencia de política ante Persia, haciéndose la portavoz del panhelenismo. En primer lugar,

se produjo la expedición de los Diez Mil narrada por Jenofonte en la Anábasis, derrotada en el 401 a. C. En el

396 a. C., el diarca Agesilao II fue enviado a derrocar a Tisafernes, sátrapa de Caria, y proteger a las ciudades

griegas. Los sueños imperiales de Agesilao terminaron rápidamente, porque se le convocó de vuelta

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