Sustitucion De Importaciones
mariacris7510 de Diciembre de 2014
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Sustitución de importaciones
Introducción
Después de la segunda guerra mundial, se le presenta a México una oportunidad histórica para organizar un proyecto económico que le permitiera un crecimiento y desarrollo a largo plazo y en lo inmediato. Después del conflicto internacional, las grandes potencias, asoladas por el desgaste económico y de infraestructura social de la guerra, abrirán la puerta a una relación comercial favorable para las economías de América Latina.
Estos países que podían organizar una economía estable basada en la industrialización, no supieron aprovechar el escenario y a la larga la apertura comercial al mercado internacional lejos de redituarles un crecimiento económico, creó relaciones favorables solo para las potencias.
En el caso de México el proceso de industrialización se había frenado desde el Porfiriato debido a la Revolución Mexicana, que no heredó al país un gobierno estable y paz sino hasta 1920 con la llegada de Obregón al poder. Solo entonces México podía aspirar a un proyecto de industrialización basado en la agricultura. A pesar de las dificultades, y de la falta de inteligencia logística en los gobernantes para llevar a cabo esta transición del México rural al México urbano, el cardenismo había abierto la brecha para que al fin un último gobernante de la revolución diera paso a la transición de los gobiernos revolucionario a un México moderno.
La estabilidad política todavía era endeble; cuando Lázaro Cárdenas anunciaba que su sucesor sería Manuel Ávila Camacho, los últimos brotes insurreccionarios auguraban un nuevo levantamiento armado en manos del candidato opositor Juan Andrew Almazán. Finalmente, luego de retractarse de su conjura organizada desde Texas[1], Almazán regresa al país desertando de su proyecto político debido a los pocos seguidores con los que contaba. Esto propició darle continuidad política al camino que empezaba a recorrer el país.
Cárdenas estructuró un sistema político fuerte que hubiera podido llevar a México a recorrer grandes proyectos económicos, sin embargo la incertidumbre en el tema del petróleo (con EEUU e Inglaterra a raíz de la expropiación y el arreglo de las compensaciones), y la instauración real del PRM podía provocar problemas al recién iniciado sistema político mexicano. En ese sentido el segundo plan sexenal, y su promesa de elevar el nivel de vida de los mexicanos, incluida la clase obrera[2] , no sería cumplida por el gobierno ávilacamachista.
La Guerra y el Ávila-Camachismo.
1940-1946
Manuel Ávila Camacho nunca se distinguió por ser un militar reconocido; el rol que jugó en las últimas etapas de la revolución más bien fue el de oficial administrativo. Ávila Camacho participó en enfrentamientos en contra de la Convención de Aguascalientes en 1914. En 1919 conoció en la Huasteca al joven general Lázaro Cárdenas.[3]
Desde entonces fue su hombre de confianza y jefe de su estado mayor. Como su brazo derecho, adonde iba Cárdenas ahí estaba él; por la Huasteca, persiguiendo a Carranza, en Michoacán, salvando la vida del gobernador Francisco J. Múgica; por el Istmo, Jalisco y el Bajío.
En la guerra Cristera, a lo largo de la década de los veinte, Ávila Camacho jamás combatió a los ejércitos cristeros. Su estrategia era la conciliación. Persuadía a las fuerzas en pugna para que en los lugares bajo su jurisdicción hubiera paz y se impartiera misa a civiles y cristeros mientras el conflicto terminara.
Para 1939, con miras a la sucesión presidencial, Lázaro Cárdenas declara que su sucesor será precisamente Manuel Ávila Camacho, quien renuncia a la secretaría de la Defensa Nacional para su candidatura. Su decisión crea mucho desconcierto ya que su amigo; el político e ideólogo, Fco. J Múgica parecía la opción lógica para sucederle. Múgica, que había redactado el decreto de expropiación petrolera el 18 de marzo de 1938 para que Cárdenas hiciera el correspondiente discurso, era un político radical con ideas de izquierda, que si llegaba a la presidencia podía provocar reformas que llevarían a México por un accidentado camino políticamente hablando. En una época en que el mundo vivía la Segunda Guerra Mundial, y Estados Unidos presionaba a México para que dejara de ser neutral y colaborara con ellos; Lázaro Cárdenas pensó que lo más indicado para la sucesión era un hombre que pudiera conciliar a todos los actores en el país y se pudiera transitar en paz hacia la estabilidad política, económica, y; finalmente, hacer realidad uno de los tantos objetivos que parecían ya efímeros de la lejana Revolución: dejar la presidencia del país en manos de un civil. Al parecer esto último se había convertido en algo complicado.
Un primer indicio de la manufactura gubernamental de Ávila Camacho sería la presentación de su gabinete. Había cardenistas, callistas, y un nuevo grupo: los ávila-camachistas, entre los que destacaban el secretario de gobierno Miguel Alemán Valdés. El político veracruzano había coordinado la campaña política de Ávila Camacho en el PRM; y recién iniciado su mandato, fue enviado a EEUU para lograr el reconocimiento del nuevo gobierno en ese país[4].
La culminación de la política conciliadora ávilacamachista se daría el 15 de septiembre de 1942, día en que el presidente convocaría al Día de la Unidad Nacional, invitando a todos los ex-presidentes emanados de la revolución. Se reunieron con él en el zócalo de la ciudad de México: Adolfo de la Huerta, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas y el ex-presidente exiliado Plutarco Elías Calles. Al parecer los viejos conflictos habían sido olvidados.
Hacia 1940 el presidente se declara católico creyente, esto iniciaría la conciliación del Estado con la iglesia, directamente con el arzobispo Luis Martínez. Después del conflicto cristero en el sexenio callista, las relaciones entre el estado y la iglesia eran endebles. Con este acercamiento del ejecutivo al clero el presidente se quitaba un problema menos de encima.
En cuanto a la política internacional México se había declarado neutral en la Segunda Guerra Mundial desde el sexenio cardenista; sin embargo había presión por parte de EEUU para que México se anexara a la facción aliada. Después del ataque japonés a Pearl Harbor, México rompió relaciones políticas y diplomáticas con los países del Eje y favoreció la unidad continental bajo la bandera del panamericanismo. El presidente tomó como primera medida de previsión la creación de la Región Militar del Pacífico, que reunía bajo un mando único; el de Lázaro Cárdenas, las zonas militares que iban desde Baja California hasta Chiapas.
El 13 de mayo el ataque y hundimiento a dos buques petroleros, Potrero del Llano y Faja de Oro (este último confiscado a Italia[5]) provocaron la incursión de México a la segunda Guerra Mundial. La muerte de todos los tripulantes causó gran indignación en la sociedad mexicana, que reclamaba el ingreso inmediato de México a la Guerra. El 22 de mayo de 1942, en una reunión de emergencia el presidente discutió con su gabinete la opción de declarar el estado de guerra a las potencias del Eje. El 23 de mayo México se involucra en la Segunda Guerra Mundial al lado de los países aliados. Era una decisión política, más que militar. Continuar con los planes sexenales y el proyecto económico legado por la Revolución y el Cardenismo en una estrecha relación con los Estados Unidos beneficiaría a México en el futuro.
A mediados de 1944 México envió a 233 hombres a la Guerra del Pacífico que sostenía Estados Unidos[6]. Eran los miembros del Escuadrón 201. Tras un entrenamiento en EEUU de capacitación en conocimientos de radar, mecánica y vuelo, partieron hacia Filipinas el 24 de julio de 1944. El escuadrón vio acción en Filipinas, Luzón y Formosa, ganándose el aprecio del general Mac Arthur y sufriendo tan solo 5 bajas[7]. La victoria de un contingente mexicano dentro de la alianza aliada centró la atención de los mexicanos en este conflicto. Al finalizar la guerra fueron recibidos en medio de un festejo solemne en la capital, condecoración del presidente incluida.
Al término de la guerra EEUU inició una política de cooperación con México, el llamado panamericanismo, cuyos primeros aspectos de importancia fueron la reanudación de la compra por parte de los norteamericanos de plata suspendida desde la expropiación petrolera y cancelar casi en su totalidad los intereses de la vieja deuda externa. Franklin Roosevelt se reunió con el presidente en Monterrey en 1943 en el marco de estas negociaciones.
La guerra introdujo a México en el contexto internacional; se acercó a América Latina y logró la relación bilateral con EEUU. Era el comienzo de una nueva era para México.
Ávila Camacho durante su sexenio ordenó la salida de todos los militares del PRM; en congruencia con su objetivo de lograr el tránsito de los gobiernos revolucionarios a un gobierno civil. En compensación a esto, el presidente construyó en terrenos donados por él, de su hacienda “La herradura”, el edificio sede del ejército y el Hospital Militar a demás de apoyar ampliamente a las escuelas militares de medicina e ingeniería, y otorgar grandes concesiones a militares. Ávila Camacho concretó lo iniciado por Calles y Cárdenas. Cambiar la política de las armas, por las armas de la política[8].
En la cuestión sindical, de mano de Vicente Lombardo Toledano y de Fidel Velázquez logró paz e importantes acuerdos con los obreros de la CTM.
En el sexenio de Ávila Camacho el partido de oposición, el partido Acción Nacional, logró por primera vez ocupar cuatro
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