Tapetes Prehispánicos
andreadiaz2110 de Diciembre de 2013
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Apertura de los cielos en México y tapetes prehispánicos
A México siempre se la ha considerado como uno de los países con mayor diversidad y riqueza cultural, ya sea festividades o gastronomía: la cultura mexicana.
Haciendo una paráfrasis según la Comisión Nacional Para El Desarrollo De Los Pueblos Indígenas, un evento muy característico en México es la celebración del Día de Muertos, acompañado de una cantidad impresionante de rituales -cada uno con su significado- para los difuntos que llegan a otra vida, que pasan al más allá, pues fue una parte muy importante dentro de su sistema de creencias. Esto se remonta, por lo menos desde el año 1800 antes de nuestra era. Es una de las pocas tradiciones que aún conservamos, incluso después de la llegada de los españoles a Mesoamérica.
Los antiguos mexicanos tenían la creencia de que la vida del hombre estaba formada por tres fluidos vitales: el Tonalli, en la cabeza; el Ihiyotl, en el hígado; y el Teyolía, en el centro del corazón. Cuando había una muerte, los tres elementos se separaban, entonces el Teyolía o alma tenía la posibilidad de ir a dos regiones en el más allá dependiendo del modo en que había muerto y el grupo social al que perteneció.
Los mexicas creían que había tres lugares (principalmente) a donde se dirigían los difuntos según su tipo de muerte y no por la conducta en vida como muchos creen actualmente:
En el Mictlán o Xiomoayan iban las almas desdichadas no elegidas por los dioses: nueve pisos recorridos por los difuntos para llegar a su eterno reposo, a la “obsidiana de los muertos”. El Tlalocan o "paraíso de Tláloc" era para reposo y abundancia de los difuntos que morían en circunstancias relacionadas con el agua. El tercer lugar era el Cihuatlampa y Mocihuaquetzque, o “cielo” a donde iban los difuntos cerca del Sol, llegando al noveno inframundo y con eso al eterno descanso después de 4 años de su fallecimiento.
La gran producción de materiales para los rituales que se conservan, refleja el interés y preocupación por la muerte, donde se incluyen los alteres de muertos y los tapetes prehispánicos como una ofrenda hacia los difuntos, para ayudarlos a llegar al más allá en la búsqueda del descanso eterno. El origen fue en Oaxaca, hace más de 1600 años en las civilizaciones mesoamericanas: (Reyes, Matías) “Actualmente se les conoce como tapetes, pero antes se les llamaba simplemente "la cruz", pues cuando alguien muere se le coloca sobre una cruz de cal en el piso para ganar indulgencia y luego colocársele dentro del ataúd.”
Los tapetes prehispánicos representan el misticismo que toma la muerte en Oaxaca, con proporciones de hasta 10 por 10 metros. Se elaboran a partir de una cama de arena como lienzo para dibujar la cruz rodeada de símbolos aludidos a la religión católica, aserrín, flores, candelabros y velas que representan la fe del pueblo. Se conforman también por distintas figuras: mariposas flores, frutas, palomas y dioses. Acompañado de coloridos pigmentos naturales en polvo, estos tapetes son parte del tributo a los difuntos.
Con esta transculturación y mestizaje entre distintas culturas, ya sea por creencias religiosas y fe, hasta por una simple ironía, se muestra ese ímpetu por continuar con nuestras tradiciones que se han ido manteniendo generación tras generación.
Bibliografía
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