Teatro Argentino De La Plata

Teatro Argentino: resurgir, caer y volver a nacer

Centrado en la columna vertebral de la ciudad de La Plata, desde 1895 el Teatro Argentino forma parte de la vida de los platenses. En su máximo esplendor o en el exilio provocado por las cenizas que lo consumieran en la década del 70, el coliseo no detuvo la marcha a través del esfuerzo de sus integrantes. Dos fachadas, dos estilos, un renacer y la resistencia como estandarte en el ineludible camino de la búsqueda de su propia identidad.

Desde sus comienzos

Cuenta la historia que un grupo de vecinos, a fines del siglo XIX, formó una junta espontánea -que tiempo después se transformó en la Sociedad Anónima del Teatro Argentino- para dotar a la ciudad de un coliseo importante, que estuviera a la altura de las grandes cosmopolitas. Dardo Rocha y Pedro Benoit habían diseñado milimétricamente cada rincón de la ciudad y sus respectivos edificios públicos, pero no planificaron la construcción de ninguna sala lírica. Fue entonces, que esta sociedad consiguió la manzana de avenida 51, su arquitecto fue el italiano Leopoldo Rocchi y su obra plasmó sobremanera ese sueño colectivo.

Con una fachada renacentista, cinco niveles y capacidad para 1.500 espectadores, el Teatro abrió el telón por primera vez el día del 8vo aniversario de la ciudad, el 19 de noviembre de 1890. La ópera Otello de Giuseppe Verdi fue la elegida para esa función inicial, con la interpretación de la soprano Elvira Colonnese y el tenor uruguayo José Oxilia. Desde ese momento y durante los siguientes veinte años, su crecimiento fue ascendente, albergando en sus programas a artistas de renombre internacional. Pero la mala administración de la Sociedad Anónima trajo problemas financieros, lo que devino en el remate público de la sala en 1930. Siete largos años en los que los juicios y problemas legales impidieron abrir las puertas, hasta que en 1937 el estado tomó posesión de los bienes y el Teatro comenzó su época dorada.

Varios artistas y personalidades fueron recibidos por el coliseo (cabe destacar a los compositores Pietro Mascagni – que dirigió su ópera Iris- y a Richard Strauss al mando de la Filarmónica de Viena, o al violinista Yehudi Menuhin, solo por mencionar algunos ejemplos), pero la creación de sus propios cuerpos estables hizo que se afianzara ese proyecto ambicioso. Primero Orquesta y Coro en 1938, y ocho años mas tarde el Ballet, que comenzaron a poner en marcha sus propias producciones.

El incendio y nomadismo prolongado

“Eran aproximadamente las dos de la tarde y estábamos ensayando en el escenario. De repente oí un pequeño chispazo desde una de las bambalinas y noté que, en un segundo, era todo fuego. Vi que el telón estaba abierto y comencé a caminar con el fuego arriba de mi cabeza. Miré al teatro y me despedí, en ese mismo momento”. El relato pertenece a quien en esa fecha -18 de octubre de 1977- era su primera bailarina, la fallecida Leonor Baldassari*. Todos los relatos coinciden en que el siniestro comenzó en un costado del escenario y rápidamente se propagó por la toda la sala. Así, el incendio arrasó con todo a su paso: las características butacas de terciopelo rojo, la araña, los palcos, dejando en pie solo el foyer y las paredes perimetrales.

Fue voluntad del gobierno de facto demoler el edificio, pese al gran descontento de la sociedad platense, argentina e internacional. “El Teatro estaba quemado en la sala, era posible reconstruirlo. Pero había mucho apuro para no hacerlo. Yo estuve en el escenario y nunca fui citada a declarar testimonialmente. Esperé que me llamaran, pero nunca pasó”, palabras de Baldassari, que se suman a las de todos quienes estuvieron en el Argentino ese día.

Después de la demolición se llamó a concurso público para la construcción desde cero, y en 1979 resultaron ganadores -entre 71 proyectos- los arquitectos Enrique Bares, Tomás García,

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