Tema 1 1. Jean Baudrillard propone que en la sociedad hay cuatro tipos de valores
MiaFREExamen3 de Julio de 2017
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Tema 1
1. Jean Baudrillard propone que en la sociedad hay cuatro tipos de valores, estos son:
+ Valor de uso: El valor de uso de un objeto es su utilidad y su función, en términos marxistas, respecto a la satisfacción de ciertas necesidades; este valor se refiere a una naturaleza anterior y ajena al mercado. Todo objeto puede variar su valor de uso de acuerdo al interés de cada persona, como por ejemplo una computadora no va a tener el mismo valor de uso para un niño (quien prefiere usar una computadora para entretenerse y jugar), que para un diseñador gráfico o para una persona mayor.
+ Valor de cambio: Es cuando el objeto comienza a ser partícipe del mercado (mercancía), que además de poseer valor de uso posee valor de cambio porque su ideal es ser intercambiado por valores de uso diferentes. Aunque el valor de cambio puede variar de acuerdo al público al que es asignado dicho objeto para su uso. Por ejemplo, una computadora para un gamer tiene un valor de cambio mayor que una común, porque necesita que su computadora sea mejor en cuanto a velocidad y tamaño, que la que necesitaría un estudiante de secundaria para hacer sus tareas.
+ Valor signo: Un objeto además de tener su valor de uso tiene un valor de significación de un orden distinto al del valor de uso, pero tan funcional como este. Un ejemplo de valor de signo sería: en una empresa si un hombre llega al estacionamiento con un auto nuevo, se lo considera como que tiene un cargo importante, tal vez sea el dueño, en cambio si éste se llega con un auto viejo y usado, se lo considera como que tiene un cargo pequeño en esta empresa.
+ Valor símbolo: El valor de símbolo está relacionado con los sentimientos de la persona que es dueña de un determinado objeto, un ejemplo seria que si una persona tiene un objeto que fue regalado por un pariente como su padre o madre, este no va a tener el mismo valor simbólico para la persona que si se lo hubiera encontrado en la calle o comprado por sí misma, por lo que si la persona lo llegara a perder no podría intercambiarlo por ningún otro objeto aunque éste fuera exactamente igual.
La clasificación de estos cuatro tipos de valor permite diferenciar lo socioeconómico de lo cultural. El valor de uso y el de cambio tienen que ver especialmente con la materialidad del objeto, es decir, con la base material de la vida social; y el de signo y el de símbolo se refieren a la cultura, o sea a los procesos de significación.
2. a. En el siglo XX, hay dos fuerzas que revolucionaron las artes, estas son la revolución tecnológica y la sociedad de masas.
Las artes, se han caracterizado por depender de una revolución tecnológica única desde el punto de vista histórico, revolución que además las ha transformado (por medio de las tecnologías de la comunicación y la reproducción).
La segunda fuerza (la sociedad de consumo de las masas), ha revolucionado a la cultura; pero sería imposible que lo hubiera hecho sin la revolución mencionada previamente, es decir, sin el cine, la radio, la televisión o el reproductor de música portátil.
Pero es precisamente esto lo que permite realizar pocos pronósticos generales sobre el futuro de las artes, porque la tecnología va cambiando y evolucionando todo el tiempo por lo que las artes se tienen que amoldar a esta para no desaparecer.
b. Los participantes en lo que el autor llama “el juego de la cultura y la política” son: el poder político, el mercado y el imperativo moral. La política y el mercado definen cómo se financiarán los servicios y productos culturales, ante todo, por la vía del mercado o por las subvenciones.
La política interpreta un papel evidente a la hora de conceder o rechazar las subvenciones, pero está el imperativo moral, que decide qué se puede, se debería o no producir; tanto en el sentido negativo de un mecanismo define y pone freno a lo no permisible, como en el factor positivo que impone lo deseable.
El mercado, en principio decide qué renta dinero o no lo renta, pero no lo que uno debería o no vender.
3. Según Canclini, las políticas culturales son el conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener consenso para un tipo de orden o de transformación social. Él señala que la discusión sobre políticas culturales ha estado dominada por un énfasis en los informes burocráticos de los Estados o de las instancias de gestión y promoción cultural, por un análisis excesivo en los discursos y las cronologías de las actividades de los organismos culturales, por una concepción que iguala las políticas gubernamentales a la política cultural y por una asociación entre cultura, estado y nación. Estas concepciones, a su vez, están orientadas por la creencia que guió los modelos productivistas y desarrollistas, donde la cultura fue considerada como un impedimento para alcanzar los índices de crecimiento económico y desarrollo.
Además la política cultural no es lo que hacen las instancias culturales, en términos de regulación, gestión y control, sino que son intervenciones realizadas por éstas, pero también por las instituciones civiles, los grupos sociales y los agentes culturales a fin de orientar sus agendas políticas, satisfacer sus necesidades culturales y obtener algún tipo de consenso en torno a un tipo de orden o transformación social.
Pero las políticas culturales tuvieron un inconveniente para mantenerse en la crisis socioeconómica de 1987, y fueron agravadas por el modelo neoconservador que supone sobrellevarla, disminuyendo así las posibilidades de crecimiento cultural. Se redujeron los fondos públicos para la educación y para investigar y difundir los bienes culturales, los salarios se empobrecieron y estrecharon la capacidad de acceder al conocimiento y el arte.
La UNESCO creó conferencias intergubernamentales que forman un cierto sentido común internacional acerca de que el crecimiento de los países no puede evaluarse sólo por índices económicos y que el desarrollo cultural necesita de una política pública, y no puede ser dejado como una tarea marginal de élites refinadas o librado a la iniciativa empresarial de grandes consorcios comunicacionales. Para así, defender el patrimonio cultural, el acceso de sectores populares a la cultura y la protección de los derechos de artistas y trabajadores culturales. Pero, estas cuestiones son tratadas por políticos y no por el pueblo a quien tratan de defender, como por ejemplo, se aconsejan medidas de protección para las culturas indígenas y populares, pero sus protagonistas no participan.
Si política cultural es entonces el conjunto de intervenciones “culturales” que llevan a cabo los grupos sociales, en el marco de circuitos atravesados por conflictos sociales y políticos, García Canclini muestra que en el universo social conviven en conflicto permanente paradigmas de acción cultural que expresan nociones de cultura y de su articulación con la política y la vida social.
Hoy por hoy, el territorio cultural se dibuja a partir de tendencias que van desde el mecenazgo, pasando por el patrimonialismo, la privatización neoconservadora, la democratización cultural, hasta la democracia participativa. Para unos la acción cultural se funda en el apoyo privado a la estética elitista de las bellas artes con el ánimo de contribuir al “desarrollo espiritual” de la sociedad.
Para los neoconservadores, la iniciativa cultural debe reposar en manos del capital privado, mientras que el Estado debe ocuparse de preservar el patrimonio. Para los democratizadores culturales, la política cultural debe ocuparse exclusivamente de la distribución y popularización de la alta cultura, convencidos de que la democracia cultural reposa en el acceso a objetos producidos sólo por unos y no tanto en la garantía de condiciones para que todos puedan producirlos.
Hobsbawm habla de un debate existente de la tensión que existe entre el Estado y el Mercado, se caracteriza por las funciones del Estado contra las del mercado. Las relaciones entre estado y mercado cambiaron constantemente a lo largo de la historia. Es claro que muchos de estos cambios son positivos, tales como las innovaciones y el desarrollo científico técnico, las telecomunicaciones y la globalización. Con respecto al reemplazo de la mano de obra manual por la industrial, sin embargo generó mucho desempleo. Estos ejemplos, trajeron aparejado consecuencias negativas, tales como la interdependencia de los estados, la deuda externa, desempleo y las desigualdades sociales. La globalización afecta directamente a las personas, sociedades, empresas, países y continentes. Es un fenómeno que pretende ser abarcativo, pero que a la vez divide y acentúa diferencias. Es el proceso social, político, económico, tecnológico y cultural por el cual se está atravesando hoy día, a escala mundial.
En las Artes, esta tensión sigue en pie, porque en la era de la globalización las artes se deben ajustar a ella para no desaparecer. Pero con la revolución tecnológica muchas de ellas se comienzan a industrializar y a generarse masivamente y en ese momento comienza a participar el Mercado. Pero también el Estado –en algunos casos- busca la promoción de la cultura a todas las clases de la cultura, si es que no delega a entidades privadas, por lo que se genera una disputa, sobre hasta qué punto debe llegar cada entidad. Porque el Estado busca el bien común de la población, mientras que el Mercado busca su propio bien común y no el de la comunidad;
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