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Venezuela Republicana

453722 de Septiembre de 2012

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LA ESTRUCTURA SOCIAL VENEZOLANA EN LAS ULTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XX

.'. ."En promedio, en 1873,1881 y 1891, menos de 1% de la población útil y de tra­bajo concentraba en sus manos la riqueza territorial agraria. La tendencia que se im­ponía era que, mientras aumentaba relati­vamente la población, descendía cualitati­vamente el número de propietarios con fuerza económica, y la población que po­dría considerarse como económicamente activa se distribuía fundamentalmente en sectores de la producción agropecuaria, en profesiones y oficios conectados dependien­tes de estas labores. Los asalariados y peo­nes que alquilaban su fuerza-trabajo en los talleres manufactureros, en los centros mineros y en la construcción de vías fé­rreas, no integraban todavía una clase so­cial diferenciada, estructuralmente configurada pero puede considerárseles como un antecedente histórico de la formación del proletariado venezolano. Las relaciones de producción expresadas en el salario coe­xistían —en un mismo centro de activida­des laborales— con modalidades de traba­jo precapitalista: a) Instrumentos de traba­jo propiedad de los asalariados; b) Subsis­tencia de categorías entre los trabajadores, condicionadas por el escaso desarrollo tec­nológico: maestros, oficiales, aprendices, y c) Combinación del salario en metálico con el sistema de salario en especie y en ficha.

La categoría social más importante en las ciudades continuó siendo, como en el período anterior, la burguesía comercial usuaria ligada al monopolio comercial y al intercambio en dinero y en valores. Era una clase social rapaz y agiotista, incluyen­do sectores de las clases dominantes. Su poder económico era tan importante que, a fines del siglo pasado, la Administración Pública dependía de los préstamos que su­ministraba la burguesía comercial. La con­dición de los indígenas, como grupo social­mente explotado y culturalmente discrimi­nado, no sufrió alteración significativa, con excepción de la desaparición de las comu­nidades más cercanas a los centros pobla­dos por racionales. La eliminación de la esclavitud debido a las condiciones en que ocurrió y como consecuencia de un lento proceso de desintegración en el cuadro de una estructura económico social latifundista, no favoreció la integración de grupos proletariados, sino de categorías sometidas a condiciones de servidumbre.

CLASES SOCIALES VENEZOLANAS (1830-1935)

I. TERRATENIENTES (CIVILES Y MILITARES

Clase social dominante del siglo XIX.

Monopolizadora de los medios de pro­ducción: tierra, mano de obra, esclava y campesinado enfeudado.

Eran generalmente jefes políticos y militares tanto locales como nacionales.

Eran los caudillos que contaban con la fuerza humana del peonaje para levan­tar ejércitos y desarrollar la guerra y tam­bién para incrementar sus posesiones te­rritoriales (latifundios).

II. BURGUESÍA COMERCIAL Y USURARIA:

Es la clase que monopoliza el comercio 'de importación y exportación.

Estaba relacionada y controlada por las Casas Comerciales extranjeras.

Actuaba como grupo de presión a tra­vés del control financiero (créditos, préstamos a interés), que les permitía el con­trol económico de los productos y de la producción.

Esta clase compartía el poder político, económico y social con los terratenientes.

De este grupo salía la mayoría de los ministros y funcionarios civiles y militares.

III. CLASES DOMINADAS QUE HABITABAN EN LA CIUDAD:

1. Artesanos: Trabajadores de los cen­tros urbanos, pequeños producto­res, por lo general dueños de su propio trabajo (talleres), en el cual no hay gran inversión de capital. Ejemplo: zapateros, talabarteros, albañiles, etc.

2. Pequeños Comerciantes: Clase so­cial reducida que tiene en sus ma­nos el pequeño comercio y sufre las presiones de la Burguesía Comer­cial. Ejem. los pulperos.

3. Empleados públicos: Clase minori­taria, con cierta preparación, que ocupa cargos públicos y junto con los pocos profesionales formarán la clase media

4. Desempleados, mendigos: Grupos sociales que debido a la poca prepa­ración y a la escasez de ofertas de trabajo, no están ocupadas.

5. Esclavos: Grupo social heredado de la colonia a los cuales se les seguirá considerando como una cosa, de la cual se podrá disponer libremente. Se ocupaban de los quehaceres do­mésticos y de las faenas agrícolas, actividades en las que el único in­centivo era el mal trato y los casti­gos. Permanencen como esclavos hasta el año de 1854 cuando se lleva a cabo la abolición de la esclavitud.

IV. CLASES DOMINADAS QUE HABITABAN EN EL CAMPO

1. Campesinado Enfeudado: Clase so­cial que va apareciendo durante la guerra de independencia al darle li­bertad a los esclavos y también con las diferentes leyes de manumisión, pero se hace verdaderamente fuer­te a raíz de la abolición de la escla­vitud.

2. Medianero: Es el campesino que ha­ce un contrato con el propietario de la tierra, mediante el cual éste en­trega al campesino un lote de ella, con la condición de que al llegar al estado de producción, se dividan la cosecha en partes Iguales. Por lo general el campesino siempre ven­día al terrateniente la mitad que le correspondía.

3. Aparcero: Es el campesino que re­cibe tierras con la condición que al producirse la cosecha, entregan al terrateniente la 1/2, l/3, o 1/4 de ésta. Por lo general el aparcero cultiva le­gumbres, hortalizas y tubérculos para el mercado interno.

4. Pisatario: Es el campesino que tie­ne que pagar al terrateniente un de­recho de piso o de tierra, por la parcela que-le ha dado para que trabaje.

5. Arrendatario: Es el campesino que trabaja una tierra que no es de su propiedad, es del terrateniente, y por lo cual tiene que pagar una ren­ta, que puede ser en dinero o es­pecies.

6. Peón Agrícola: Es el campesino que vende su fuerza de trabajo por un salario.

PENETRACIÓN DEL CAPITAL EXTRANJERO

"Venezuela políticamente independien­te heredaba el orden de relaciones de la es­tructura económica y social de la Colonia. Entre tales, destacábase la vigencia del sis­tema de tenencia de la tierra en sus for­mas y relaciones latifundarias que repre­sentaban intereses conjuntos de viejos y nuevos propietarios. Los latifundios des­poblados construían riquezas yacente. Otro rasgo o fragmento desprendido de la es­tructura colonial fue la permanencia de la esclavitud — cuya extinción formal fue de­cretada a mediados del siglo XIX— como relación de explotación que, erigía sobre el trato bestial era negada económicamen­te en los frutos de su rendimiento. El de-cho üe propiedad sobre la mano de obra esclava no fue infringido sino constitucio­nalmente reconocido y también indemni­zado cuando, más por razones políticas que sociales.

A estas sobrevivencias coloniales se añadían nuevos elementos que impedían el desarrollo y desembargaban la sobera­nía económica del país. El comercio y otras actividades terciarias comenzaban a desenvolverse bajo el impulso del capital extranjero. El capital llegaba procelosa­mente del viejo continente, pero no para dar forma nacional a los recursos propios de esta tierra, sino para extraer réditos y beneficios que luego transferían a Europa en cantidades cada vez mayores. Así se es­tablecieron en Venezuela casas y agencias comerciales (Boulton, Biohm, etc.) vincu­lados a intereses europeos y dedicadas a actividades financieras, crediticias y de co­rretaje. A través de las citadas casas ocu­rría un proceso de traslación de plusvalía territoriales hacia Inglaterra, Alemania y Francia. A esta situación se agregaba la vigencia de la Ley del 10 de abril de 1834. Aquella Ley favorecía, con la no fijación del tipo de interés de capital, el auge de actividades especulativas que realizaban predominantemente comerciantes y pres­tamistas extranjeros.

Iniciada ya la segunda mitad del siglo XIX la economía venezolana se encontra­ba en situación de franco estancamiento. Las guerras civiles, con sus borrascas y desvastaciones, acumulaban pobreza mien­tras las masas desposeídas ni siquiera te­nían la seguridad de su pobreza. País importador de bienes manufacturados y ex­portador de productos primarios de orden agrícola, padecía con frecuencia los efec­tos de una balanza comercial desfavorable. En medio de aquella situación, estalla en 1859, la Guerra Federal o Guerra Larga:

cinco años de lucha armada. Contienda prolongada que, entre triunfos y derrotas compartidos, agregaba mayores calami­dades a la vida económica y social del país. El movimiento federalista, alzado en ar­mas contra el gobierno de Julián Castro y los intereses de la oligarquía por él repre­sentados fue una explosión popular que le imprimía un contenido social a la guerra con la incorporación de masas campesinas que luchaban por el reparto de tierras y la eliminación de la clase de grandes ya pro­pietarios rurales.

Era aquel en esencia, un movimiento agrario —con conciencia no cabalmente organizada— que perseguía cambios revo­lucionarios en las relaciones y formas de tenencia de la tierra. Las masas campesi­nas casi ignoraban todo, pero bien sabían que su miseria derivaba de sus explotado­res. Su caudillo, Ezequiel Zamora, proclamaba la igualdad social,

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