¿que Sujeto Protagoniza La Revolucion Bolivariana?
Luis_aliriov14 de Octubre de 2011
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¿Como hablar de nosotros como sujeto histórico de este proceso?
Hace tiempo que escribo a retazos sobre momentos coyunturales de la confrontación cultural presente en el proceso venezolano, que ha venido a ser cada vez más pública y elocuente, en la medida en que las expresiones del mundo popular venezolano se han hecho cada vez más visibles y han tenido cada vez más espacio para expresarse más auténticamente, en la medida en que este proceso revolucionario ha ido permitiendo actuar al pueblo, con mucho menos temor a la represión, a ser rechazado, desconocido y humillado, como lo ha sido a lo largo de muchos siglos en la historia de nuestro país.
Hoy quisiera, a instancias del revuelo causado por posiciones críticas de la intelectualidad afín al proceso revolucionario venezolano, llamar la atención sobre algunos elementos que son muy poco valorados a la hora de hablar del proceso, donde se pasa por alto o se da por sobreentendida la existencia de “un sujeto social” del proceso, que no es tomado con seriedad, en la medida en que o se supone dentro de los mismos parámetros civilizatorios (moderno, occidental, racional, judeocristiano) desde donde es analizado ese sujeto y su proceso, o se dice que es una cultura distinta; pero sin una búsqueda de comprensión de los mecanismos de ser sociedad propios de esa cultura, con su sucedáneo comportamiento en y ante lo que desde la visión occidental se llama Estado. O se manifiesta la continua presencia en grandes sectores de nuestras élites la visión de las masas populares como “no civilizadas”, en necesidad de ser sacadas de la barbarie, o una visión de ser una sociedad premoderna en tránsito a la modernidad. Resonancias todavía de la visión positivista de los académicos y científicos de los siglos XVI en adelante sobre el debate “civilización o barbarie”.
Es decir, este período político para ese mundo popular, caracterizado por el mayor clima de libertad vivido en toda la historia de Venezuela, ha ido ablandando los mecanismos de resistencia del mundo popular venezolano (llamemos popular a todo aquel sector de la población formado en la matriz del mestizaje de varios siglos y que hace parte de la población asalariada, excluida, que ha venido a configurar, más o menos, un 80% de la población venezolana).
Mecanismos de resistencia caracterizados por la simulación, la huida al conflicto, cuando ve condiciones de enfrentamiento desventajosas, para buscar darle la vuelta a la situación hasta encontrar la forma de salirse con la suya. (Y, en condiciones ventajosas y de posibilidad segura de victoria, mostrar todas sus fuerzas en-avalancha-de-pueblo-enardecido)(*)
(*)Nota explicativa: En diversas etapas de nuestra historia encontraremos las invenciones con la que el pueblo indio y mestizo se enfrenta al español. Así se inventa el Dorado para sacárselo de encima y enviarlo cada vez más lejos. Así encontramos diversas leyendas, tácticas de lucha, todo lo que han dado por llamar la “viveza criolla” son mecanismos ligados a esta manera de enfrentar al enemigo o de asumir realidades que pueden suponer compromisos y riesgos no queridos. El 27 de Febrero y su período inmediatamente anterior, y el 4 de febrero, así como la elección presidencial donde gana Chávez y el 11 y 13 de abril 2002... y la toma de PDVSA en el paro petrolero, todos estos hechos están impregnados de estos mecanismos y maneras de afrontar la realidad., que no llegan a ser asumidos y comprendidos en la lógica racional, organizativa y dirigente de la élite. Y donde muchas veces los sectores que fungen de conductores del proceso popular quedan extrañados porque incluso los resultados son distintos a lo planteado y esperado como direccionalidad por el grupo “conductor”. (Esto es uno de los grandes handicaps de la oposición venezolana, en la medida en que su conformación obedece fundamentalmente a la visión moderna, patriarcal, racional...)
La experiencia histórica de relación de este pueblo, de una matriz cultural (episteme del venezolano popular matricentrado), distinta a la del poder dominante el mantuanaje, sus descendientes y capas medias europeizantes o “USA way” (*)(de matriz patriarcal, racional, judeocristiana de hegemonía calvinista, principalmente en lo que toca a la manera de vivir y asumir la economía), durante toda la historia ha sido una relación donde no hay integración, a lo más superposición de comportamientos en base a la simulación y la imitación, que llegan a constituir núcleos de “identidad venezolana” distintas. Así es como estos dos sujetos que a la final implican visiones y sentidos de vida, familia, mundo, sociedad y estado distintos caminan paralelos a todo lo largo de nuestra historia hasta hoy (1).
(*)Nota explicativa: La formación de nuestras oligarquías y nuestras clases medias. Los descendientes de los conquistadores y colonizadores, los amos del Valle y los sobrevivientes del mantuanaje constituyen la oligarquía más rancia y de mayor conservatismo en cuanto a la episteme occidental, en cuanto a sus visiones de familia, estado y sociedad. Esta oligarquía ha venido a ser reforzada a lo largo de los siglos por migraciones(2) de europeos, norteamericanos, israelitas, árabes, que vinieron a constituir nuevas oligarquías y la mayoría de nuestras clases medias, en la medida en que su visión occidental, del negocio, del ahorro, además de una experiencia y conocimientos técnicos que los hicieron triunfadores (aunque vinieran de estratos pobres de sus países) y no podía ser de otra manera porque ellos si se sabían mover y actuar con libertad en el seno de una sociedad que buscaba imitar su episteme y la familia, sociedad y estado consistente con ella. Estas oligarquías y capas medias han sido y serán enemigos irreconciliables del proceso revolucionario, en la medida en que las hordas populares, exponentes de la otra episteme y visión del mundo, toman la calle, se expresan, se hacen cada vez más visibles y logran crecientes articulaciones, atentan contra sus proyectos de sociedad, estado y mundo de vida. Esto incluye la pérdida de intereses económicos y políticos, donde llega a empatar y conjugarse con la lucha de clases. Pero lo primero para esas dos epistemes no son el enfrentamiento de clases, sino el enfrentamiento, de mundos de vida y por ello de filosofías, visiones del mundo, de su forma de ser sociedad, que se expresan en una confrontación económica y política al ser analizada desde la tradición de la lucha de clases, sistematizada en la experiencia occidental, y desde la matriz judeocristiana, hegeliana, marxista.
¿Quien se expresa en el venezolano popular, en su familia y su configuración matricial de sociedad?
Diría el P. Alejandro Moreno: “se expresa un hijo de madre”, de una familia cuyo basamento es la madre y los hijos (*), donde madre-hijo es el binomio que autosustenta la relación familiar, donde el padre, si existe es tangencial y la hija es formada para la reproducción del binomio “madre-hijo”, más que su carácter de hija pasa a desarrollar su carácter de “para-ser-madre”. Más adelante va a concluir que la mujer venezolana más que mujer, fémina, es madre.
(*)Nota explicativa: En esa historia de dominación, las violaciones de las indias obligaban a que los hijos fueran asumidos por las madres en el contexto de las tribus, los esclavos varones trabajaban en las plantaciones mientras las mujeres esclavas permanecían en las casas de las haciendas y los hijos crecían entre las mujeres en las casas de los amos. Los blancos que no estuvieron porque o las guerras o los negocios los alejaban de sus familias generó también un despadramiento impresionante en la historia de Venezuela. Baste señalar que Bolivar afirmaba hacia 1827 que en Venezuela quedaba la mitad de la población que había en 1811. Y la mayor parte de los muertos eran los varones que habían ido a hacer la guerra hasta los confines de Bolivia. Esto no mejoró al finalizar la guerra de Independencia. Las montoneras y enfrentamientos entre los caudillos regionales, la guerra federal y las diferentes guerras y alzamientos hicieron que la mujer se transformara de hecho en la cabeza resistente y custodia de la familia, porque ante la recluta, el decomiso de bestias y propiedades, era ella la que tenía que dar la cara, ya que debía proteger a los maridos y a los hijos varones apoyando su huida o su escondite para evitar que fueran llevados a la guerra. Incontables hechos de migraciones conducidos por las mujeres durante estas guerras abarcan nuestra historia. El remate a esta historia lo viene a hacer la crisis del capitalismo nacional manifestado en el fracaso del Primer gobierno de CAP y sus antecesores, que desemboca en el viernes negro en el gobierno de Luis Herrera Campins, a partir del cual la madre sale masivamente a trabajar, gran cantidad de familias matricentradas quedan sin centro. La madre pasa a estar menos presente y los hijos a vivir y criarse solos en la calle. Es el detonante del drama de la delincuencia y la violencia, desafecto, soledad de un importante sector de la vida de la juventud popular venezolana (Caracazo 1989), cuyas secuelas nos atormentan hasta hoy y que caracteriza al nuevo tipo de delincuencia de los últimos 20 años, que es una delincuencia, caracterizada por la violencia y asesinato, no por razones económicas sino por matar y buscar quien les quite la vida vacía que llevan los hijos de este “desmadre”. Es en este contexto en el que se abre paso y arranca el proceso bolivariano. De alguna manera aparece en la escena venezolana un líder (ojo, cuando se habla de hiperliderazgo) que representa para importantes sectores de la vida venezolana el reencuentro de la imagen del Padre afectuoso ausente, hijo del mismo mundo popular expresado y reconocido en el
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