A veinte años, Luz

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“(…) Como si de repente cayese la venda que le tapara los ojos, su relación con los seres más cercanos, varios sucesos inexplicables de su existencia, su tristeza infinita y sus miedos..., su pasado entero tenía un nuevo sentido. Luz, casada con Ramiro, hijo de desaparecido y exiliado junto con su madre, y nieta de Alfonso, hombre del régimen y participante activo en la llamada guerra sucia, despierta de su letargo y se arroja a una búsqueda tenaz y obsesiva de la verdad, que va sacando a la luz los rincones más sombríos de la sociedad en la que se ha educado. La historia que, poco a poco, se le va desvelando, es la historia de un país dividido por un régimen de terror, herido por la tortura, el horror de las desapariciones, la infame ocultación y la posterior traición del olvido. (…)”

Esta obra llamada “A veinte años Luz”, fue escrita por Elsa Osorio, una argentina nacida en Buenos Aires en el año de 1952. Con esta obra ella  procura dar a conocer al público lo que sucedió en este país durante la dictadura militar (1976-1982), que se llevó miles de desaparecidos y cientos de niños robados. Sin pertenecer a ninguna organización en concreto, la autora, entre otras cosas también mediante sus novelas, sigue luchando contra la impunidad de los culpables y el olvido que durante muchos años gobernó el país.

Elsa Osorio vivió varios años en España, donde publicó su novela A veinte años, Luz a fines de 1998. En Argentina, varias editoriales rechazaron el libro con las excusas de que era un tema que no estaba de moda, que no era histórico, argumentándolo con que el mercado “está saturado de desaparecidos” y a nadie le interesaba. A pesar de las dificultades con las editoriales, en el año 1999 la novela salió en Buenos Aires (la eligió un editor mexicano), pero muy pronto desapareció de las estanterías de las librerías. Siguieron varias ediciones en España y otros países europeos y asiáticos, la novela produjo mucha resonancia en el mundo. Sorprendentemente no fue así en el país de origen, Argentina. En el año 2007, A veinte años, Luz se volvió a publicar en Buenos Aires, “pero también entonces hubo algunas trabas, es un tema que molesta a muchos, aún hoy. Y mucha gente no quiere leer el libro porque prefiere no saber”, explica la autora. Esa paradoja entre el gran éxito que tuvo el libro en otros países y la falta de interés hacia el tema en Argentina misma se podría entender teniendo en cuenta que uno de los objetivos de la novela fue mostrar la complicidad entre la burguesía y los militares durante la dictadura, cuyos miembros siguen ocupando los cargos importantes en la actualidad.

La trama de la novela gira alrededor de una joven en la búsqueda de su identidad cuando descubre que no es hija de quienes dicen ser sus padres, ni tampoco la nieta de un militar, Alfonso Dufau, ligado a los crímenes cometidos en esos años de plomo. La idea surge cuando Luz es madre y comienza un proceso para llegar a la verdad con la ayuda de las Abuelas de Plaza de Mayo.^[1]

La escritora afirma en una entrevista con la página Web “Telam” que esta novela se remonta a una charla que tuvo con un chico adoptado, en un viaje a la Argentina, ya que vivía entonces en Madrid: "Me pregunté ¿qué pasa con un chico a quien nadie busca?, empecé a tomar notas y me sumergí en 1976, sentí el miedo de esos días, pero no era que yo quisiera escribir sobre ese tiempo, a mí no me pasó lo que cuento"^[2]

Cabe mencionar que en 1976, en la Argentina, las Fuerzas Armadas comenzaron a desarrollar operativos ilegales, avanzando sin pausa hacia la usurpación del poder estatal. Más de 1.500 víctimas, muchas de ellas desaparecidas, fueron el resultado de los asesinatos y secuestros efectuados por la Triple A^[3] y otras bandas de derecha -organizadas, armadas y financiadas desde el Ministerio de Bienestar Social y otros sectores gubernamentales.

A veinte años, Luz destaca por el modo de narrar caleidoscópico^[4], donde varios personajes contribuyen a la narración. Como afirma la misma escritora, el propósito de la novela fue dar a conocer lo ocurrido durante la dictadura a través de los ojos de diferentes representantes de la sociedad, una historia donde no existen solamente los buenos o los malos. Una de las principales personajes, Miriam —una prostituta de lujo— representa la persona ignorante, que no se da cuenta de lo que está pasando en el país durante la dictadura. No abre los ojos hasta que entra en contacto con el Bestia, uno de los torturadores en el campo de concentración donde se encuentra Liliana, embarazada de Luz. Miriam y Eduardo representan los personajes ignorantes, que viven en su mundo de burbuja, pero a medida que se desarrolla la historia se van enterando de la gravedad de la situación y van modificándose. A cambio de la verdad Eduardo tiene que pagar con su propia vida, mientras que Miriam se ve obligada a exiliarse en los Estados Unidos temiendo una persecución del Bestia y del general Dufau. Cada persona siempre (es capaz de justificar sus actos) puede dar una explicación de sus actos por muy brutales o estúpidos que sean; lo mismo es válido en el caso de los militares de esta historia. Estos personajes ven la situación en la que se encuentra Argentina en los años setenta como una guerra interna, donde “hay que limpiar el país matando a todos”, donde “el único subversivo bueno es el subversivo muerto”.

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