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ANALISIS DE UNA OBRA EN PROSA (NOVELA). El Zarco

sugggPráctica o problema2 de Octubre de 2013

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ANALISIS DE UNA OBRA EN PROSA (NOVELA).

“EL ZARCO”

El autor de esta obra es Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), escritor mexicano de ascendencia indígena, es la figura literaria más revelante de su tiempo. Autor de Clemencia, considerada la primera novela moderna de México, donde Altamirano busco la afirmación de los valores más mexicanos.

Nació en Tixtla (Guerreo), recibió una beca instituida por Ignacio Ramírez, su más querido e influyente maestro , en el instituto literario de Toluca, Vivo en Morelos, escenario de su novela costumbrista El Zarco (episodios de la vida mexicana en 1861-1863), mas tarde estudio leyes en el colegio de San Juan de Letrán, donde continuo perfeccionando su vasta cultura.

Fue poeta, crítico, novelista, historiador y político. Luchó contra el imperio de Maximiliano, experiencia que plasmaría en su novela Clemencia (1869). En 1869 fundó y dirigió la revista literaria El renacimiento, donde puso en marcha su creo: alcanzar un arte nacional que, sin desdecirse de su origen europeo, lograra una unidad formal y temática.

1. ANALICIS DE LA FORMA.

a) Estructura:

Esta novela titulada “El Zarco “del escritor Ignacio Manuel Altamirano consta de 25 capítulos.

I.- YAUTEPEC.

Yautepec es un pueblo ubicado en Cuernavaca rumbo a Tepostlan. Las casas están decoradas con colores chillantes y crecen durante todo el año, naranjos y limoneros.

La población es tranquila, laboriosa, pacifica, sincera, sencilla y hospitalaria. Y ahí toda la población habla español, pues se compone de razas mestizas y los indios puros han desaparecido completamente.

II.- EL TERROR.

La población se resguardaba temprano en sus casas por el terror que les tenían a los bandidos, conocidos comúnmente como los plateados pues éstos realizaban impunemente saqueos, matanzas, raptos, incendios y exterminios en los pueblos y haciendas aledañas al sur del Estado de México. Yautepec no estaba exento de dichos asaltos, así que de día colocaban vigías en las torres de las iglesias para dar aviso a la población de la llegada y partida de bandoleros, de esta forma, los habitantes de Yautepec tenían tiempo de esconderse en sus casas y las iglesias.

La guardia civil no podía intervenir porque el país se encontraba en medio de una guerra civil, dejando así a los bandoleros actuar libremente.

III.- LAS DOS AMIGAS.

Manuela una joven de 20 años, tez pálida, ojos negros, cejas aterciopeladas, cabello negro y con aspecto aristocrático y Doña Antonia, madre de Manuela, anciana de buenas costumbres y honrada. Esta última tenía una ahijada más o menos de la misma edad que Manuela, Pilar joven morena criolla que denuncia a la hija humilde del pueblo y con carácter opuesto a Manuela que era huérfana pero Doña Antonia se

había encargado de cuidarla desde pequeña.

En el jardín Pilar y Manuela tejían guirnaldas de rosas y azahares cuando Doña Antonia le reprochó a su hija el rechazo que le tiene a Nicolás, un muchacho del pueblo y herrero de la hacienda de Atlihuayan, que desea casarse con ella

IV.-NICOLÁS.

Nicolás era un joven trigueño, con el tipo indígena bien marcado pero de cuerpo alto y esbelto, de formas hercúleas, con ojos negros y dulces, nariz aguileña, boca grande, fuerte y varonil. Intentaba diferenciarse de los demás por su modo de vestir y visitaba todos los días a Doña Antonia y Manuelita.

V.-EL ZARCO.

Un hombre joven de 30 años, alto, bien proporcionado, de espaldas hercúleas y cubierto literalmente de plata, temido y conocido por la gente como El Zarco por el verdor de sus ojos. Se dirigía a Yautepec y cuando vio a lo lejos a Nicolás pensó en que ya tendría él su merecido, pero por lo pronto iba a visitar, clandestinamente, a su amada en el huerto de Doña Antonia. Al acercarse a la barda del huerto hizo llamar a Manuelita, quien con una dulce y amorosa voz respondió a su llamado y se asomó por una escalinata en el huerto.

VI.- LA ENTREVISTA

El Zarco visitaba, algunas noches, a Manuelita, con quien mantenía cortejo y le regalaba joyas y dinero. Nadie en el pueblo sospechaba de la relación entre estos dos, pues nadie se atrevía ni a asomarse por la noche por temor a los plateados. No obstante, se rumoraba que en noches de lluvia, aparecían marcas de caballo al lado de la barda del huerto, pero Doña

Antonia, nunca se enteró de dichos rumores.

Manuela alertó al Zarco sobre la llegada de la guardia militar y sobre la partida a México que planea su madre para los próximos días. Cegada por el amor y la codicia, le pide al Zarco que la rescate cuando esté en la carretera con la guardia y su madre, pero el Zarco sabe que esta maniobra es peligrosa y sus compañeros no se arriesgan tan fácilmente si no hay ganancias de por medio.

VII.-LA ADELFA

A un costado de la Adelfa en el huerto de Doña Antonia, Manuela escondía en una bolsa de cuero enterrada las cosas que el Zarco le regalaba con frecuencia. Esa noche le había traído joyas del asalto a los extranjeros rumbo a Acapulco que consistían en un anillo enorme de brillantes, una pulsera con dos serpientes de brillantes y unos pendientes que tenían marcas de sangre. No obstante, esto no le preocupó a Manuela y se probó sus nuevas joyas.

Manuela ocultó sus regalos en la bolsa de cuero, volvió a enterrar su tesoro y se fue a dormir.

VIII. - QUIÉN ERA EL ZARCO

El Zarco era hijo de honrados padres que deseaban inculcarle buenos valores y amor al trabajo, pero él era de carácter rebelde y holgazán por naturaleza y pronto se hartó de las múltiples tareas que debía cumplir y de la escuela. Se fue de su casa muy joven y vivió por diversos periodos en haciendas donde cuidaba caballos. Era un joven de buena figura, de color blanco impuro, ojos color azul claro, de cabello rubio pálido y cuerpo

esbelto y vigoroso.

Por fin, cansado de aquella vida de servidumbre, el Zarco huyó con unos cuantos caballos para venderlos y se juntó con una nube de bandidos.

Por su carácter despiadado y su insaciable sed de rapiña, pronto se convirtió en jefe de bandas

IX.-EL BÚHO.

El zarco pensaba que al casarse con Manuela rompería con su estatus vanidoso entre sus amigos bandidos: podía tener una querida como ella, más no casarse. Tampoco le atraía dejar la vida que llevaba, a pesar de que podía vender la mercancía robada y comprarse un rancho, pero al Zarco no le gustaba trabajar y algún día lo encarcelarían por sus fechorías pasadas. De pronto un tecolote cantó cuando el Zarco pasaba debajo de un árbol y en su mente supersticiosa sucumbió el temor por el canto que todas las noches se repetía cuando éste pasaba por el mismo lugar.

X.-LA FUGA.

Doña Antonia estaba preocupada por el extraño comportamiento de su hija desde un tiempo atrás, era mucho más dura, no hacía sus rezos y siempre estaba inconforme. También se lamentaba de que no amara a Nicolás, quien ya estaba resignado al desprecio de Manuelita.

Antes de marcharse, Nicolás prometió ayudar a Doña Antonia en lo que le

pedía, pues le tenía gran estima.

Por la noche, Doña Antonia trató de conciliar el sueño, pero una fuerte tormenta se desató a la hora que Manuela debía alistarse y se sintió invadida por pesadumbre y malos presentimientos. Por su parte, Manuela, como toda mujer enamorada, no prestó cuidado al mal clima y tuvo la motivación para salir al jardín descalza en medio de una lluvia torrencial,

desenterrar su tesoro y esperar a su amado.

El Zarco llegó al huerto con unos amigos, subió a Manuela al caballo y se fugaron de Yautepec.

XI.-DOÑA ANTONIA.

A la mañana siguiente, fue al cuarto de Manuela y al no encontrarla allí, salió al jardín a buscarla. Todo estaba mojado y había mucha maleza. Doña Antonia no imaginaba lo que le esperaba, por el contrario, pensaba en la insensatez de Manuela al salir tan temprano al huerto empapado. Una serie de pequeñas huellas de pies descalzos la guiaron hasta la barda por donde salió Manuelita. Allí se encontró con las huellas de varios caballos y entonces comprendió que algo terrible había pasado. Salió a buscar a Pilar y a sus tíos para que le ayudaran a encontrar a su hija, y al ver todos las evidencias, concluyeron que Manuela se había fugado con alguien.

XII.- LA CARTA

Mientras observaban en el jardín las dejadas por Manuela, un joven llegó a casa de Doña Antonia con una carta de Manuela, la cual le entregaron unos bandidos en la carretera. La carta era de Manuela para su madre, en donde decía que se fugaba con un hombre que la hacía feliz y que cualquier esfuerzo por encontrarla, era inútil. Doña Antonia estaba desecha y mortificada por la carta y por un momento dudó de Nicolás, pero tanto Pilar como sus tíos dijeron inmediatamente que esto era imposible y Doña Antonia se sintió culpable por dudar de la honradez y bondad de Nicolás. Al leer la carta de Manuela comprendió que ella se había fugado con el Zarco y en verdad era inútil rescatarla, porque ella se había ido por su propia voluntad.

XIII.-EL COMANDANTE

Doña Antonia pidió ayuda al prefecto y al comandante, pero este último se negó a prestarla, pues sabía que era muy arriesgado enfrentarse a una partida de 300 bandidos por una muchacha. El comandante justificaba su negativa al decir que los bandidos probablemente estaban muy lejos, pero Nicolás desmintió esta versión al dar su testimonio y se ofreció para guiar a los policías

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