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Analisis cap1 la peste


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2020  •  Resúmenes  •  5.284 Palabras (22 Páginas)  •  261 Visitas

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República Bolivariana De Venezuela

Ministerio Del Popular Para La Educación

Facultad De Arquitectura Y Artes Plásticas

Diseño Industrial




La peste, capítulo I

Estudiante:Gheraldi Marquez. 27638051

Docente: Alberto Mendoza Urbina

Asignatura: Lenguaje y comunicación II


Noviembre 2020.

Índice

INTRODUCCIÓN

Paráfrasis de capítulo I de “La peste”……………………………………... Pg.4

Bibliografía de Albert Camus………………………………………………Pg.11

Conclusión………………………………………………………………….Pg.13

Bibliografía…………………………………………………………………Pg.14

Introducción

        Únicas en su clase, las obras de Camus manifiestan textos que, por mucho, superan los convencionalismos de la literatura, entre ellas la novela “la peste” marca para su época y los tiempos modernos una obra que juega con los idealismos humanos y la decadencia del caos, en este sentido se desarrolla un texto que, para sus comienzos del  capítulo uno comprenderá el cómo se indician los acontecimientos destinados a cambiar al personaje central de la obra, la ciudad de Oran, en conjugación con los demás personajes que harán su despliegue a lo largo de la obra.

Por otra parte, el entendimiento de las raíces que configuran tan singular proyecto parte de la idealización en vida de su autor, Albert Camus, en un despliegue de acontecimientos personajes, registros bibliográficos que enmarcan la vida y obra del “profeta de lo absurdo”  en el periodo de 1913 a 1957 correspondiente a su tiempo de vida.

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Capítulo  I

Para comenzar todo buen relato, es necesario manifestar un protagonista, y, en casos tan específicos como el de La peste, no existe mayor protagonista que Orán, no se trata de un hombre o mujer, no es un animal u objeto, se trata de la ciudad en cuestión, donde han  de desplegarse los acontecimientos, aquella que, ha de ver la oscuridad absoluta, pútrida y decadente arrastrándose con uñas y dientes a una nueva luz, y jamás volviendo a ser la misma, donde los distintos elementos humanos que en ella se han de desplegar averiguaran el cómo trabajar, amor y morir dentro de sus muros.

        Al contemplar la ciudad comercial de origen francés llamada Orán, construida en forma de caracol sobre la meseta, apenas abierta al mar,  en los comienzos de la historia es el retrato de una Europa a mediados del siglo XX, una ciudad de las costas de Argelia de 1924 con un ambiente un tanto luctuoso, carente de muchos hitos de alegría y extravagancia, aquella en la cual, el gris dominaba las paletas de colores, las plantas eran únicamente vistas en manos de vendedores, una belleza natural, una naturaleza cotizada, un ambiente tan urbanístico que el canto de las aves resultaba una existencia totalmente ajena a sus pobladores, claro, no es de extrañar, una ciudad un tanto olvidada y desaseada, la verdad es que, en términos simplistas no resulta como nada nuevo o extravagante de lo que una ciudad comercial podría significar, un ajetreo constante, rutinas infragmentables, una vida tan rígida que, el nivel de salud debía de ser bueno, en sí, no se trata de un lugar donde la población fuese predominantemente anciana pues lo frenético del entorno era tal que resultaba poco atractivo incluso para esos detalles tan pequeños como el mismísimo transcurrir de las estaciones apenas perceptibles por los cambios en las temperaturas y los vientos, en pocas palabras, Camus describe una ciudad activa, fea y monótona, en donde sus habitantes solo piensan en trabajar para enriquecerse y reservan los placeres mundanos para los escasos momentos de ocio de que disponen, donde se obliga amar, donde el mayor sufrimiento esta en enfermar y la mayor incomodidad es morir.

        Ahora bien, seguidamente de plasmar escenario tan “pintoresco” hace presencia el primer elemento humano, el Dr. Bernand Rieux, el cual, saliendo la mañana del 16 de abril, se encuentra con una rata muerta en los escalones de la misma, en un principio le resulto un echo irrelevante, solucionable con apartar el animal de la entrada, no obstante, era insólito dejar al animal allí y por tanto se decidió a informar de este hecho al portero, Michael, cosa que, le resulto extremadamente raro al susodicho, pues ante su convicción, “en aquella casa no habían ratas”, de modo tal que, se tenía que tratar como una broma, la rata fue puesta allí.

Las pestes y  guerras generalmente llegan cuando la gente está más desprevenida, esto es, cuando nadie está pensando en ellas, y de esta forma las series de cadáveres de roedores fueron tomadas como una broma de la que se deseaba encontrar al culpable, sin embargo el culpable era invisible y silencioso, en la mente del Doctor Rieux palpitaba la imagen de una rata agónica, tambaleante y húmeda segundos antes de su muerte de hocico sangrante, pero, en estas instancias, ¿era la promesa de lo que aquella muerte prometía o el recuerdo de su esposa convaleciente?, necesitaba dejar a su esposa, dulce y sonriente, acudir a las montañas, en busca de un ambiente propicio para la recuperación de la enfermedad que hace un año la estaba aquejando.

Así pues, al día siguiente el Dr. Rieux descubrió que tres ratas más habían sido encontradas, el portero estaba al asecho, a la espera de culpables que nunca aparecerían, mas, sin embargo, lo que en verdad causo interés en el medico fue el incremento de ratas muertas, partiendo desde los barrios bajos que se extendían entre los basureros.

De esta manera comenzó la historia de las ratas, la esposa del Doctor partió, en un despliegue de amor y promesas de un recomenzar, Rieux en su despedida pidió por su salud y al marchar se encontró con el señor Othon, juez instrumental y su pequeño hijo,  dos personajes que, más adelante marcarían acontecimientos críticos para el despliegue de la obra y repercusiones que la peste causaría en el corazón de los involucrados, no obstante, para este momento de la obra no tiene más que un tema, ratas, aquellas cuyos cuerpos estaban siendo sacados de la estación.

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