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Análisis semiótico del cuento Los monos, de Juan José Arreola


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2015  •  Ensayos  •  3.573 Palabras (15 Páginas)  •  775 Visitas

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Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Universidad del Perú, Decana de América

[pic 1]

Análisis semiótico del cuento “Los monos”,

de Juan José Arreola

Semiótica Literaria

Santiago López Maguiña

Alumno:

GODOY TITO, Joy

(Cód. 13030005)

Lima, 2014


1. Introducción[pic 2]

El cuento “Los monos”

LOS MONOS

Wolfgang Köhler perdió cinco años en Tetuán tratando de hacer pensar a un chimpancé. Le propuso, como buen alemán, toda una serie de trampas mentales. Lo obligó encontrar la salida de complicados laberintos; lo hizo alcanzar difíciles golosinas, valiéndose de escaleras, puertas, perchas y bastones. Después de semejante entrenamiento, Momo llegó a ser el simio más inteligente del mundo; pero fiel a su especie distrajo todos los ocios del psicólogo y obtuvo sus raciones sin trasponer el umbral de la conciencia. Le ofrecían la libertad, pero prefirió quedarse en la jaula.

Ya muchos milenios antes (¿cuántos?), los monos decidieron acerca de su destino oponiéndose a la tentación de ser hombres. No cayeron en la empresa racional y siguen todavía en el paraíso: caricaturales, obscenos y libres a su manera. Los vemos ahora en el zoológico, como un espejo depresivo: nos miran con sarcasmo y con pena, porque seguimos observando su conducta animal.

Atados a una dependencia invisible, danzamos al son que nos tocan, como el mono de organillo. Buscamos sin hallar las salidas del laberinto en que caímos, y la razón fracasa en la captura de inalcanzables frutas metafísicas.

La dilatada entrevista de Momo y Wolfgang Köhler ha cancelado para siempre toda esperanza, y acabó en otra despedida melancólica que suena a fracaso.

(El homo sapiens se fue a la universidad alemana para redactar el célebre tratado sobre la inteligencia de los antropoides, que le dio fama y fortuna, mientras Momo se quedaba para siempre en Tetuán, gozando una pensión vitalicia de frutas al alcance de la mano.)


2. Toma de posición

En “Los monos” podemos establecer que el centro de referencia se instala en la figura del actante Wolfgang Köhler, científico alemán, en tanto que, a partir de su percepción y su relación con el objeto percibido, se desarrolla el discurso del relato. Asimismo, los estado de cosas (dimensión exteroceptiva) se relacionan con los estados de ánimo (dimensión interoceptiva) tomando como punto de partida a este sujeto propioceptivo, que representa a la especie humana; específicamente, a su cualidad racional. Con ello se articula la significación del microrrelato.

Dentro del campo de presencias, encontramos, además de la entidad pre-subjetal de Wolfgang Köhler, a la presencia del chimpancé Momo, quien representa por contraste a la especie animal, en otras palabras, a la cualidad irracional.

Ahora bien, la percepción del científico alemán circunscribe a Momo en un espacio-tiempo que se instaura, según determinadas marcas textuales del microrrelato, en una locación forestal llamada Tetuán y en una época de efervescente actividad científica de índole empírica. De este modo, la deixis del discurso se asocia a la experiencia sensible del sujeto de la enunciación Wolfgang Köhler. Las magnitudes semióticas que se desprenden de este sujeto lo convierten en un ser estésico, respecto de la aparición progresiva del chimpancé Momo. El cuerpo sensible del científico alemán presenta, pues, una intensidad perceptible medible (deseo pronunciado de hacer pensar al chimpancé Momo) y una extensidad inteligible cuantificable (pasó cinco años en esta empresa). La dimensión afectiva, pues, determina su dimensión efectiva.


III. Campo Posicional

Habiendo tomado a Wolfgang Köhler como centro de referencia, la intensidad revela la toma de posición del primer acto perceptivo elemental: la mira. Esta es intensa, fuerte, por lo que pone de relieve la gran atracción que siente el sujeto por el objeto. El objeto tiene cabida en la presencia de Momo, pero no como un fin sino como un medio, que encarna el objeto final: brindarle racionalidad a una animal irracional. En este sentido, en primera instancia, el blanco de la mira vendría a ser el sujeto propioceptivo o actante Wolfgang Köhler, en tanto es sobrecogido por la presencia del actante Momo. La fuente de la mira sería este último, pues es quien fomenta o estimula dicha atracción; de allí que el control tome lugar en la circunstancia del estudio de los antropoides.

[pic 3]

Respecto de la extensidad se desarrolla la toma de posición de la captación, que es restringida con respecto al objeto: solo le brinda importancia al objeto de estudio. En este caso, la fuente de la captación sería, más bien, el científico alemán, pues es este quien dirige su captación, la parametra, y despliega su intensa mira sobre la presencia de Momo. El blanco sería el chimpancé, en tanto es receptor de esta extensidad, y sobre él se cierra la captación, sobre él se la limita. Mientras, el control pasaría a ser el espíritu científico del hombre de ciencias, que quiere “hacer pensar” a un animal por naturaleza irracional.

[pic 4]

IV. El “brague”

 El brague, como cambio de posición de la instancia del discurso, responde a esta transición de los actantes posicionales al campo transformacional. Para entrar en esta lógica de fuerzas, es menester tener en cuenta y establecer nuevamente el objeto de valor: la racionalización de un ser irracional. Como se ha mencionado, el actante Wolfgang Köhler busca en el microrrelato “hacer pensar” al chimpancé Momo; para ello le propone una serie de “trampas mentales”, con el fin de agudizar su inteligencia, a tal punto que le despierte un grado de conciencia, y por ende, la razón. En tal medida, tenemos a este objeto de valor, como señala Fontanille, deviniendo en dos dimensiones:

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