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Asertividad

alberto77778 de Abril de 2014

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En su texto El espacio Henri Lefebvre describe brevemente cuatro formas de concebir al espacio: las denomina tesis o hipótesis. A través de su análisis, Lefebvre visualiza al espacio de una forma particular: como resultado de la producción social. La concepción práctica del espacio no necesariamente tiene que ver con su abstracción; la abstracción es resultado de la práctica; su teoría está en potencia, la idea no es su punto de partida, éste se encuentra en la práctica, en la vivencia diaria, en lo cotidiano, etc.

Lefebvre lleva la crítica de la sociedad burguesa a sus configuraciones espaciales, entendiendo éstas, al espacio en su conjunto, como un complejo resultado de la práctica material, de la relación sujeto-objeto. El espacio social que reflexiona Lefebvre es el resultado del modo capitalista de producción social, el que materializándose, posibilita a la vez su comprensión teórica.

Primera tesis. El espacio como la forma pura

Esta primera forma de comprender al espacio excluye a la materia: el espacio ideal representa la imposibilidad práctica-material de transformación del acomodo de la materia natural y social, así como de las estructuras de la sociedad. El espacio aparece como independiente de toda acción humana, aprehensible sólo mediante el pensamiento que aparece idealmente como punto de partida y no como “proceso de síntesis”

En la Segunda tesis denominada El espacio social es un producto de la sociedad explica que esta perspectiva se concibe al espacio social como “producto de la sociedad, comprobable y que depende ante todo de la constatación, por ende de la descripción empírica, ante toda teorización” (Lefebvre, 1976: 30) . La tesis anterior se ubica dentro de la perspectiva idealista; esta segunda se ubica dentro de la perspectiva del materialismo tradicional que concibe las condiciones materiales de existencia objetivadas como punto de partida de la relación sujeto-objeto; sin embargo, su potencia teórica es limitada ya que aunque va más allá del idealismo al señalar la importancia de la materialidad concibe a ésta como objetividad sin subjetividad.

De esta manera tanto el idealismo como el materialismo tradicional sesgan la relación sujeto-objeto: la primera coloca al sujeto como el punto de partida de la relación mientras que para la segunda el punto de partida es el objeto. El espacio social como producto de la sociedad es un avance del materialismo tradicional en la comprensión del espacio, pero al igual que en la perspectiva idealista esconde tras sus conceptos determinadas “aspiraciones sociales”

La complejidad de la relación sujeto-objeto es reducida por el materialismo tradicional a la objetividad, en donde la “actividad humana material” no aparece como actividad objetiva .La oposición entre los objetos materiales y los objetos pensados, del materialismo tradicional, indica la ruptura no sólo de la relación sujeto-objeto sino inclusola separación del cuerpo y mente del sujeto.

El materialismo de Feuerbach reconoce la objetividad como aprehensible sensorialmente pero no a la propia actividad humana como objetiva

El espacio social bajo esta perspectiva no explica cómo y bajo qué “aspiraciones sociales” llega a tener tal o cual acomodo su funcionalidad. El espacio social como producto de la sociedad constituye “la objetivación de lo social”; es un avance importantísimo en la apreciación del “mundo real” como producto humano, sin embargo presenta un límite en cuanto al conocimiento de la estructura, más allá de la mera descripción de determinada configuración espacial.

En la Tercera tesis. El espacio viene a ser un instrumento político

Esta tercera hipótesis también es resultado del pensamiento materialista, pero desde la perspectiva del sujeto; análisis llevado más allá del materialismo tradicional pero igualmente sesgado por la subordinación ideal de uno de los elementos de la relación sujeto-objeto. Lefebvre diferencia esta tesis de las anteriores de la siguiente manera:

El espacio no sería ni un punto de partida (mental y social a la vez, como en la hipótesis filosófica), ni un punto de llegada (un producto social o el punto de reunión de los productos), sino un intermediario en todas las acepciones de ese vocablo, es decir, un procedimiento y un instrumento, un medio y una mediación.

En esta hipótesis, el espacio viene a ser un instrumento político intencionalmente manipulado, incluso si la intención se oculta bajo las apariencias coherentes de la figura espacial. Es un procedimiento en manos “de alguien”, individuo o colectividad, es decir, de un poder (por ejemplo, un Estado), de una clase dominante (la burguesía) o de un grupo que puede en ciertas ocasiones representar la sociedad global y, en otras, tener sus objetivos propios, por ejemplo los tecnócratas. De ahí los interrogantes que no se plantean más que en el caso de esta hipótesis: “¿quién posee semejantes representaciones del espacio?, ¿y, por qué?”. En dicha hipótesis, la representación del espacio estaría siempre al servicio de una estrategia, siendo a la vez abstracta y concreta, pensada y apetecida, es decir, proyectada .

El espacio no es neutro, el espacio es útil. El espacio es un valor de uso y es la aportación de esta hipótesis. El espacio se piensa como un instrumento político y como procedimiento. El espacio es pensado en relación a su valor de uso como mediación para la realización de determinados fines.

La expresión del valor no puede prescindir del valor de uso o del cuerpo de la mercancía. La analogía aquí es entre el valor de uso espacio y el poder relacionado con su utilización. El poder está íntimamente relacionado con las condiciones materiales de existencia, con la gestión de las necesidades y libertades, con la producción de satisfactores y con el acceso a ellos. El control sobre el sustrato material mismo, sobre las herramientas, maquinaria, conocimiento, etc., sobre la población, constituye el contenido del poder; así, el poder no es abstracto, es material. Las expresiones del poder tienen como medio-mediación al espacio, no pueden prescindir de él. Las configuraciones espaciales no sólo manifiestan las relaciones de poder, ellas mismas son resultado de la actividad política

La política constituye la forma en que se lleva a cabo la relación sujeto-sujeto. El objeto de la política es la lucha de clases; el sujeto de la política son las clases mismas. En la lucha por el poder de dirección-estructuración de la sociedad que mantienen las “clases antagónicas” la actividad política constituye la oportunidad de la clase opresora para mantener las relaciones de dominación y las condiciones materiales dominantes pero también constituye la oportunidad de la clase oprimida para trascender sus condiciones sociales y materiales de existencia.

Los sujetos organizados bajo determinada figura (por ejemplo como ciudadanos) constituyen la materia prima de las organizaciones políticas (formales, como los partidos políticos); las huelgas, manifestaciones, mítines, consultas, votaciones, etc., son algunos instrumentos de los que se valen los grupos o clases sociales para manifestar (si no es que concretar) sus intereses; mientras que la conquista de determinadas demandas o de los demandantes

El poder es un instrumento que atraviesa las condiciones de la política como actividad práctica: la organización de los sujetos constituye en primera instancia su poder; los métodos de manifestación política, según su efectividad, indican el poder de los grupos o clases para realizar sus fines; los resultados de la actividad política ponen de manifiesto el poder: este está dado por los resultados

Los grupos o clases sociales realizan y ejercen el poder como instrumento político. La política es una mediación social que da forma a la sociedad mientras que el poder es, a su vez, un medio de la actividad política, en cuanto motor de la política.

El espacio ya no puede ser concebido como el contenedor de determinadas relaciones sociales mucho menos como contenedor de objetos sino como producto de relaciones intencionales, de decisiones y de voluntades. En el espacio están contenidas las intenciones políticas; la producción del espacio es útil a determinados intereses

El espacio instrumental tiene una doble determinación: racional-funcional, funcional-instrumental. La funcionalidad está dada por la realización del proyecto capitalista o la configuración específicamente capitalista del espacio como medio-instrumento de la “valorización del valor”. El espacio como el conjunto de las condiciones materiales de existencia es producto de la gestión de las necesidades y en esa misma medida de la gestión de las libertades, es decir de determinado ordenamiento social

Los “decretos del poder” se imponen a través del acondicionamiento capitalista del espacio en cuanto éste figura como el vehículo material (objetivo-subjetivo) de las relaciones de poder. El arreglo político material de las condiciones de existencia funciona como condición e instrumento determinado de la producción de objetos y de la reproducción de sujetos (en sus diferentes esferas: política, cultural, etc.).

La relación espacio-política está dada por la objetivación de las relaciones materiales del poder en determinada configuración espacial que constituye a su vez un punto de partida de la reproducción de las relaciones de poder o de una parte del desarrollo de la subjetividad: la actividad política. El espacio como producto contenedor-contenido de los objetos, sujetos y relaciones materiales respecto de la producción material objetiva tiene un doble uso: como medio de producción y como

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