COMO UNA NOVELA

COMO UNA NOVELA

Al leer este libro me doy cuenta por qué existe ese gran desagrado por la lectura como lo venos en este fragmento (Pennac, Como una novela , 2001) “>¡Lee! ¡Pero lee de una vez, te ordeno que leas, caramba!< - ¡Sube a tu cuarto y lee! ¿Resultado? Ningino.p. 11 este nos habla de las ocasiones en que se le obliga al individuo desde pequeño; y no se hece como un gusto sino como una obligacion en la cual estan involucrados en su mayoria los docentes ya que te obligan a leer un libro y no se hace por gusto.

El libro esta lleno de reflexiones interesantes sobre los libros, la lectura y la enseñanza, porque plantea preguntas que debemos hacernos aunque no sepamos responderlas, (¿hay que leer?, ¿existen libros buenos y libros malos?).

Como lo mencione anteriormente en el libro se plantea el problema del adolescente que no quiere leer. No es que se niegue, no es un acto de rebeldía; sencillamente no le gusta, se aburre. Los libros, que tanto le gustaban cuando era un niño, se han convertido en montones de libros que no le interesan. Ahora bien los que tiene que leer tampoco le llaman la atención simplemente no le interesan ya que en estos momentos sus inquietudes son otra y la pregunta seria como hacer que al adolescente le llame la atención, tenga el gusto por leer y no le de miedo tomar un libro.

Los padres, juegan un papel muy importante además de ser responsables y lectores dedicados, han hecho todo lo que hay que hacer: le leían un cuento antes de dormir, le apoyan y ayudan con los deberes, no le dejan ver la televisión o jugar con la consola inventos nocivos que idiotizan al adolescente. Ahora, desesperados, se preguntan qué ha salido mal en que me equivique.

Le acompañaron en sus primeros pasos, compartiendo cuentos cada noche junto a la cama y, cuando en la escuela le enseñaron a leer, le proporcionaron los libros adecuados para que siguiera el camino él sólo, perfectamente pertrechado para el maravilloso viaje que comenzaba. También en aquellas primeras etapas el niño demostró interés por leer; los padres estaban satisfechos del esfuerzo realizado: iba a ser un gran lector.

No se dieron cuenta, que lo que les agradaba a esos pequeños era imaginar, cuando sus padres le leían compartían con sus ellos ese tiempo especial y después saber que ellos eran capases de leer y nadie les pedía nada a cambio, eran capases de descubrir nuevos mundos en su imaginación. Después esos padres que regalaban sabiduría y fantasía se convierten en el que les exige que lean, y no solo eso deben leer bien, comprender lo que dice la lectura y demostrar lo que han aprendido de cierto modo deben regresar un poco de lo que los padres les dieron.

Comienza una nueva forma de trabajar, en la cual leer es una obligación y ver el televisor es la recompensa Daniel Pennac ilustra estos y otros razonamientos con su experiencia docente;

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