CUENTOS BREVES Y EXTRAORDINARIOS
asrael_27Tesis7 de Mayo de 2013
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CUENTOS BREVES Y EXTRAORDINARIOS
NOTA PRELIMINAR
Uno de los muchos agrados que puede suministrar la literatura es el agrado de lo narrativo. Este libro quiere
proponer al lector algunos ejemplos del género, ya referentes a sucesos imaginarios, ya a sucesos
históricos. Hemos interrogado, para ello, textos de diversas naciones y de diversas épocas, sin omitir las
antiguas y generosas fuentes orientales. La anécdota, la parábola y el relato hallan aquí hospitalidad, a
condición de ser breves.
Lo esencial de lo narrativo está, nos atrevemos a pensar, en estas piezas; lo demás es episodio ilustrativo,
análisis psicológico, feliz o inoportuno adorno verbal. Esperamos, lector, que estas páginas te diviertan como
nos divirtieron a nosotros.
J.L.B. y A.B.C., 29 de julio de 1953
LA SENTENCIA
Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad
caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. El emperador
accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes
de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el
emperador juró protegerlo.
Al despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperdaor
lo mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón, y hacia el atardecer le
propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba cansado y se quedó dormido.
Un estruendo conmovió la tierra. Poco después irrumpieron dos capitanes que traían una inmensa cabeza
de dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron:
-Cayó del cielo.
Wei Cheng, que había despertado, lo miró con perplejidad y observó:
-Que raro, yo soñé que mataba a un dragón así.
Wu Ch'eng-en (c. 1505-c. 1580).
EL REDENTOR SECRETO
Es sabido que todos los ogros viven en Ceylán y que todas sus vidas están en un solo limón. Un ciego corta
el limón con un cuchillo y mueren todos los ogros.
Del Indian Antiquary, I (1872).
LA ANIQUILACION DE LOS OGROS
La vida de una tribu entera de ogros puede estar concentrada en dos abejas. El secreto, sin embargo, fue
revelado por un ogro a una princesa cautiva, que fingía temer que éste no fuera inmortal. Los ogros no
morimos, dijo el ogro para tranquilizarla. No somos inmortales, pero nuestra muerte depende de un secreto
que ningún ser humano adivinará. Te lo revelaré, para que no sufras. Mira ese estanque: en su mayor
profundidad, en el centro, hay un pilar de cristal, en cuya cima, bajo el agua, reposan dos abejas. Si un
hombre puede sumergirse en las aguas y volver a la tierra con las abejas y darles libertad, todos los ogros
moriremos. ¿Pero quién adivinará este secreto? No te apesadumbres; puedes considerarme inmortal.
La princesa reveló el secreto al héroe. Este libertó las abejas y todos los ogros murieron, cada uno en su
palacio.
Lal Behari Day, Folk Tales of Bengal (Londres, 1833).
UN TERCERO EN DISCORDIA
En su Vida de Apolonio, refiere Filostrato que un mancebo de veinticinco años, Menipio Licio, encontró en el
camino de Corinto a una hermosa mujer, que tomándolo de la mano, lo llevó a su casa y le dijo que era
fenicia de origen y que si él se demoraba con ella, la vería bailar y cantar y que beberían un vino
incomparable y que nadie estorbaría su amor. Asimismo le dijo que siendo ella placentera y hermosa, como
lo era él, vivirían y morirían juntos. El mancebo, que era un filósofo, sabía moderar sus pasiones, pero no
ésta del amor, y se quedó con la fenicia y por último se casaron. Entre los invitados a la boda estaba
Apolonio de Tiana, que comprendió en el acto que la mujer era una serpiente, una lamia, y que su palacio y
sus muebles no eran más que ilusiones. Al verse descubierta, ella se echó a llorar y le rogó a Apolonio que
no revelara el secreto. Apolonio habló; ella y el palacio desaparecieron.
Robert Burton, The Anatomy of Melancholy (1621).
HISTORIA DE CECILIA
He oído a Lucio Flaco, sumo sacerdote de Marte, referir la historia siguiente: Cecilia, hija de Metelo, quería
casar a la hija de su hermana y, según la antigua costumbre, fue a una capilla para recibir un presagio. La
doncella estaba de pie y Cecilia sentada y pasó un largo rato sin que se oyera una sola palabra. La sobrina
se cansó y le dijo a Cecilia:
-Déjame sentarme un momento.
-Claro que sí, querida -dijo Cecilia-; te dejo mi lugar. Estas palabras eran el presagio, porque Cecilia murió
en breve y la sobrina se casó con el viudo.
Ciceron, De divinatione, I, 45.
EL ENCUENTRO
Ch'ienniang era la hija del señor Chang Yi, funcionario de Hunan. Tenía un primo llamado Wang Chu, que
era un joven inteligente y bien parecido. Se habían criado juntos, y como el señor Chang Yi quería mucho al
joven, dijo que lo aceptaría como yerno. Ambos oyeron la promesa y como ella era hija única y siempre
estaban juntos, el amor creció día a día. Ya no eran niños y llegaron a tener relaciones íntimas.
Desgraciadamente, el padre era el único en no advertirlo. Un día un joven funcionario le pidió la mano de su
hija. El padre, descuidando u olvidando su antigua promesa, consintió. Ch'ienniang, desgarrada por el amor
y por la piedad filial, estuvo a punto de morir de pena, y el joven estaba tan despechado que resolvió irse del
país para no ver a su novia casada con otro. Inventó un pretexto y comunicó a su tío que tenía que irse a la
capital. Como el tío no logró disuadirlo, le dio dinero y regalos y le ofreció una fiesta de despedida. Wang
Chu, desesperado, no cesó de cavilar durante la fiesta y se dijo que era mejor partir y no perseverar en un
amor sin ninguna esperanza.
Wang Chu se embarcó una tarde y había navegado unas pocas millas cuando cayó la noche. Le dijo al
marinero que amarrara la embarcación y que descansaran. No pudo conciliar el sueño y hacia la media
noehe oyó pasos que se acercaban. Se incorporó y preguntó: "¿Quién anda a estas horas de la noche?"
"Soy yo, soy Ch'ienniang", fue la respuesta. Sorprendido y feliz, la hizo entrar en la embarcación. Ella le dijo
que había esperado ser su mujer, que su padre había sido injusto con él y que no podía resignarse a la
separación. También había temido que Wang Chu, solitario y en tierras desconocidas, se viera arrastrado al
suicidio. Por eso había desafiado la reprobación de la gente y la cólera de los padres y había venido para
seguirlo adonde fuera. Ambos, muy dichosos, prosiguieron el viaje a Szechuen.
Pasaron cinco años de felicidad y ella le dio dos hijos. Pero no llegaron noticias de la familia y Ch'ienniang
pensaba diariamente en su padre. Esta era la única nube en su felicidad. Ignoraba si sus padres vivían o no
y una noche le confesó a Wang Chu su congoja; como era hija única se sentía culpable de una grave
impiedad filial. -Tienes un buen corazón de hija y yo estoy contigo -respondió él-. Cinco años han pasado y
ya no estarán enojados con nosotros. Volvamos a casa-. Ch'ienniang se regocijó y se aprestaron para
regresar con los niños.
Cuando la embarcación llegó a la ciudad natal, Wang Chu le dijo a Ch'ienniang: -No sé en qué estado de
ánimo encontraremos a tus padres. Déjame ir solo a averiguarlo-. Al avistar la casa, sintió que el corazón le
latía. Wang Chu vio a su suegro, se arrodilló, hizo una reverencia y pidió perdón. Chang Yi lo miró
asombrado y le dijo: -¿De qué hablas? Hace cinco años que Ch'ienniang está en cama y sin conciencia. No
se ha levantado una sola vez.
-No estoy mintiendo -dijo Wang Chu-. Está bien y nos espera a bordo. Chang Yi no sabía qué pensar y mandó dos doncellas a ver a Ch'ienniang. A bordo la encontraron sentada,
bien ataviada y contenta; hasta les mandó cariños a sus padres. Maravilladas, las doncellas volvieron y
aumentó la perplejidad de Chang Yi.
Entre tanto, la enferma había oído las noticias y parecía ya libre de su mal y había luz en sus ojos. Se
levantó de la cama y se vistió ante el espejo. Sonriendo y sin decir una palabra, se dirigió a la embarcación.
La que estaba a bordo iba hacia la casa y se encontraron en la orilla. Se abrazaron y los dos cuerpos se
confundieron y sólo quedó una Ch'ienniang, joven y bella como siempre. Sus padres se regocijaron, pero
ordenaron a los sirvientes que guardaran silencio, para evitar comentarios.
Por más de cuarenta años, Wang Chu y Ch'ienniang vivieron juntos y felices.
(Cuento de la dinastía Tang, 618-906 a.C.)
DIFICIL DE CONTENTAR
Kardan cayó enfermo. Su tío le dijo:
-¿Qué deseas comer? La cabeza de dos
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