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Un Breve Cuento


Enviado por   •  31 de Mayo de 2014  •  1.519 Palabras (7 Páginas)  •  244 Visitas

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Todo había sucedido tan repentinamente, en ese momento me encontraba tumbado en el frío piso, veía como la sangre corría de mi estomago, sentía como la vista se volvía nublosa - el dolor no me dejaba pensar con claridad - apenas veía como a mi lado, mi madre se encontraba sufriendo por una gran herida en su vientre, sentí que pronto la perdería. Aún no creía, que alguien que admirara con locura, me hubiera causando tanto dolor. Aquella mujer, que era solo unos años mayor que yo, y que me había causado un deseo de admiración, protección y que desprendía inocencia, se encontrara en ese momento con una mirada fría y llena de odio mientras sujetaba fuertemente una espada que era enterrada con dureza y sin piedad en la pierna de aquel hombre, que era llamado mi padre, este ultimo solo soltó un quejido de dolor ante el contacto del frío metal con su piel.

-Por favor…. detente- dije con dificultad y un hilo de voz. Ella me posó su mirada en mí. Trato de articular alguna palabra, pero nada salió de sus labios, solo desvío la mirada continuando con la tortura de mi padre, sacando sin cautela alguna la espada de la pierna y enterrándola con brutalidad en su ojo derecho, quizás dándole fin a su tortura.

“no es suficiente”, creí escuchar, pero ya no me quedaban fuerzas, solo cerré mis ojos y me entregue a lo que podría ser mi muerte.

Ya han pasado casi cinco años desde aquella tragedia, aún puedo sentir la herida de mi estomago. No se exactamente la razón por lo que aun sigo vivo; los policías me dicen que quizás su venganza aun no llega a su fin y que esta esperando una mejor oportunidad para dar fin a aquel tortuoso día. Aunque creo que no es muy seguro, pienso que ella me dejó vivir como la devolución de un favor del pasado.

Me encontraba viendo cómo el vapor de una taza de café, empañaba la ventana, mientras siento la lluvia caer en las vacías calles. Siento unos golpecitos provenientes de la puerta.

-adelante- digo lo suficientemente fuerte para ser oído al otro lado. La puerta es abierta y ha

entrado uno de los sirvientes de la casa; al parecer ha traído la correspondencia –déjala sobre el escritorio- digo con desgano. La lluvia solo me trae recuerdos y no me deja pensar en otra cosa que no sea el pasado.

Después de haber pasado unas horas vagando - le daré un vistazo a la correspondencia - dije para mí mismo. Echado una mirada rápida a las cartas – no son más que cuentas u otra cosa sin mucho valor- digo casi con un suspiro, hasta que llego a la última carta. Se veía de una manera bastante particular, no aparece el remitente ni el lugar de donde ha sido enviada; la curiosidad me ha invadido y abro la carta con un poco de entusiasmo – quizás sea una carta de un viejo pariente o amigo - digo con un cierto tono de burla.

Al leer la carta me percato de que si es de una vieja amiga, pero de quien creí nunca más saber –no… no puede ser…ella…- las palabras mueren en ese instante, solo me dedico a releer la carta para verificar que no sea una broma; esta decía:

“Oh mi querido Gilbert ya han pasado varios años desde la ultima vez que lo vi, me pregunto si aun se acuerda de mi y de todas las cosas que vivimos. Hoy me encuentro cerca del lugar donde vive usted, creo que pasaré a visitarle, espero que me reciba cálidamente como en los viejos tiempos.

Aun hay asuntos que hemos de saldar ¿no? Espero que no haya olvidado su promesa, puesto que yo no la he olvidado.

Espero con ansias nuestro re-encuentro, mi querido joven amo, y no se olvide de que en esta vida todo puede suceder

PD: ¿Aun sigue tocando el piano? si fuese así, me encantaría escucharlo una última vez.”

Suya, Mariane.-

Realmente

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