Como se hace un bebe

Querida mamá y querido papá,

Gracias por comprar este libro y decidir llevar la educación sexual a tu casa, a tus hijos.

Empiezo con los datos que escribí en el volumen L'educazione sessuale en la colección italiana "Gioca e impara con il metodo Montessori" (se refiere a Italia porque la colección es para el mercado italiano, pero me parece que España tenga una situación parecida):

“Italia es uno de los pocos países europeos en los que la educación sexual aún no es obligatoria en las escuelas, debido a la fuerte oposición de la Iglesia y algunos grupos políticos. La educación sexual en las escuelas es obligatoria en Suecia desde 1955; en Dinamarca, la educación sexual se imparte desde 1970 desde la escuela primaria; en Francia en 1973 nació el Conseil Supérieur de l'Information Sexuelle (hoy Haut Conseil à l'Egalité), en el que se hace mucho hincapié en la anticoncepción y la prevención de enfermedades de transmisión sexual y desde 1995 los profesores deben seguir un curso de actualización cada año sobre la educación sexual; en Austria, estudiantes, padres y profesores se reúnen para hablar sobre educación sexual con un moderador externo; en Alemania, desde 1995 la educación sexual se ha combinado con la biología y su enseñanza prevalece sobre las motivaciones religiosas: por ningún motivo los padres pueden eximir a sus hijos de las lecciones.

Pero Holanda es sin duda el país más avanzado con respecto a la educación sexual: en el bachillerato forma parte del currículum escolar, pero ya de 4 a 15 años los niños reciben 50 horas de lecciones cuyos temas pasan paulatinamente del cuerpo humano a la desnudez, diferencias entre hombres y mujeres, cambios en la pubertad, amor, anticoncepción, sexo y abuso sexual”.

Estamos realmente atrasados, déjame que te lo diga. Se necesita urgentemente un cambio radical (en esto también).

¿Por qué la educación sexual en casa?

Porque educamos a largo plazo. Porque no estamos criando niños, estamos criando adultos.

Como leíste en la descripción, en 2020 escribí el volumen L’educazione sessuale para la colección italiana “Gioca “e impara con il Metodo Montessori” y los comentarios que recibí me dejaron atónita: muchos padres no saben cómo hablar de sexo y sexualidad con sus hijos, les da vergüenza mostrarse desnudos o usar los términos anatómicos correctos, se escandalizan si la hija de 3 años se toca los genitales o si cogen al hijo de 5 años con una erección.

Los niños y las niñas necesitan verdad.

Cuando los mantenemos a oscuras sobre conversaciones importantes como el sexo porque nos avergüenzan o no sabemos cómo hablar de ello, privamos nosotros de la oportunidad de erradicar el tabú en las generaciones futuras y ellos de las herramientas que necesitan para enfrentar la vida adulta.

La ignorancia es mucho más peligrosa que el conocimiento.

Porque de todas formas el conocimiento llega, pero de las fuentes equivocadas: los niños y niñas que buscan respuestas van a Internet y encuentran la pornografía, que no solo no es una representación verdadera de lo que es el sexo, sino que está llena de abusos y mensajes equivocados y sexistas.

El momento de empezar a hablar con los niños sobre sexo y sexualidad es cuando son pequeños, cuando su mente aún no es víctima de la vergüenza que la sociedad vierte en esta conversación.

Incluso si el pensamiento parece muy distante y quizás incómodo, nuestros hijos tendrán relaciones sexuales. Quizás antes de lo que pensamos. Tal vez nos lo oculten: no por maldad, sino por vergüenza o rebelión adolescente (que es saludable). Y como no estaremos allí con ellos, ¿no es mejor que tengan las herramientas para enfrentarlo?

Si no iniciamos la conversación cuando son niños, dejamos que la vergüenza crezca en nuestras (y sus) mentes y perpetúe el tabú; si la hacemos parte de nuestra vida diaria, la normalizamos en sus (y nuestras) mentes.

Los niños y las niñas son catapultados a un mundo altamente sexual de manera cada vez más precoz e inevitable – pensemos hasta solo en los anuncios de perfumes – sin tener las herramientas y el conocimiento para procesarlo.

Es nuestra responsabilidad de padres, de cada familia individual, hacer el trabajo en casa. Debemos entender que cuanto más hablamos de ello, más se levanta el tabú; cuanto más espontáneamente se aborde el tema, más los niños tendrán una relación sana con la sexualidad (que no es solo sexo); cuanto más normalicemos la conversación, más preparados llegarán los adolescentes a internet; cuanto más la sexualidad se convierte en una "conversación de mesa" – es decir "normal", no que tienes que hablar de ello mientras cenas 😉 —  más habrá respeto y tolerancia para aquellos que viven la sexualidad de una manera diferente a nosotros.

Solo podemos hacer esto asumiéndonos la responsabilidad de la educación sexual en casa, porque la escuela no nos apoya.

Debemos darles a nuestros hijos las herramientas para destruir el tabú, para entender el consentimiento, para llegar seguros y sin presiones al sexo, para no sentirse equivocados si se sienten "diferentes" y también respetar a quién ya ha admitido ser "diferente".

Este libro nació con una misión: normalizar de una vez la conversación sobre el sexo con los niños. Porque solo normalizando la conversación iniciamos un cambio. El mundo lo necesita. La humanidad lo necesita.

Antes de leer el libro

A continuación encontrarás algo para pensar y conversar, porque a estas alturas ya habrás entendido que este no es un simple libro imprimible para niños: me gustaría que lo tomaras como un compromiso para llevar la educación sexual a tu casa.

💡Si tienes vergüenza en pensar de leer este libro a tus hijos, comienza por trabajar en ti mismo. Empieza por algo pequeño, como por ejemplo normalizar las palabras de los genitales en las conversaciones con tus hijos.

💡Cero expectativas: no esperes preguntas y no anticipes respuestas o explicaciones si las preguntas no llegan. Puede ser que algunos niños escuchen todo y luego se levanten y se vayan a jugar; otros harán preguntas en cada página: acoge la reacción espontánea de tus hijos. Emily en la página del biberón, me dijo: “Sí, porque mamá va a bailar y pone la leche de titti [el pecho] en el biberón”. Esta frase me hizo cambiar el texto, que inicialmente solo hablaba de leche de fórmula.

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