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Cratilo Platòn

lisrebo4 de Septiembre de 2013

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El Crátilo es, sin duda, entre los diálogos de Platón, uno de los que más bibliografía específica ha suscitado en virtud de los múltiples problemas que plantea. Dejando aparte multitud de pequeños detalles que van surgiendo a lo largo de todo el diálogo, éstos son los puntos que más discusión han producido: posición relativa del diálogo dentro de la obra platónica, identificación de los personajes, relación de sus teorías con las corrientes de pensamiento de su época y de épocas anteriores, valoración del largo pasaje de las etimologías; en fin, el objetivo último que Platón se propuso al escribirlo.

Como observa atinadamente Guthrie, en este diálogo se nos presenta Sócrates más travieso y caprichoso que nunca; adopta una postura y después la exactamente contraria, quizá de manera similar a como lo hacían los sofistas y también quizás como una crítica de Platón no sólo a ellos sino a la ambivalencia de la discursividad misma. Se examina la cuestión tópica de la “corrección de los nombres” desde diferentes ángulos explotando hábilmente la forma dialógica o exposición dialéctica. Como señala también el inglés, no es de extrañar las amplísimas discrepancias entre los especialistas sobre lo que intenta hacer aquí Platón –cuál es su postura-, más no nos deja duda alguna de cuán importante era para él, y la necesidad, no de darnos una respuesta, sino que reflexionemos sobre ello.

No voy a hacer una exposición de todo el diálogo –a manera de resumen- pues dado el tema de este ensayo, la discusión que quiero abrir respecto al Crátiloes más de fondo que de forma, para lo cual me guiaré más adelante por los comentarios de Proclo. Los personajes del diálogo -junto con Sócrates- Hermógenes y Crátilo han argumentado sobre la situación de los nombres de acuerdo a la antítesis nomos-physis y deciden presentar su disputa a Sócrates. Hermógenes sostiene que los nombres son impuestos por acuerdo, es decir, son una convención (nomos) que puede cambiar a voluntad de los individuos; por otra parte Crátilo sostiene una tesis naturalista, afirmando que todo tiene un nombre naturalmente correcto –sea para griegos o extranjeros-; el diálogo de Sócrates se desarrolla en dos partes, primero con Hermógenes y luego con Crátilo. Prácticamente todos los comentadores modernos –y a su modo también lo hará Proclo- están de acuerdo en que muy probablemente Platón pretende, al llevar cada una de las dos tesis al extremo, mostrarnos que ni una ni otra es exclusiva o completamente correcta, sino que hay un punto medio o cierta complementariedad de las tesis. A lo largo de la argumentación de Sócrates a favor de una postura y luego a favor de la otra, al parecer, Platón nos va “soltando”, indicando puntos que consideraría importantes para nuestra reflexión. Y quizá más importante, nos muestra que el lenguaje mismo se puede prestar para defender una u otra postura igualmente; es decir, que el lenguaje es un medio o instrumento, como se sugerirá en la discusión con Hermógenes (385c-427d), pero que también se menciona en la discusión con Crátilo (428c-440e) respecto a que la finalidad del nombre es instruir. Si la función del lenguaje es mediadora, y se puede argumentar hacia una dirección o su contraria, entonces el punto medio hacia el que se nos apunta (entre ambas posturas en el diálogo) es la interpretación, tal como Sócrates interpreta algunos nombres en favor de una idea del flujo universal de todas las cosas y luego interpreta los mismos en favor de una idea de permanencia e inmutabilidad esencial.

Quiero suponer que no es en lo absoluto gratuita la mención de Hermes (408a,b) al que se relaciona con la palabra misma y la fuerza de ésta. Sócrates hace una etimología de su nombre respecto a hermenea, intérprete. Le llama nada menos que inventor del lenguaje y la palabra. Hermes es el dios mensajero patrono de los heraldos

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