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EL EVANGELIO SEGUN JESUCRISTO, JOSE SARAMAGO


Enviado por   •  23 de Marzo de 2012  •  11.211 Palabras (45 Páginas)  •  1.211 Visitas

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EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO

JOSE SARAMAGO

Editorial: De esta edición: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. - diciembre 1998

CONTRATAPA

JOSE SARAMAGO

ALFAGUARA

“El Evangelio según Jesucristo” basta para dar a Saramago un lugar en la biblioteca universal y en la memoria de los hombres.

“The Nation”

“El Evangelio según Jesucristo” responde al deseo de un hombre y de un escritor de excavar hasta las raíces de la propia civilización, en el misterio de su tradición, para extraer las preguntas esenciales.

“¿Quién es este nuestro Dios, primero hebraico y ahora cristiano, que quiere la sangre, la muerte, para que sea restablecido el equilibrio de un mundo que sólo de sus leyes se nutre?”

“El Evangelio” de José Saramago es todo así, trágicamente problemático, y sería absurdo condenarlo con leyes que no sean sus propias leyes, literarias, poéticas y filosóficas. Aquí no se niega lo divino, la religiosidad latente en el corazón de cada hombre: lo que se hace es interrogarlo, cuestionarlo, acusarlo.

Apasionadamente, religiosamente. Como Milton, situado en el lado del perdedor, que es siempre, no lo olvidemos, un ángel caído.

LUCIANA STEGAGNO PICCHIO

SOLAPA

José Saramago (Azinhaga, 1922) es uno de los novelistas portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero.

En España, a partir de la primera publicación de “El año de la muerte de Ricardo Reis”, en 1985, su trabajo literario merece la mejor acogida de los lectores y de la crítica. Gran parte de su obra está traducida al español y al catalán. Además del presente volumen, tercero de la Biblioteca José Saramago, que se inició con “El año de la muerte de Ricardo Reis”, otros títulos importantes son “Manual de pintura y caligrafía, Casi un objeto, Alzado del suelo, La balsa de piedra, Historia del cerco de Lisboa, Memorial del convento, Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres”. Alfaguara ha publicado también el libro de viajes “Viaje a Portugal” y el diario “Cuadernos de Lanzarote”. Desde 1993, José Saramago vive en Lanzarote, España.

“A Pilar”

“Puesto que ya muchos han intentado escribir la historia de lo sucedido entre nosotros, según que nos ha sido transmitido por los que, desde el principio, fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de informarme exactamente de todo desde los orígenes, escribirte ordenadamente, óptimo Teófilo, para que conozcas la firmeza de la doctrina que has recibido”.

LUCAS, 1, 1-4

“Quod scripsi, scripsi”.

PILATOS

El sol muestra en uno de los ángulos superiores del rectángulo,el que está a la izquierda de quien mira, representando el astro rey una cabeza de hombre de la que surgen rayos de aguda luz y sinuosas llamaradas, como una rosa de los vientos indecisa sobre la dirección de los lugares hacia los que quiere apuntar, y esa cabeza tiene un rostro que llora, crispado en un dolor que no cesa, lanzando por la boca abierta un grito que no podemos oír, pues ninguna de estas cosas es real, lo que tenemos ante nosotros es papel y tinta, nada más. Bajo el sol vemos un hombre desnudo atado a un tronco de árbol, ceñidos los flancos por un paño que le cubre las partes llamadas pudendas o vergonzosas, y los pies los tiene asentados en lo que queda de una rama lateral cortada. Sin embargo, y para mayor firmeza, para que no se deslicen de ese soporte natural, dos clavos los mantienen, profundamente clavados. Por la expresión del rostro, que es de inspirado sufrimiento, y por la dirección de la mirada, erguida hacia lo alto, debe de ser el Buen Ladrón. El pelo, ensortijado, es otro indicio que no engaña, sabiendo como sabemos que los ángeles y los arcángeles así lo llevan, y el criminal arrepentido está, por lo ya visto, camino de ascender al mundo de las celestiales creaturas. No será posible averiguar si ese tronco es aún un árbol, solamente adaptado, por mutilación selectiva, a instrumento de suplicio, pero que sigue alimentándose de la tierra por las raíces, puesto que toda la parte inferior de ese árbol está tapada por un hombre de larga barba, vestido con ricas, holgadas y abundantes ropas, que, aunque ha levantado la cabeza, no es al cielo adonde mira. Esta postura solemne, este triste semblante, sólo pueden ser los de José de Arimatea, dado que Simón de Cirene, sin duda otra hipótesis posible, tras el trabajo al que le habían forzado, ayudando al condenado en el transporte del patíbulo, conforme al protocolo de estas ejecuciones, volvió a su vida normal, mucho más preocupado por las consecuencias que el retraso tendría para un negocio que había aplazado que con las mortales aflicciones del infeliz a quien iban a crucificar. No obstante, este José de Arimatea es aquel bondadoso y acaudalado personaje que ofreció la ayuda de una tumba suya para que en ella fuera depositado aquel cuerpo principal, pero esta generosidad no va a servirle de mucho a la hora de las canonizaciones, ni siquiera de las beatificaciones, pues nada envuelve su cabeza, salvo el turbante con el que todos los días sale a la calle, a diferencia de esta mujer que aquí vemos en un plano próximo, de cabello suelto sobre la espalda curva y doblada, pero tocada con la gloria suprema de una aureola, en su caso recortada como si fuera un bordado doméstico.

Sin duda la mujer arrodillada se llama María, pues de antemano sabíamos que todas cuantas aquí vinieron a juntarse llevan ese nombre, aunque una de ellas, por ser además Magdalena, se distingue onomásticamente de las otras, aunque cualquier observador, por poco conocedor que sea de los hechos elementales de la vida, jurará,

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