El Alquimista
cafeconleche3 de Marzo de 2013
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Prologo
El Alquimista cogió un libro que alguien en la caravana había traído. El volumen no tenía tapas, pero consiguió identificar a su autor: Oscar Wilde. Mientras hojeaba sus páginas, encontró una historia sobre narciso.
El Alquimista conocía la leyenda de narciso, un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó, nació una flor, que fue llamada narciso.
Pero no era así como Oscar Wilde acababa la historia: él decía que cuando narciso murió, vinieron al lago transformado, de un lago de agua dulce, en un cántaro de lagrimas saladas.
---- ¿Por qué lloras? ----- le preguntaron las Oréades.
---- Lloro por Narciso ----- respondió el lago
---- ¡Ah, no nos asombra que llores por Narciso! ------- prosiguieron ellas----.
Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras el por el bosque, tú eras el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.
------ ¿Pero Narciso era bello? ------pregunto el lago.
------ ¿Quien podría saberlo más que tú?-----respondieron, sorprendidas, las Oréades-----. Al fin y al cabo era en tus márgenes que él se inclinaba para contemplarse todos los días.
El lago se quedo algún tiempo callado. Finalmente, dijo:
-----Yo lloro por narciso, porque cada vez que él se inclinaba sobre mis márgenes yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada.
“¡Que bella historia!”, dijo el Alquimista.
ILUSTRACIONES
CONTEXTO SOCIO HISTORICO
El Alquimista relata las aventuras de Santiago, un joven pastor andaluz que un día abandono su rebaño para ir en pos de una quimera. Con este enriquecedor viaje por las arenas del desierto, Paulo Coelho recrea un símbolo hermoso y revelador de la vida: el hombre y sus sueños. Considerado ya un clásico de nuestros días, este libro ha cautivado a millones de lectores de todo el mundo y ha superado la consagración literaria del autor, como uno de los grandes escritores de nuestro tiempo.
El Alquimista
Relata sobre un joven pastor que cuida su rebaño, y un día se queda dormido en una iglesia abandonada y vuelve a soñar algo repetidamente, y por lo
tanto, decide al otro día ir a visitar a una gitana para que le
descifre su sueño. Le cuenta que ha soñado con un tesoro cerca de las
pirámides de Egipto. La gitana le dice que tiene que ir a buscarlo y
que cuando lo encuentre en vez de cobrarle la consulta, debe darle la
décima parte de ese tesoro. No cree nada de lo que dice y decide
ir a buscar un libro más grueso para poder utilizarlo como almohada y
para tardarse más en leerlo. Estando en la plaza, iba a comenzar
a leer su libro cuando un hombre se le acercó y le dijo que el libro
era aburrido. Se agachó y el muchacho vio que había un resplandor en su
pecho. Comenzaron a platicar y el muchacho le contó sobre su sueño. El
hombre le dijo que él era el rey de Salem y que venia a ayudarlo para
que siguiera su sueño. El muchacho no creía que fuera un rey, pero se
descubrió el pecho y vio que era un tronco de oro puro con piedras
preciosas incrustadas. Quitó dos, llamadas Urim y Tumim, y le dijo al
muchacho que ellas le podrían ayudar a hacer decisiones importantes,
una significaba “si” y la otra “no”. El rey le habló de la
Leyenda Personal, que había que cumplirla, de la Suerte de Principiante
y lo instruyó en muchas cosas importantes. Le dijo que su sueño había
sido la señal de que debía cumplir su LEYENDA PERSONAL, que en el mundo
estaban escritas muchas señales que debía seguir para cumplir su
LEYENDA PERSONAL, le dijo “Cuando quieres una cosa, todo el Universo
conspira para ayudarte a conseguirla”. Decidió ir, vendió todo
su rebaño y juntó dinero para irse a Africa. Llegó a un bar y una
persona se le acercó, hablaba español. Comenzaron a platicar y el
muchacho le contó a lo que iba, le dijo que necesitaba comprar un
caballo, y ésta persona le preguntó si tenía dinero, el dueño del bar
los sacó, ya que la persona con la que el muchacho estaba, era un
ladrón. El muchacho se quedó sin dinero, y llegó a una tienda de
cristales. Entró y le dijo al dueño que le ayudaba a limpiar todos los
cristales a cambio de una comida. El dueño aceptó y cuando terminó el
dueño le dijo que fueran a comer. Le explicó que según el Corán era una
ley darle de comer al hambriento sin ninguna paga. Al dueño le gustó
tanto como se veían sus cristales limpios que empezó a tener mayores
ventas, el muchacho se quedó a trabajar con él cerca de un año para
juntar dinero y así poder regresar a Andalucía y comprar su nuevo
rebaño. Aprendió a hablar bien el árabe, y el dueño de la tienda le
explicó más cosas sobre las señales. “Maktub” decía. Las cosas estaban
ya escritas, como el destino. El muchacho tuvo brillantes ideas para
que el señor tuviera mejores ventas, pusieron una tienda en la punta de
una colina para que la gente que subiera tomara té en bellos jarrones
de cristal y así quisieran comprarlos. Cuando decidió irse,
volvió a acordarse de sus piedras de la adivinación, Urim y Tumim, y
les preguntó si el rey aún estaba con él. “Si” les volvió a preguntar
si debía continuar con su viaje y las piedras se cayeron por un agujero
de la chamarra. Se dio cuenta que sólo podía hacer preguntas concretas. Se
fue con una caravana que partía hacia Egipto, ahí conoció a un inglés y
se hicieron amigos. El muchacho sacó de su bolsa a Urim y Tumim. y se
asombró de que el inglés supiera el nombre de las piedras y éste le
dijo que no estaban en venta, el inglés le respondió que no tenían gran
valor comercial, que sólo eran piedras de la adivinación para los
alquimistas. Entonces el muchacho se sorprendió de que el inglés
también fuera un aprendiz de la alquimia, y el inglés le prestó libros
que traía para que aprendiera más. Cuando finalmente el muchacho
terminó de leerlos, el inglés le preguntó lo que había entendido y éste
le respondió que no había aprendido mucho, que sólo había aprendido que
la alquimia es tan fácil que se puede escribir en una simple esmeralda,
el inglés se sintió decepcionado. A mitad del camino les
informaron que había una guerra entre los clanes y que tendrían que
llegar lo mas pronto posible al oasis. Un camellero les explicó
que el oasis es un punto neutro donde nadie puede entrar con armas.
Pasaron varias noches y varios días caminando hasta que al fin
encontraron el oasis. El inglés saltó de felicidad mientras que el
muchacho disfrutó de esa victoria en silencio como le había enseñado el
desierto. Al entrar a las tiendas del oasis el jefe les pidió
que se despojaran de todas sus armas y el muchacho se sorprendió al ver
que el inglés llevaba un revólver consigo y le preguntó que para que lo
llevaba, el inglés respondió que para aprender a confiar en los hombres. Ese
primer día todos durmieron de cansancio y el muchacho estaba instalado
lejos del inglés junto con otros cinco muchachos de su edad. Querían
saber todo acerca de las grandes ciudades cuando llegó el inglés y se
lo llevó. El inglés le pidió que lo ayudara a encontrar al
alquimista y se pusieron a buscarlo en tiendas donde vivieran hombres
solos, más no encontraron nada. Se acercaron a un pozo a ver si la
gente que fuera a buscar agua, pudiera ayudarlos. Encontraron a
una señora y le preguntaron por el Alquimista. La señora les respondió
que no había nadie con ese nombre por ahí
...