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El Capitalismo Marx


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2012  •  1.851 Palabras (8 Páginas)  •  541 Visitas

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Decía Engels que Marx fue ante todo un revolucionario. Pero hay que añadir: un revolucionario muy especial. Por una parte, el socialismo y el comunismo son hoy y para siempre ideas inseparables del pensamiento de Marx, para quien “la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los propios trabajadores”. Pero, por otra, Marx es un revolucionario muy especial porque, aunque su figura es inseparable de su actividad política práctica en el movimiento obrero, además filosofó y analizó teóricamente las condiciones sociales de la revolución de aquellas épocas y, a mi juicio, lo hizo con más profundidad y visión que ningún otro pensador. Gracias a Marx sabemos por qué el capitalismo no puede ser eterno, por qué es el propio desarrollo de este sistema social lo que engendra el comunismo y por qué este cambiante estado de cosas no altera una verdad esencial: que mientras haya capitalismo surgirán, continuamente nuevos comunistas.

Marx nos transmite la convicción de que hay que revolucionar también la manera de estudiar y comprender la sociedad, hasta hacer posible, por parte de cada uno, una comprensión cada vez mayor, una conciencia del sentido de nuestra vida y de los intereses por los que debemos luchar: esto es la mejor forma de contribuir a una lucha efectiva por la revolución social de todos. Y con “El capital” él pretende contribuir a dicho conocimiento en la medida de sus capacidades. Y por eso su economía y su filosofía se unen en la teoría laboral del valor que se encierra en este libro y lo resume. Porque hay que crear un sistema de categorías que dé cuenta por completo de la esencia social moderna, y de eso comienza dicha teoría.

Todo es mercancía, en efecto, todos nos comportamos como mercancías y, lamentablemente, no tenemos otro remedio en esta sociedad que queremos cambiar. Pero para transformar adecuadamente esta sociedad hay que entender y explicar qué son las mercancías y cómo se comportan; cuál es su necesidad. En primer lugar, las mercancías tienen un precio y un precio distinto cada una ¿por qué son los que son y no otros distintos? Esto exige una teoría de los precios mercantiles y Marx contesto a ello: los precios normales de los bienes reproducibles –que son la inmensa mayoría de esas “cosas con precio” que son las mercancías, pero no todas– expresan fundamentalmente la cantidad de trabajo social que requiere cada una de ellas para ser reproducida en condiciones técnicas y sociales normales. Pero esta primera y clara afirmación requiere de mucha explicación que no se puede dar en pocas páginas. El capital “produce” las mercancías con trabajo, tanto vivo como muerto, pero también compite cada capital con otros capitales y la competencia entre todos exige que los precios no sean exactamente proporcionales a dichas cantidades de trabajo. Además hay mercancías que no han sido producidas con trabajo –por ejemplo, la tierra¬– pero sí tienen precio, y estas anomalías deben explicarse por sí mismas.

Pero luego hay que aplicar dicha teoría del valor a la mercancía humana: ¿qué sale de ello? Nada menos que la teoría de la explotación. Ante todo, la explotación no es un fenómeno moral ni su análisis puede reducirse a una crítica política; es una categoría dentro de un sistema teórico y tiene un significado preciso que hay que describir con la exactitud de un científico y contrastar con la realidad como hacen los científicos. La explotación del trabajo por el capital se produce porque dominan determinadas condiciones sociales que hacen posible que el conjunto de los trabajadores, trabaje demasiado. Trabajan de más y con ello producen no sólo la fracción del producto social que ellos mismos consumen en su vida y basta para reproducirlos a su nivel de subsistencia, pues con él no pueden hacer otra cosa que sobrevivir como asalariados y seguir vendiendo su fuerza de trabajo como mercancía una y otra vez, sino también el producto que repone los medios de producción consumidos y, en tercer lugar el que requieren los beneficiarios del sistema para su propio consumo y para la formación de nuevo capital en las empresas que poseen el beneficio, o expresión monetaria.

Precisamente porque la reproducción del trabajo será posible de otra manera en la forma social que sustituya al capitalismo, la teoría del valor y el precio de la fuerza de trabajo es, además de una teoría del salario, una teoría del comunismo. En el capitalismo, cuando la sociedad aún debe contar de forma avariciosa el trabajo según el coste monetario que tiene para los propietarios, las personas se reproducen y tienen que reproducirse como personas desiguales, que cuestan más o menos dinero según los casos porque consumen una porción mayor o menor del dinero creado por esta sociedad. Pero en la sociedad de iguales cuando todos juntos y asociados puedan recuperar la dignidad del trabajo igual, la propiedad igual y la libertad auténtica reproducir a cada miembro de la sociedad, a cada ciudadano como tarea colectiva de la ciudadanía, costará lo mismo en todos los casos sin excepción: todos “costaremos” simplemente una fracción idéntica del coste global de autoreproducción de la sociedad. De la misma manera en que ya hoy nos parece avaricioso pagar un precio diferente a un pasaje de transporte público según se vaya a realizar un trayecto de sólo 2 paradas, o bien de 5 ó 10 paradas más, la sociedad futura decidirá en términos que ya habrán superado la ley capitalista del valor. Y, por tanto, es cierto que sustituirá el valor por el valor de uso, pues el valor de uso principal de la nueva sociedad, de la ciudad libre e igual, es permitir materialmente a cada uno

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