El Jugador De Dostoievski
belpitusa7 de Agosto de 2013
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La obsesión por el juego
La novela El jugador de Fiódor Dostoievski, publicada en el año 1867, se enmarca en un contexto de lucha por parte de las agotadas clases nobles del siglo XIX contra los cambios que la creciente burguesía trajo consigo; como el surgimiento de nuevas castas sociales dominantes que alteraron el viejo orden del mundo y socavaron el largo poderío de la nobleza. Además, se evidencia la desvalorización que pareciera adquirir la vida humana en medio de las rígidas estructuras sociales europeas. Es así que se narran las miserias de numerosos personajes en base a la obtención de dinero fácil y adicción por el juego. La narración en primera persona es contada desde el punto de vista Aleksei Ivanovich, tutor de una familia rusa que vive en un hotel alemán. El patriarca de la familia, el General, se encuentra en deuda con el adinerado francés Des Grieux, quien ha hipotecado la propiedad del ruso. Ambos, al enterarse de la enfermedad de una tía rica del hombre en banca rota, esperan el fallecimiento de la mujer para cobrar la tan ansiada herencia. Paralelamente, el personaje de Polina (hijastra del General) se encuentra en la misma situación económicamente caótica. Por lo tanto, encarga a su preceptor Aleksei que juegue en la ruleta del casino de la ciudad Roulettenburg como último recurso para obtener dinero. De este modo, Dostoievski elige la pasión por el juego para dibujar las miserias de un grupo de aristócratas y para plasmar, a su vez, las características de los rusos. En tal caso, las palabras de Mr. Astley (el inglés) en diálogo con Aleksei fueron las siguientes: “Todos los rusos que tienen dinero van a París” (2007; 134) y Aleksei posteriormente añadió: “[…] fue una locura y estupidez. En total permanecí en París algo más de tres semanas y en ese tiempo se escurrieron por completo mis cien mil francos” (2007; 138). Esto connota claramente las visiones inglesas basadas en el porvenir en contraposición con la actuación rusa que despilfarra dinero porque sí: “[…] la verdad es que no soy avaro; más bien, creo que soy un manirroto” (2007; 149).
El autor empírico, al tratar de plasmar las características típicas de los rusos, los piensa como no capacitados para controlar las emociones, ya que los deseos descomunales de jugar a la ruleta no se hacen esperar nunca, ni aun cuando las reservas de dinero se estaban agotando. Tales son las palabras de los dos judíos dirigidas a Aleksei cuando éste había ganado una suma considerable: “¡Es usted muy audaz! ¡Muy audaz!, pero márchese sin falta mañana por la mañana, lo más temprano posible; de lo contrario lo perderá todo, pero todo […]” (2007; 126) Aleksei no escuchó estos consejos y confiesa más adelante: “[…] me sentí de repente arrebatado por una terrible apetencia de riesgo. […] Si las reglas del juego me hubieran permitido apostar cincuenta mil florines de una vez, los hubiera apostado […]” (2007; 126). Previo a este episodio, Aleksei reconoce que su destino no sería el mismo si pudiera al menos dominarse durante una hora; razón que el arrebato no puede corromper.
Dostievski dota de actitudes similares a la tía del General que vivía en Moscú, llamada Antonida Vasilyevna (la abuela para los demás personajes), ya que no logra dominar los impulsos que la llevan al casino para jugar a la ruleta horas y horas, quedándose finalmente con escaso capital. “La catástrofe”, como así lo determina Aleksei, hace referencia al último día de juego en el casino en el cual, la abuela, perdió todo. Incluso hasta los polacos, que eran considerados déspotamente como mendigos, ya no la escuchaban, ni la atendían. Es más, ya no la tomaban en cuenta.
Podemos decir, que la historia no se centra tanto en los acontecimientos, sino en la moralidad de los personajes, quienes son capaces de cometer actos descabellados e irracionales con tal
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