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El Muro


Enviado por   •  22 de Abril de 2013  •  Síntesis  •  7.905 Palabras (32 Páginas)  •  301 Visitas

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Capitulo 1:

La ciudad, el río, el chico.

En la desembocadura Pepo, el extraterrestre.

Una idea.

Había una vez una gran ciudad donde vivían dos chicos, un varón y una nena. El chico se llamaba Matías y sus amigos lo llamaban Matu. La chica se llamaba Angelika y para todos era Angie.

La ciudad constaba de dos partes. Una quedaba al este; la otra, al oeste. Matu vivía en la parte este de la ciudad; Angie, en la parte oeste. Pero entre este y oeste había una frontera muy recta y hostil. La ciudad se llamaba Berlín.

A través de la ciudad dividida corría un río. Hacia el sudeste, entraba en la ciudad y hacia el noroeste volvía a salir. El río se llamaba Spree y en sus orillas había mucho verde, pero también muchas fábricas y casas. Y el tramo del río que atravesaba la ciudad también estaba dividido.

Matu vivía no muy lejos de Spree, entonces siempre se sentaba en la barranca, apoyaba los codos sobre las rodillas, la cabeza sobre las manos y miraba el agua y siempre soñaba con el río, sabía que el Spree desembocaba en el Havel y este a través de varios ríos y canales desembocaba en el Elba. Y el Elba desembocaba en el océano Atlántico Norte.

De repente algo lo despertó del sueño haciéndole cosquillas, era Pepo Klemm, su compañero de banco en la escuela y su mejor amigo.

Obviamente, Pepo no se llamaba Pepo de verdad, sino Damián, aunque nadie sabia bien el porque del sobrenombre. Pepo no era muy bueno que digamos para la escuela, la profesora había organizado para él clases de apoyo, y Matu siempre se quedaba a ayudarlo pero ese día no tenia ganas de pensar en la escuela. Matu tomó una rama y la arrojó al agua, le pregunto a Pepo donde podría llegar esa rama, él se quedo un momento pensando y luego re respondió que la rama no podía llegar a ningún lado porque se pudriría, Matu se quedó mirando a Pepo un largo rato y luego le propuso que tenia que ser otra cosa más sólida y no una rama, en ese momento Pepo dijo de una botella, a Matu le había gustado la idea, pero no se animaba a decírselo, pero igualmente él percibía que había dicho algo genial, Matu se quedo mirando el Spree y pensó que su mensaje tal vez podía llegar a América, Pepo entonces recibió los elogios merecidos, y le preguntó si el quería enviar uno pero Matu no negó, se dio media vuelta y se marcho.

Capítulo 2:

Angie de Leo

Una pequeña charla

El mundo de las damas

Una casita con jardín.

El mismo día en que Matu y Pepo miraban el Spree, también Angie estaba mirando el río. Solo que unos kilómetros río abajo, en la desembocadura del Hansa. Allí, entre las muchísimas casas había un pequeño puente sobre el Spree: la pasarela de la calle Wullenweber. Justo al lado había un sauce en el cual se encontraba Angie descansando magníficamente sola, ella estaba triste ya que hacia una semana que vivía en ese barrio, antes vivían en el Leopold-Platz, también en Berlín Occidental. Ella había crecido en aquel barrio, y conocía chicos, negocios, a sus vecinos y cada esquina le era familiar, allí todo le parecía extraño, los chicos le parecían idiotas, especialmente los de la escuela que la llamaban “bagre” desde el primer día de clases, porque era un poco mas chiquita, más flaca y más pálida que ellos.

Angie en el antiguo barrio jugaba al fútbol en el equipo femenino del Club de Fútbol de Leo.

Un grito de la madre que la llamaba apurada, porque se tenia que ir a trabajar, y mientras se dirigía a la casa pensaba que si sus padres no se habrían mudado tan lejos no andarían tan apurados, en el camino se le adelanto un chico en bicicleta, ella lo había visto un par de veces y sabía que sus padres eran turcos y que tenían una pequeña sastrería en la esquina de la calle Solinger.

Al pasarla el chico le tiro una risita sobradora, ella giró su rostro, pero se había puesto colorada, le pasaba cada vez que un chico la miraba así.

El chico frenó, se bajó de la bici y la miró de frente, se apartó el pelo de la cara. Tenía cabello azabache, anchas cejas negras y tez muy morena. El había encontrado su brazalete rojo y se lo devolvió, Angie se pudo aún más colorada que antes, lo tomó, le agradeció y continuo su camino, el chico se subió a la bici y se echó a andar junto a ella.

El se presento y le dijo que se llamaba Cabbar, pero que le decían Boby.

Angie se detuvo ya que estaba frente a su casa, Boby se bajo de la bicicleta y le sugirió seguir la charla, esta ves había sido él el que se puso colorado, y no afloro ninguna risita, Angie le contesto que si y propuso que se vean al día siguiente a las tres, ya que la tienda donde trabajaba su madre abría y no le estaría encima.

Ella ingreso a la casa, si la madre salió apresuraba al trabajo ella trabajaba en “ El mundo de las damas” una tienda de ropa de lo más elegante, no le agradaba trabajar ahí, pero no había podido encontrar tan rápido otro empleo.

En cambio en padre era jefe de personal en Seguros y Beneficios y a veces tenia que llevar al aeropuerto a amigos de la compañía.

Angie se puso a pensar en Boby, y se puso de muy buen humor, de repente sonó el teléfono, era el padre avisando que a la noche no iba a llegar para cenar, colgó y se quedo muy triste y amargada porque nadie la comprendía, la madre siempre debía irse a “EL mundo de las damas” y el padre que llamaba continuamente: no aguantaba más.

Capítulo 3:

Matías Loerke, RDA

El chico bajo las palmeras

Rejas en el agua

Una prueba.

Al día siguiente amaneció soleado, mientras Angie se levantó enseguida para poder ver a su papá por la mañana, aunque fuera por un ratito, Matu se quedó en la cama para poder seguir pensando un poco en su idea. Aunque la idea era más bien de Pepo no lo había dejado dormir en toda la noche.

Primero se había quedado una hora leyendo

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