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El Nombre De La Rosa

Jefte_PF20 de Febrero de 2014

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EL NOMBRE DE LA ROSA

La película, El nombre de la rosa, cuyo título original es, Der Name der Rose, es una película ítalo-franco-alemana del director Jean-Jacques Annaud estrenada en 1986 y protagonizada por Sean Connery (en el papel del fraile franciscano Guillermo de Baskerville) y Christian Slater (como el novicio Adso De Melk), basada en la novela del mismo nombre escrita por Umberto Eco.

Esta relata los extraños hechos, asombrosos y terribles que se presentaban en una abadía benedictina, que como lo menciona el narrador (Adso De Melk) al iniciar la película, dichos hechos transcurren a finales del año 1327 al norte de Italia, y luego complementa diciendo (lo que deja una duda sobre el porqué del nombre de la obra) “una abadía cuyo nombre, parece ahora más piadoso y prudente omitir”; esta introducción da cabida a una duda, ¿Por qué es prudente omitir ese nombre?, pasando ya la introducción magníficamente pensada para obligar casi que inmediatamente al receptor de este corto mensaje a dudar de absolutamente todo lo que se le presente, y a no solo analizar los hechos en los que los protagonistas tienen incidencia, sino, todo el trasfondo en donde se desenvuelven dichos hechos.

Parece prudente a mi juicio, comenzar, luego de esta pequeña introducción, con un resumen, que luego de haber terminado, procederé a comentar aquello que a mi parecer es de pertinencia saber, y que resulta tan relevante, que sería un crimen con esta magnífica obra, dejar pasar por alto.

La historia comienza con un narrador, del cual solo sabemos que presencio lo hechos que él mismo llama asombrosos y terribles, que transcurrieron a finales del año 1327, en una apartada abadía, la cual posteriormente sabremos que es benedictina, en el norte de Italia, y como antes mencione, dice que su nombre es mas piadoso y prudente omitir.

Se muestran unos magníficos paisajes por el cual se ven, a lomo de caballo un hombre ya mayor, y en una mula un joven que lo acompaña, posteriormente se divisa una construcción imponente, la abadía de la cual se habla, con ese estilo gótico y oscuro el cual, es totalmente congruente con el periodo en el cual, en narrador data los hechos, la edad media.

Llegando a esta abadía, son recibidos los dos viajeros por unos monjes quienes, lavan sus manos en señal de humildad, estos monjes pertenecen a la orden de San Benito, los cuales, como históricamente se sabe, visten túnicas negras, se evidencia claramente que el narrador es uno de los viajeros, pero, al decir, “ojala, mi mano no tiemble ahora que me dispongo a narrar el pasado y, a revivir la sensación de desasosiego que oprimía mi corazón, mientras penetrábamos en aquellos muros”, esto nos da claridad de quien narra la historia, pues aquel que mostro temor al entrar en esa imponente construcción fue el viajero joven.

En la escena siguiente se presentan tres monjes benedictinos, dos hablan de manera misteriosa de un secreto, que crea aun más interés y luego le consulta al más viejo de los tres, un monje ciego al que llaman venerable Jorge, posteriormente sabremos que los otros dos hombres son, el abad, que es la autoridad superior de la abadía, y el bibliotecario.

Posteriormente, en la escena siguiente, podemos darnos cuenta de la clase de investigador, y la gran capacidad e inteligencia de nuestro viajero mayor, al decirle a el viajero joven, nuestro narrador, donde quedaba el baño, en ese transcurso, vemos que el viajero mayor saca de su maleta algunos implementos como una brújula, una especie de transportador y un reloj de arena, que para ese entonces eran considerados elementos inspirados por el diablo y que sin lugar a dudas harían que lo llamasen hereje y fuera entregado a la inquisición, es por eso que cuando entra a la habitación de nuestro viajero investigador el abad, este esconde inmediatamente estas herramientas muy tecnológicas para su época, es aquí en donde tenemos certeza de que nuestro viajero investigador es de la orden franciscana y el abad de la orden benedictina, y se menciona a un delegado de la orden franciscana, Ubertino Da Casale, y se conoce de la primera muerte, Adelmo de Otranto, quien dice nuestro viajero que admiraba su trabajo, por ser un cómico puro y con mucho talento, luego de esto, para finalizar esta escena, conocemos el nombre de nuestro narrador, Adso de Melk, hijo del barón de Melk y novicio de nuestro viajero.

Luego, Adso y nuestro viajero se dirigieron a la capilla, en donde encontraron a un hombre de túnica blanca apostado en el suelo, por lo que se presume que es un franciscano y también sabemos que el único franciscano a parte de nuestro viajero es Ubertino, el cual efectivamente era quien se encontraba en el suelo, es la primera vez que escuchamos el nombre de nuestro viajero, Guillermo de Baskerville, al confluir los tres, primero Guillermo no es reconocido por Ubertino, pero, posteriormente lo hace, se evidencia algo muy importante en esta charla, unos pequeños indicios del estado mental de Ubertino y de sus inclinaciones sexuales. Otro suceso importante, es el mencionado por Guillermo, Ubertino se tuvo que esconder debido a que podía ser considerado hereje por su trabajo, que iba en contra de la ideología de la iglesia, escribió un libro que hablaba sobre la pobreza de Jesús y que en nada se parecía a la ostentosa vida de algunos miembros del clero en la edad media.

Durante la investigación de la primera muerte Adso se encuentra con una campesina quien pelea por las sobras de comida que, como lo dice Guillermo, demuestran la generosidad de la iglesia, esta campesina va a tener un papel muy importante en el desarrollo de toda esta historia.

En una escena posterior se evidencian los impuestos que eran cobrados por la iglesia en su supremacía de poder, estos imponían el diezmo, con la promesa de que todo aquello que diezmaran iba a ser multiplicado cien veces y bajo la amenaza de una pena por no contribuir a la iglesia.

En escenas posteriores se evidencian ciertas cosas, el desprecio del venerable Jorge por la risa, escena en la cual se plantea una hermosa discusión a cerca de la risa y si el mesías la aprobó o no, se menciona por primera vez el libro de Aristóteles, la poética, de la cual se dice que existe, pero, el venerable Jorge hace hincapié en que esa obra jamás fue escrita, posteriormente se sabe que Guillermo, no siempre fue monje franciscano.

Aparece un nuevo muerto, Venancio de Salvemec, el único monje de color de la abadía, y quien se encargaba de traducir del griego los pergaminos, y quien se especializaba principalmente en Aristóteles, antes de su muerte se le ve riendo y leyendo un libro. Este monje es encontrado de cabeza en la sangre de las bestias que sacrificaba la orden, por lo cual, se difunde el rumor de que el diablo anda suelto en la abadía, y que es la segunda trompeta del apocalipsis, y como dijo inmediatamente y muy seguidamente Ubertino, seguiría pasando.

En la investigación de la muerte de este traductor encuentran una huella, la cual Guillermo dice que deberían guardar en su memoria.

Al encontrarse con el monje herbolario, Severino, también se evidencia una parte muy polémica de su discurso, cuando este monje dice que un poco de cebolla puede prolongar la erección de un hombre, y posteriormente dice, de alguien que no haya tomado los votos de castidad, luego de esto, Guillermo le pregunta algo relacionado con el arsénico, y este le responde que en pequeñas dosis es usado para tratar asuntos ligados a los nervios, luego Guillermo le pregunta qué pasaría si es aplicado en dosis no tan pequeñas, a lo que el herbolario responde, la muerte.

En el transcurso de esta escena al investigar las misteriosas muertes, se dirigen al lugar donde trabajaban los difuntos monjes, este lugar es donde arduamente se transcribe a puño y letra todas las enseñanzas que la iglesia cree pertinente, pero, que para sorpresa de Guillermo, tenía muy pocos libros, lo que lo hizo sospechar de una puerta misteriosa la cual no sabían a donde conducía. También se encuentran con Salvatore de Monferrate, quien, instigando a Adso, es sorprendido por Guillermo quien por una palabra, penitenziagite, descubre que este fue perteneciente a los dulcinites, por ser esa palabra su grito de batalla, también explica que esta orden creía en la pobreza de cristo, pero también creían que todos debían ser pobres y mataban a los ricos y destruían sus propiedades, cosa que los diferenciaba de los franciscanos.

Llevados por la curiosidad de la puerta, Guillermo y Adso se dirigen al lugar donde se transcriben los manuscritos, en donde se encontraba Berengario de Arundel, el ayudante del bibliotecario, quien se encontraba leyendo un libro el cual dejo inmediatamente escucho pasos, libro que posteriormente fue encontrado por Guillermo y Adso, quienes al observar detenidamente el libro, lo encontraron muy polémico, tenia imágenes como burros dictando cátedra a obispos, el cual lo hacía inapropiado para la misión de la iglesia, para poder ver mejor el libro, Guillermo saca sus lentes, objeto que también era considerado como herramienta de brujería, pero, al escuchar un ruido, Guillermo y Adso dejan el libro para buscar al misterioso merodeador, el cual, al ver la oportunidad, se lleva el libro, con los lentes en su interior, en esta persecución Guillermo y Adso se dividen, como resultado de esta búsqueda Adso entra a una habitación en donde se oculta por miedo, en donde Remigio de Varagine, quien también era dulcinite, se encuentra buscando a una mujer, la cual se encontraba escondida junto al joven Adso, esta mujer es la misma campesina a quien vio anteriormente, y que luego de tener relaciones sexuales con ella, lo deja, dejando atrás un corazón de buey, que iba a ser el pago

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