El cuerpo en el aprendizaje

Al hablar de juego como un componente que favorece en el desarrollo del niño, es importante mencionar el papel fundamental que juega la motricidad en el aprendizaje, es decir, en el desarrollo global e integral del niño. El aprendizaje de los contenidos a través del movimiento o de la actividad motriz, no podría entenderse sin este; es decir que el juego es considerado el mejor instrumento para el aprendizaje a través del movimiento.

El primer aprendizaje que el niño tiene que adquirir es el corporal, ya que el niño por medio de su cuerpo interacciona con los otros, con el medio y con los objetos, y a la vez, es el cuerpo el que  cumple un papel de acción, la cual permite al niño explorar  este medio, posibilitándole la apropiación de la información, de donde surgirá la significación, la conservación y la organización de su hacer; es por ello que la puesta en movimiento es el contexto más propicio para el aprendizaje, la acción, la experimentación y el juego.

Bernard Aucouturier en su obra “¿Por qué los niños y niñas se mueven tanto?” expone que es natural, normal y saludable que los niños y las niñas se muevan, ya que la motricidad es el medio privilegiado que los niños tienen para expresar sus sensaciones, emociones, percepciones, representaciones, como así también para conocer el mundo y relacionarse con los demás (Aucouturier y Mendel, 2012).

Podemos decir entonces que mediante las experiencias de movimiento, se estimula el proceso de aprendizaje, y es por medio del juego, que el niño adquiere y refuerza conceptos. Le Boulch (1981) asegura que el aprendizaje debe serle otorgado al niño por medio de experiencias que le permitan una constante confrontación con el medio, siendo el juego el medio que permite al niño ejercer una función de ajuste individual o grupal. El juego ante todo es actuar, sentir, fluir, mediante una participación activa, mediante una acción motriz o simbólica.

Ante lo dicho, Aucouturier expresa:

“La acción espontanea del niño nos informará de la manera en que percibe el entorno material y relacional. Su acción es un indicio de la expresión del cuerpo en su ser esencial y en su relación con el otro. Asimismo, su acción manifiesta su capacidad para emprender una actividad, organizarla y realizarla” (Aucouturier y Mendel, 2012, pág. 8).

Hernández-Martínez y González-Martí (2013), en su trabajo exponen que se puede pensar al juego como el medio facilitador y favorecedor del aprendizaje, ya que el mismo otorga motivación y placer al niño, además de concederle seguridad en su accionar, ya que para el niño el jugar le ofrece un lugar de seguridad donde puede manipular y poner en escena libremente sus acciones. Es decir, se considera al juego como “una actividad física y mental fundamental, que favorece el desarrollo de la persona de forma integral, ya que constituye un medio que emplea los niños con el fin de reproducir sus vivencias relacionales con el entorno” (Hernández, 2013, pág. 99).

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