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El laberinto de la modernidad

penetreitoTutorial9 de Diciembre de 2014

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Hacia una crítica de la razón mítica.

El laberinto de la modernidad

Materiales para la discusión

Franz Hinkelammert

1

Contenido:

- Prólogo: Se abre el laberinto………………………………………………………4

- A manera de una introducción: Prometeo, el discernimiento de los dioses y la ética

del sujeto. Reflexiones sobre un mito fundante de la modernidad……….8

Capítulo 1: La polarización fundamental en el cristianismo……………………..40

a. Mito y razón instrumental

Excurso: La crítica de la razón mítica: la constitución de la realidad por el criterio

vida y muerte.

b. Los inicios de los mitos de la modernidad en el cristianismo

Excurso: El Apocalipsis como visión de la historia occidental.

Capítulo 2: Corporeidad concreta y corporeidad abstracta: la espiritualidad del

mercado…………………………………………………………………………………84

Excurso: El mercado como mediador de salvación

Capítulo 3: Los cortes históricos de la humanización de Dios……………………91

Excurso: Globalización, libertad y democracia

Capítulo 4: Capitalismo como culto: la culpa……………………………………..106

Texto: Walter Benjamin: Capitalismo como religión. Un fragmento

a. La base del culto: el culto al dinero y al oro

2

b. Capitalismo como culpabilización sin expiación

Capítulo 5: El capitalismo como religión y su teología………………………115

a. La objetividad abstracta

Excurso Objetividad.

b. La objetividad en tiempo y espacio.

c. La objetividad de los mecanismos de funcionamiento

Excurso: Causalidad y proceso de producción

Capítulo 6: El Dios del poder y el Dios de la redención………………………141

Excurso A: La teoría del reflejo y la teoría del espejo: Algunas reflexiones sobre

realidad y conocimiento a partir de la teoría del fetichismo de la mercancía.

Excurso B: La inversión de los derechos humanos por medio de la construcción de

monstruos.

Excurso C: La administración de la muerte.

Excurso D: El retorno del sujeto humano reprimido frente a la estrategia de

globalización.

- Síntesis y final………………………………………………………………….182

3

Prólogo: Se abre el laberinto

El siguiente texto es el resultado de un curso realizado en el DEI, San José, en el

Seminario de Investigadores realizado en los meses de agosto hasta Noviembre de

2006. En este curso intenté efectuar algo como una síntesis de muchos trabajos

anteriores. Pero lo que me resultó, no era en realidad una síntesis y mucho menos un

sistema. Cada vez más me di cuenta que se me había formado un laberinto.

Francisco Gutiérrez lo llamaría una chifladura. Por eso el subtítulo habla del laberinto

de la modernidad. Las realidades que se dan en el interior de la modernidad resultan

laberínticas, y, por tanto, el mismo pensamiento que trata captarlas llega a ser un

gran laberinto también. Posiblemente toda realidad resulta ser eso, pero la

modernidad lo es de una manera mucho más imponente y hasta más desesperante.

El laberinto, si es suficientemente complicado, es un lugar del cual resulta imposible

encontrar la salida. Tiene una salida, pero hay tantos caminos que se cruzan y que

van en curvas in sospechadas, que prácticamente la salida es imposible. Por eso es

un lugar desesperante, si no hay orientación hacia la salida. De un lugar a otro un se

mueve, repite caminos, descubre nuevos, pero ningún camino va a un lugar del cual

se puede saber, cual lugar es. Parece haber algo, pero siempre resulta que este algo

tampoco es lo que se busca como salida.

Ciertamente hay una salida. Si no la tuviera, no sería un laberinto, sino un infierno.

Pero no está a la mano. Se ha entrado al laberinto, pero es imposible encontrar la

salida. La salida está por dónde se entró. En el caso de la modernidad, la entrada al

laberinto ha sido inevitable, porque no se sabía de que se trataba de un laberinto al

cual se entró. Las promesas del camino parecían esplendidas, y una vez entrada, la

salida se perdió.

Es espacio del laberinto no es infinito, pero el camino por el laberinto no tiene fin. Y

hay que caminar por él, porque otro camino no hay. Al caminar el caminante cambia

el propio laberinto; por eso siempre es otro. En el laberinto no hay orientación hacia

donde. Por eso hay que salir siempre de nuevo para volver a entrar con orientación,

hasta que esta se pierde. Hay que volver a salir entonces para volver a entrar. Pero

siempre hay que volver a entrar al laberinto de la modernidad porque no hay otro

camino. No hay postmodernidad.

En el mito griego del laberinto el héroe entra al laberinto y encuentra solamente de

nuevo la salida, porque lleva consigo un hilo, que Ariadne le consiguió y que

constantemente le permite saber, cual ha sido su caminar adentro. Por eso puede

volver. En el laberinto de la modernidad hace falta también este hilo de Ariadne, para

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poder volver y conseguir desde afuera la orientación para poder seguir el camino

adentro. Pero el hilo se gasta, y hay que volver siempre de nuevo para renovar o

alargarlo.

Hay que buscar este hilo de Ariadne.

En el texto que sigue intento a encontrar este hilo de Ariadne, para no estar perdido

en el laberinto que resulta ser el lugar en el cual nos encontramos. En el texto

desarrollo esta búsqueda. Encuentro el hilo en un hecho, que marca la historia

occidental y con el cual aparece lo que en el curso de la historia resulta ser la

modernidad.

Este gran hecho es que Dios se hizo hombre, se hizo ser humano. Ocurre en el

primer siglo y nunca más desaparece de la historia. Los muchos lugares del laberinto

sin lugares donde aparecen las consecuencias y las conclusiones de este hecho,

pero siempre se pierden de nuevo, nunca son suficientes, muchas veces son

negados y constantemente se hacen irreconocibles para ser vuelta a ser asumidos a

partir de otra salida del laberinto para volver con un hilo de Ariadne renovado.

Yo hablo del hecho de que Dios se hizo hombre, no de la fe o creencia. Se trata de

un hecho perfectamente secular. Es un hecho antropológico. Efectivamente se trata

de un hecho que podemos constatar. Evidentemente hay también la fe de que Dios

se hizo hombre. Está en el centro del cristianismo. Tiene un forma religiosa y el hecho

se produce – por lo menos, eso es muy probable - a partir de esta fe. Pero va más

allá de la fe, porque también según la fe Dios no se hizo cristiano, sino se hizo

hombre, ser humano. La paradoja del mensaje cristiano es, que Dios no se hizo

cristiano, sino hombre. Desde el comienzo el mensaje cristiano va más allá de lo

cristiano. El mensaje es, humanizarse, no necesariamente cristianizarse. La

secularización del cristianismo es parte del mismo cristianismo, es su interior. El

mensaje de humanizarse puede rebelarse en contra del mismo cristianismo instituido.

Se le escapa al cristianismo constituido. Que Dios se hizo hombre se transforma en

un hecho secular, antropológico. Eso está en la raíz de la herejías y el cristianismo es

la religión de las herejías. El mismo Jesús es el hereje principal para el cristianismo

constituido. Las grandes emancipaciones de la modernidad – la del individuo, la de

los esclavos, la de la mujer y la de la clase obrera – nacen del hecho que Dios se hizo

hombre, ser humano. Pero todas encontraron en el cristianismo constituido un

enemigo ferreo. El cristianismo produce las herejías para condenarlas después. Por

eso estas emancipaciones, que todavía están en curso, no son cristianas, pero

surgen porque Dios se hizo hombre.

A partir de eso se transforma en un hecho que penetra la sociedad entera y su

cultura. Todo mundo mítico del occidente anterior se derrumba, pierde su

sustancialidad y se transforma en un tesoro de sapiencia. Los dioses ahora son

dioses alegóricos. El mismo Dios Yahvé cambia. En el cristianismo es ahora un Dios,

del cual Irineo de Lyon dice: gloria dei, vivens homo. La gloria de Dios es el ser

humano vivo. El mismo centro de Dios ahora es el ser humano y no al revés. El

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mismo Jesús dice: El reino de los cielos está entre Ustedes. Ya no está en el cielo,

sino es ahora la interioridad de la inmanencia, su exigencia, la humanización del

mundo y de cada uno. Si vuelve a aparecer un cielo en el más allá, es extensión del

cielo en el más acá, su trascendentalidad. Sartre puede ampliarlo sin la más mínima

contradicción: el infierno, eso son los otros. También el infierno está entre nosotros.

Sartre lo dice en el tiempo de hoy, en el cual el infierno parece prevalecer. Pero

escogemos, si es el cielo, que está entre nosotros o el infierno. Nuestra sociedad

escoge el infierno.

Ya los padres de la iglesia hablan del deber de fomentar el cielo en la tierra. Dios se

hizo hombre. Pero eso

...

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