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Elementos Para Textuales


Enviado por   •  14 de Abril de 2014  •  1.378 Palabras (6 Páginas)  •  523 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Durante toda la historia del desarrollo humano, la disponibilidad de agua fue una preocupación esencial. Los indígenas viajaban a lo largo de los ríos. Los árabes fueron maestros en las técnicas de riego agrícola. Los romanos nutrían a sus ciudades con fantásticos acueductos. Durante el siglo XX la tecnología y la disponibilidad de la energía del petróleo nos hicieron pensar que por fin el problema del agua estaba en vías de ser resuelto para siempre. Una buena parte de la humanidad (aunque no toda) nos acostumbramos a tener agua en la casa permanentemente, sin más esfuerzo que abrir una canilla. El costo de ese servicio era muy bajo. El agua era buena. Cuando chicos bebíamos agua de cualquier lugar, inclusive de arroyos o de la manguera del jardín.

Sin embargo, el siglo XXI comienza con signos inquietantes. Los recursos naturales, que pensamos eran infinitos, comienzan a dar problemas. Los bienes naturales, tales como energía, agua, metales, etc. comienzan a hacerse más caros. En lo que hace al agua, aparecen los medidores. Y todo el mundo pasa a tomar agua mineral, desconfiando del tratamiento de las redes de distribución urbanas y llenando los basurales de botellas de plástico vacías.

Lamentablemente, todo indica que esos cambios no son pasajeros, sin que han venido para quedarse. Es posible que esta cápsula espacial llamada Tierra, grande pero no infinita, este comenzando a dar signos de que se estamos alcanzando los límites de los sistemas que la mantienen apta para que la humanidad se desarrolle en ella. Y uno de las luces amarillas más notorias en el tablero de mando de esa nave espacial corresponde precisamente al agua.

Aunque el agua no desaparece, su disponibilidad y calidad sí cambian, y no para bien.

Usualmente cuando se habla de los problemas ambientales miramos a nivel planetario, y tendemos a evadirnos pensando que el agua falta en el desierto de Gobi o que la contaminación es algo de los países industriales, pero que en casa todo esta bien.

Por desgracia, la realidad es más dura. Los problemas ambientales ya llegan a la puerta de cualquier ciudadano del planeta, dondequiera que esté. También es verdad que usualmente sólo percibimos realmente los problemas cuando nos afectan directamente. Por lo tanto, es hora de enfocarnos en la realidad que nos rodea, y ocuparnos del lugar donde vivirán nuestros hijos.

La principal dificultad consiste en encontrar maneras más efectivas de conservar, utilizar y proteger los recursos hídricos a nivel global. Se espera que la población mundial alcance los 8.100 millones de personas en el año 2030. Para mantener el ritmo de la creciente demanda de alimentos, durante los próximos 30 años será necesario destinar a uso agrícola un 14 por ciento más de agua dulce.

"Al tiempo que crece la población y las necesidades del desarrollo exigen mayor cantidad de agua para las ciudades, la agricultura y la industria, la presión sobre los recursos hídricos se intensifica, llevando a tensiones y conflictos, así como a un impacto excesivo en el medio ambiente", señaló Jacques Diouf el año pasado en la celebración del Día Mundial del Agua.

En Santiago, se sigue penando por la escasez del vital recurso con el agravante que en la mayoría del territorio santiagueño las aguas subterráneas contienen altos contenidos de sal (mayor que el mismo mar) y de arsénico, lo que dificultan su aprovechamiento para agua potable. El arsénico, es tóxico y provoca el HACRE. Solo el 17 % del territorio según los estudios realizados posee acuíferos de buena calidad como los de la Ciudad Capital y La Banda o Isca Yacu en el norte de la provincia.

Frente a la escasez del recurso existen otros factores que agudizan aun más la problemática:

1. La destrucción de los bosques nativos y la extensión de barreras agropecuarias que modifican las superficies de los terrenos facilitando los escurrimientos y disminuyendo la absorción y conservación del recurso.

2. Las áreas de cultivo exigen una mayor demanda de cantidad de agua que será utilizada para riego y no para consumo.

3. Los plaguicidas utilizados a base de glisfosfatos contaminan las napas subterráneas

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