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Ensayo BASADO EN EL CUENTO "UN HOMBRE MUERTO A PUNTAPIÉS" DE PABLO PALACIO, CREAR LA HISTORIA SEGÚN OCTAVIO RAMIREZ.


Enviado por   •  4 de Marzo de 2014  •  1.027 Palabras (5 Páginas)  •  1.906 Visitas

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¡Un estorbo! es así como me siento, y que nadie pueda decir más; hoy más que nunca necesite un abrazo, hoy más que nunca deseaba esa mirada de amor, hoy más que nunca anhelaba un que alguien me devolviese la esperanza, pero termine hablando conmigo mismo y retorciéndome del dolor al borde de la agonía.

Sé que me lo merezco, alguien como yo no podría ser feliz nunca, soy un monstruo como me lo dijo mi padre, no puedo ser humano, no puedo ser normal, no soy un hombre porque no me siento como tal y no soy mujer porque nací como hombre, es confuso, horrible y humillante.

Esta mañana decidí que no continuaría escuchando los insultos de mi padre, así que cuando el reloj dio las seis y media de la mañana, supe que se acercaba el momento.

Abrí las cortinas y el sol era radiante, tan hermoso como los días en que jugaba en el patio con mi padre, aquel tiempo cuando era su orgullo y no su vergüenza, pero ya no importa eso, debo dejar de recordar tanto y vivir la realidad, mi realidad, y lo que importa ahora es que debo salir antes que el despierte, por suerte esas medicinas hacen que duerma hasta las siete, pero no tengo mucho tiempo.

Tome mi camisa de cuadros azules y el pantalón gris, mi parada favorita y la única que estaba limpia, no tenía mucha ropa que llevar, así que los guarde en mi bolso junto con dos bóxers y un par de medias, era suficiente para mi, si voy a andar de nómada no podría cargar una equipaje muy pesado, tome mi gorra y estaba listo, solo faltaba el dinero, cosa que no tenia pero sabia como conseguirla, así que abrí las puerta de la habitación de mi padre, tome la caja de las joyas de mi madre y salí casi como un fantasma, no hice ningún ruido y él no sintió nada.

No soy un ladrón, jamás he robado y solo tomare lo que es mío, la cadenita de la virgen, la esclava de oro y los pendientes de mamá, estoy seguro que ella desde el cielo lo aprueba, mi padre nunca me daría dinero, y lo necesito más que nunca.

El reloj daba las seis y cincuenta, era hora de salir, deje el joyero en mi cuarto, quería que papá lo sepa, era lo mejor, mire por última vez mi sala, aquel sofá viejo y el cuadro de los perros jugando cartas, fue muy duro dejar mi casa, pero ya era solo eso, ya no era un hogar solo una casa.

Luego de cerrar la puerta empecé a correr, corrí tan fuerte como pude, como si pudiera ir a la velocidad de mi alma, tome un descanso en el parque y continúe, hasta llegar a la casa de Ramiro, el compro las joyas de mamá, me dio lo que quería, de haber sabido que pagaría tan poco las hubiera vendido en otro lado, pero en fin, necesitaba el dinero, y con lo que tenia era suficiente para ser feliz por varios días.

Tome un taxi hasta la tienda de Andrés, aquel hombre que me enseño lo bello de la vida, pensé que sin importar lo que pase el estaría para mí, era

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