Un Hombre Muerto A Puntapies

"UN HOMBRE MUERTO A PUNTAPIÉS"

DE

PABLO PALACIO

FRANKLIN MAURICIO MONTAGUANO

UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS

TECNOLOGÍA EN PRODUCCIÓN

TECNOLOGÍA EN PRODUCCIÓN Y SEGURIDAD INDUSTRIAL

QUITO- ECUADOR

2014

"UN HOMBRE MUERTO A PUNTAPIÉS"

DE

PABLO PALACIO

EL COMERCIO de Quito

UN HOMBRE MUERTO A PUNTAPIÉS

Trata sobre la historia de un ser patético. Emprende con un fragmento del Diario de la Tarde que narra como el celador de policía número 451 encontró a un hombre de apellido Ramírez estaba muy golpeado, en la intersección de las calles Escobedo y García es el sitio, ese hombre posteriormente moriría donde el comisario. Era una noticia alarmante y a la vez incierta porque mataron a un hombre a puntapiés.

Así que se opta por utilizar al método de la inducción para intentar resolver el misterio. Que informa el diario de Quito con fecha del 13 de enero. En él decía, información que servía por dónde empezar la investigación, nos decía que el sujeto era vicioso.

Acude a la comisaría mencionada. Allí le hace algunas preguntas al Comisario me relata lo que paso en esa noche se obsesiona tanto que me perseguía la intriga de la frase hilarante: ¡Un hombre muerto a puntapiés!

Que se decidí reconstruir la escena callejera o investigar, por lo menos, en el misterio de por qué se mataba a un hombre de manera tan ridícula. El comisario le entrega unas fotografías mientras se fuma un cigarrillo, las revisa y comienza a inducir. Determina que el nombre del sujeto es Octavio, Octavio Ramírez. De aproximadamente 42 años. No tenía dinero. Y andaba muy mal vestido, era extranjero.

Mientras inducia sobre todo el asesinato reconstruye el crimen. Octavio Ramírez, extranjero, 42 años, no tenía mucho dinero. Tiene desviaciones desde muy chico entonces fue comprobar qué clase de vicio tenía el difunto Ramírez. Intuitivamente había descubierto que era homosexual., la noche del 12 de enero, después de haber cenado, empezó a tener deseos.

Caminó por dos horas mirando a todos los hombres, esperaba una oportunidad para satisfacerse. No la encontró y se desesperó. Cuando arribó a la calle Escobedo escuchó pasos, era un hombre. Ramírez lo tocó. El sujeto no le hizo caso y se fue. Entonces, después de andar dos cuadras, se encontró en la calle García. Desfalleciente, con la boca seca, miró a uno y otro lado. A poca distancia y con paso apresurado iba un muchacho de catorce años. Los siguió y el chico.

• El muchacho se detuvo. Ramírez le dice

• Hola rico... ¿Qué haces por aquí a estas horas?

• Me voy a mi casa... ¿Qué quiere?

• Nada, nada... Pero no te vayas tan pronto, hermoso...

• Y lo cogió del brazo.

• El muchacho hizo un esfuerzo para separarse.

• ¡Déjeme! Ya le digo que me voy a mi casa.

Y quiso correr. Pero Ramírez dio un salto y lo abrazó. Entonces el galopín, asustado, llamó gritando:

-¡Papá!

¡Papá!

Casi

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