Ensayo Caleidoscopio

LA VARIEDAD DE LA MUERTE

“La pálida muerte golpea con pie imparcial en las casas de los pobres y en la de los monarcas.”

-Horacio

En el presente escrito analizaré el relato “Calidoscopio”, de Ray Bradbury, donde se expone, según mi punto de vista como lector, la introspección como representación de la autoconciencia del ser humano sobre su condición mortal y efímera. Dentro de este marco, el autor abarca la espontaneidad de la muerte desde el viaje interior del protagonista, quien enfrentado a tan intimidante circunstancia, reflexiona acerca de la naturaleza inherente de la muerte como suceso igualador. Siguiendo esta tesis, trataré dicha materia desde el tópico literario de  la muerte como ley, u omnia mors aequat en latín, tema que se remonta a la edad media y hace referencia a la poca importancia del estrato socioeconómico, físico o intelecto que tenga uno en vida, ya que al final todos morimos, y este hecho, ignorando todo prejuicio previo, nos iguala “al final del camino”. Esta narración es particularmente interesante, dado que plantea la presencia del tópico desafiando su lógica, y propone que nuestras experiencias sí influyen en nuestra muerte, determinando el viaje interno que emprendemos previo al deceso.

El protagonista de este cuento, Hollis, se ve enfrentado a una solitaria e inminente muerte en la vastedad del espacio, luego de que el cohete que este mismo capitaneaba se viera destruido por el impacto de un meteorito. El susodicho personaje, junto con todos sus camaradas, son náufragos sin posibilidad alguna de maniobra, y dispersos al azar por este “mar oscuro”, son dirigidos por la inercia y fuerzas de la gravedad de cuerpos celestes como la Luna y la Tierra. Es en tal fatalista escena, en que los personajes -abismados en el pesimismo- comprenden la cuenta regresiva a la que se ve sujeta su existencia. Enfrascado en un viaje introspectivo, el capitán cavila acerca de su propia condición mortal, tratando de compensar su horrible y vacía existencia con la esperanza de servir para algo ahora que “todo” había concluido.

Mientras Hollis cae, desmembrado, por el vacío, piensa en su pasado, y al borde de la muerte, esta idea le atormenta, desea seguir viviendo y se pregunta qué pensaran sus camaradas en tan enervante circunstancia. El capitán tiene la sensación de no haber vivido nunca, y considera su existencia un fugaz respiro, que se extingue antes de poder siquiera respirar una vez más.

Entretanto Lespere, feliz, recordaba el pasado mientras se precipitaba a la muerte. Celoso de los testimonios y la vida de su compañero, el protagonista, en un vil arranque de perfidia, grita a Lespere que todo ha acabado, que los logros que haya conquistado en vida no los separan ahora que la muerte los ha alcanzado, y  que sus vivencias le son inútiles, dado que el fin les iguala y no les da importancia alguna a los acontecimientos de su perecedera existencia. El subordinado, indignado por el ademán de su capitán, le responde que este momento no hace sus vidas equivalentes, ya que este conserva sus pensamientos y recuerdos. Lo que plantea el autor con esta premisa es que las diferencias que existen entre los recuerdos y los sueños sí separan a estos dos hombres en los momentos de su muerte, a Hollis solo le quedaban los sueños de las cosas que había deseado sentir y hacer, mientras que Lespere las había realizado, recordaba cosas consumadas, que se materializaban en su mente llegado tan sobrecogedor suceso que el personaje abrazaba de forma inquietante. Bradbury metaforiza dicha disparidad con el intentar explicar la diferencia entre un hombre vivo y un cadáver, el susodicho relata que uno posee una chispa, un elemento misterioso, y el otro no.

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