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Ensayo de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2016  •  Ensayos  •  2.547 Palabras (11 Páginas)  •  585 Visitas

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Ensayo de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”

Sin duda esta obra escrita por el autor del Siglo de Oro español, Miguel de Cervantes Saavedra, es un pilar de gran importancia en el mundo literario hasta nuestros tiempos. Fue escrita en el año 1615, en una sociedad marcada por los valores aristocráticos y religiosos de la mentalidad colectiva en la centuria anterior, Don Quijote llega de forma abrupta, rompiendo con todos los esquemas sociales. Burlándose de la burguesía, del gobierno, ridiculizando a todo ser humano con su increíble personalidad, trasciende a la historia.

Cervantes afirmó varias veces que su primera intención era mostrar a los lectores de la época los disparates de las novelas de caballerías. En efecto, el Quijote ofrece una parodia de las disparatadas invenciones de tales obras. Pero significa mucho más que una invectiva contra los libros de caballerías. Por la riqueza y complejidad de su contenido y de su estructura y técnica narrativa, la más grande novela de todos los tiempos admite muchos niveles de lectura, e interpretaciones tan diversas como considerarla una obra de humor, una burla del idealismo humano, una destilación de amarga ironía, un canto a la libertad o muchas más.

La genialidad de la obra de Cervantes ha trascendido barreras de todo tipo, incluso la del tiempo. Trasciende los paradigmas literarios, y logra la fusión de la realidad con la desmesura de la imaginación. Hace a un lado todo lo esperado, literariamente hablando, y construye un nuevo género literario. Es impresionante, la grandeza de la obra sale de lo ordinario; no es sólo una novela de caballería, tampoco es solo el relato de las aventuras de un loco y su escudero, es la suma de conocimiento adquirida, las fijaciones y la obsesión con más de 1000 años de feudalismo.

La trama va de un hombre llamado Alonso Quijano, un hombre ya de edad avanzada, obsesionado con los libros de caballería. Al punto de que pierde completamente la razón, y con deseos de escapar de su realidad, decide convertirse en un caballero andante. Y entonces comienza una épica aventura en la que vivirá todo tipo de situaciones, desde cómicas hasta trágicas.

Don Quijote es un personaje sin duda muy complejo, que oscila entre la sensatez y la locura; encarna los ideales más altos que un ser humano puede alcanzar, lo inaccesible y lo excelso, el alma cristalina y la nobleza espiritual. Al contrario de su escudero y  fiel compañero de aventuras, Sancho Panza, que simboliza la realidad, lo material, la cobardía, la codicia y lo inmediato. Don Quijote y Sancho constituyen una síntesis poética del ser humano. Representando el segundo el apego a los valores materiales, mientras que el primero ejemplifica la entrega a la defensa de un ideal libremente asumido. Pero no son dos figuras contrarias, sino que complementarias, que muestran la complejidad de la persona, materialista e idealista a la vez.

Esta relación entre ambos personajes principales se ve plasmada en toda la novela, sin embargo, se hace presente de forma muy marcada en el capítulo ocho, titulado “Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento”, en el cual se presentan tres situaciones que serían punto de partida para el resto de la novela. El comienzo de la segunda salida de don Quijote, comenzando con el inolvidable incidente de los molinos de viento. En el que don Quijote libra una batalla imaginaria contra lo que él cree que son gigantes, pero en realidad son molinos de viento. Sancho intenta hacer ver a su señor que no son gigantes sino molinos, pero don Quijote hace caso omiso de las palabras de su escudero y se lanza al ataque. Esta es una de las pocas ocasiones en la que Sancho no se deja influenciar por la locura de su amo.

Esta situación ha dado pie a cientos de interpretaciones, partiendo del eje central del capítulo, el idealismo. Don Quijote realmente cree que a lo que está por enfrentarse son gigantes, independientemente de lo que Sancho Panza intente hacerle ver. Visto por la psicología, la locura presente sobre todo en este capítulo no tiene que ver tanto con el contexto. La clave de esta hay que buscarla en la psicología del autor, que proviene de la observación penetrante, sin embargo con un interés fuerte en cuestiones teológicas morales y de un escrupuloso escudriñamiento de la propia alma y de la propia conciencia. En este capítulo está extraordinariamente arraigada en la conciencia y en el cuidado de la conciencia; esto se demuestra a través del uso léxico cuya producción es desconcertante. La palabra conciencia aparece veintiséis veces. Cervantes está interesado en lo psicológico.                                                                                                                                                                                               Y más allá de que don Quijote nos demuestre una vez más su loca forma de pensar, también nos hace ver su valentía y compromiso con los valores que él mismo quiso aceptar al convertirse en un caballero andante. Pero se vuelve confuso cuando ya en el suelo, tras ser derribado por una de las aspas del molino, reconoce que sí son molinos de viento, aunque culpa de esto al sabio Frestón, que había convertido a los temibles gigantes por molinos de viento para que no fuesen derrotados por su valentía.                               En la apacible y tranquila Mancha, Don Quijote busca una vez más que el mundo recuerde sus famosas aventuras y para ello vemos su extraño enfrentamiento con los molinos-gigantes y el grotesco resultado.  La respuesta a Sancho sobre su osadía también queda enmarcada por su ingenio: “Calla, amigo Sancho, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza”. Todo cambia y nada permanece; tan pronto se encuentra uno abajo como arriba. Esta parece ser una de las reflexiones morales de Cervantes.

De ahí también el dicho popular “luchar contra molinos de viento”, que significa pelear contra enemigos imaginarios, que incluso ha trascendido también a ámbitos socioculturales más allá de la literatura, en el mundo anglosajón se habla de "tilting at windmills". En alemán se menciona "Der Kampf gegen Windmühlenflügel" ("lucha contra las aspas de los molinos de viento") para significar un objetivo que es o se cree imposible. Incluso, este capítulo se volvió tan característico de la novela que para representar a don Quijote, en imágenes, pinturas y dibujos, se le pinta sobre su Rocinante, delante de Sancho Panza y con los molinos de viento como fondo.

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