FELIPE DELGADO
tamy201516 de Junio de 2015
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RESUMEN
Felipe Delgado, salió por primera vez a la venta en 1979, siete años antes de quien la escribió, Jaime Sáenz (1921-1986), periodista, escritor y poeta con una fama de brujo que descansaba de día y vivía, escribía, leía y bebía de noche.
Las letras azules relatan la historia de un hombre que al lector -tal vez sólo en mi caso- le parece conocer desde su nacimiento, es testigo del fragmento más importante de su vida hasta el día en que misteriosamente se marcha, en cuerpo y alma.
Pues el fragmento más importante empieza tras la muerte de su padre, la búsqueda de un sacerdote que le dé la extremaunción, la repentina aparición de un “engendro” que orina y caga en su delante, que día a día se le asemeja más. La llegada de un amigo de la familia, Nicolás Estefanic, con sus problemas financieros, y del místico Juan de la Cruz Oblitas, con su numerología.
El personaje de Felipe Delgado es engendrado al interior de una oscura bodega: “El Purgatorio”, donde conoce asiduos bebedores como él. Allí se le revela la grandeza de los aparapitas, seres que son capaces de sacarse el cuerpo, que comen dando la espalda, que beben a morir y tienen los remiendos de sus sacos fabricados por ellos mismos hechos una sola cosa por el paso del tiempo.
El toque singular de Saenz está presente cuando conocemos a Titina Castellanos, la novia de Delgado que al poco rato de reiniciar una relación se marcha, no sin antes advertir de un embarazo luego desmentido y mandarle saludos de su muñeca que habla, le acompaña, se levanta y limpia la casa.
Ambientada en la época de la Guerra del Chaco, los personajes pocas veces se desprenden del imán de la bebida donde sostienen largas conversaciones sobre la situación política, la belleza del Illimani, la grandeza de Tamayo y demás cuestiones filosóficas.
Escribir esto es también recordar que en algún rincón del callejón Pucarani trabajó y se embriagó alguna vez un tal Corsino Ordoñez con Román Peña y Lillo, el Delicado, Amézaga y Felipe Delgado. Creer que siguen allí, que sobrevivieron a la destrucción de El Purgatorio con la instalación de la carpintería de don Noé.
Es volver a ser testigo de los paseos de Felipe con Ramona Escalera, a quien perseguía en sus visitas a un circo alemán recién llegado a La Hoyada. De la muerte (siempre presente) que quita del camino al marido de Escalera. Disfrutar del “olor a quemado” desprendido por las fogatas cerca del Cementerio General la noche de San Juan, de las velas que arden en El Purgatorio, de otra fogata un año después, ya sin Ramona en un terreno de Uyupampa, cuando el disfrute se convierte más en nostalgia por la mujer que fue consumida por un cáncer.
También muere el bodeguero Ordoñez, cuyo cuerpo visita Delgado en la morgue. Estefanic, quien fallece en Uyupampa. Un empleado con mala suerte que cae a un pozo cuando busca a Felipe Delgado, quien desaparece definitivamente a lo poco de volver a la bebida y trabajar intensamente en sus memorias que luego destruye en la fogata que le hace recuerdo a Ramona.
Fue hace algunos años que leí esta historia y la entregué. Ahora al recordar y escribir sobre ello me queda una sensación: el deseo de volver a leer ese libro de tapa extraña y grosor que prometía buenos días de compañía.
Felipe Delgado, ante la inminente muerte de su padre y a instancias de su tía, sale en busca del sacerdote que se encargaría de darle la extremaunción. En medio de la noche lluviosa recuerda pasajes de su infancia, momentos junto a su padre y a su tía Lía; su madre, Ramona, había muerto el mismo día del nacimiento de Felipe. En el trayecto se había detenido a beber en una chingana, saliendo de ella tiene la primera visión de un ser que le causa temor: personaje burlón que orina y caga delante suyo cuando está en el zaguán de la iglesia para luego empujarlo sobre la inmundicia, pasado ese episodio Felipe se encuentra con el cura y ambos llegan a casa de Virgilio Delgado encontrándolo sin vida.
Como el padre de Felipe Delgado era un hombre con fortuna, con su fallecimiento los familiares no se pusieron de acuerdo en su disposición. La tía Lía decidió donar dinero a las monjas y asilarse en el monasterio. Apolinar Borda, tío de Felipe Delgado, intentó persuadirla de su intención pero no lo consiguió.
También Nicolas Estefanic, amigo de la familia, está preocupado por su situación: es deudor de una importante suma de dinero y en ausencia de Virgilio decide acudir a Felipe Delgado, a quien la herencia le interesó poco y nada. Ambos beben en el cuarto de Felipe y allí Estefanic decide pedirle un préstamo con la promesa de devolvérselo a su retorno de Antofagasta, Chile, donde iría a trabajar temporalmente.
Apolinar Borda, viendo incierto su futuro, decide proponer a Delgado un negocio en el que también participaría su brujo: Juan de la Cruz Oblitas. Oblitas y Borda querían comercializar diversos productos desde el altiplano y además establecer una fábrica de fuegos artificiales. En una reunión concertada con Delgado, éste conoce a Oblitas a quien saluda con exceso confianza ("¡gordo mañudo!") provocándole una indignación pasajera, atenuada conforme siguió la charla en la que Delgado se disculpa, aunque manteniendo el tono festivo con que la había iniciado. Bebían, y Delgado contó algunas de sus vivencias, borracheras, visitas a la morgue del Hospital, la repisa con la muerte de Vitoretti: mueble con objetos que Delgado había hurtado de la morgue; poema compuesto en alusión al italiano Vitoretti, amigo íntimo de Mussolini, que radicó en La Paz, y luego de quedar en la miseria fué arrojado entre los cadáveres.
Finalmente, y luego de que le expusieran el proyecto, Delgado acepta participar en la sociedad - sin formar parte de ella - dejando a su tío como socio capitalista.
La tía Lía se refugia en un monasterio, Estéfanic parte a Chile, Apolinar Borda y Oblitas se dedican a iniciar su negocio.
Con la casa vendida Felipe busca un lugar donde vivir, una vez que lo encuentra lo acondiciona a su gusto sin reparar en gastos. En procura de encontar un relojero da, casualmente, con la habitación de Titina Castellanos, con la que estaba relacionado anteriormente; conversan brevemente y queda en regresar.
Una noche en la que Delgado buscaba un lugar donde tomar un trago, encuentra una bodega en el callejón Pucarani, "El Purgatorio", allí se velaba el cadáver de la nieta del bodeguero. Luego de presentarse y entrar en confianza invita bebidas finas y comida que hace traer desde la calle. La bodega, que visita con asiduidad desde aquél descubrimiento, se va conviertiendo en lo mas importante de su vida, más aún que su relación íntima con Titina Castellanos. Precisamente por causa de la bodega y sus contínuas borracheras es que rompe con Titina y, luego de una discusión en la que ella revelaba estar embarazada y hablaba de su muñeca compañera y bruja; ella decide marcharse dejando una carta para Delgado en la que desmiente su embarazo y le deja saludos de parte de su muñeca.
La bodega y quienes la concurren se constituyen en el ambiente natural de Delgado: Indalecio Beltrán, Román Peña y Lillo, el Delicado, el bodeguero Corsino Ordóñez, Amézaga, el benemérito de la guerra del pacífico y los aparapitas. Delgado comparte discursos, abundante bebida y discuciones, especialmente con Beltrán (con quién comparte su admiración por el Illimani y Franz Tamayo), con Peña y Lillo, ocasionalmente con el Delicado, manteniéndose al márgen el bodeguero.
Una tarde Delgado se impresiona al ver en detalle las peculiaridades del saco de un aparapita, la uniformidad que le daba el tiempo a los remiendos y costuras diversas; allí expone su pensamiento sobre los aparapitas que, según él, lo que hacen es sacarse el cuerpo, describe la forma en que el aparapita sale del lugar en el que ha bebido y cae contra la pared o el suelo. Afirma que los aparapitas son poetas, de los que lo son hayan o no escrito un poema.
Otros días, Delgado experimentaba visiones o comentaba sueños que tenía en la misma bodega.
En casual conversación, Beltrán le comenta acerca de un rumor sobre la existencia de un hombre que, acompañado por eminentes personajes (incluído tal vez el propio Tamayo), estaba organizando un plan de gran magnitud para recuperar las costas del Pacífico perdidas contra Chile. Delgado se impresiona y, luego de averiguaciones, da con la probable casa de ese hombre que sería José Luis Prudencio. Vigilaba constantemente la casa junto con Peña y Lillo y el Delicado, tiempo en el que obtienen información del personaje y también tienen oportunidad de verlo de cerca con motivo de la llegada de un circo alemán a La Paz. Ese día Delgado procura estar lo mas cerca posible de Prudencio, quien iba acompañado de dos mujeres, una de ellas había impresionado a Delgado por su belleza en una de las tantas jornadas deespionaje.
Prudencio deja de interesarle, resulta no ser la personalidad preclara que suponía, y mas bien le resulta un sujeto desagradable, cojo, con mal genio. Quién si le interesaba, era esa elegante mujer que lo acompañó al circo y al que habían dado a llamar, Delgado y cia., "la Dama del Circo".
Un día, sin preverlo, entra en conversación con aquella mujer en la puerta de la catedral y, con una naturalidad inesperada, quedan en verse otro día con motivo de que ella le preste un libro de asuntos mágicos que le prometió durante su charla. El día fijado Delgado sufre un accidente en la avenida Pando al ser arrollado por un auto como consecuencia de la reaparición, fétida e irónica, del personaje grotesco que ya había
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