LA BATALLA DE LAS IMÁGENES

En este texto el autor nos muestra el proceso de legitimación que han llevado las imágenes con el correr del tiempo; en una constante discusión entre “realidad” e imagen, la iglesia empieza a ejercer su autoridad en cuanto a la reproducción de imágenes se refiere, con el fin de mantener una idea de un Dios invisible al cual no se podía contaminar, y hasta se consideraba un acto blasfemo quien intentaba reproducir imágenes bajo la percepción de la creación a imagen y semejanza de Dios. Empieza entonces desde aquella época el misticismo de las imágenes y la reproducción de las mismas y no solo en el ámbito religioso sino también en las representaciones icónicas en los billetes o monedas de la época. Hablaremos entonces también de las imágenes que se creían no hechas por el hombre o por mano humana como nos ejemplifica en el texto la imagen del rosto de Cristo en la Verónica y la de su cuerpo en el santo sudario, y la sabana santa que tiempo después terminaría comprobándose su falsedad, pero aun así no deja de perder su importancia en el imaginario cristiano o creyente, lo cual sirvió para formar la base de la producción mecánica de la imagen.

Luego de este proceso se postula la idea de si Dios se hizo visible por medio de su hijo Jesucristo, seria legitimo entonces que el hombre pueda representarlo de manera que sea visible para sus creyentes basados en la teoría de que Dios se hizo imagen en la encarnación de Cristo, por tanto la veneración a Dios se traslada a su representación es decir la imagen se convierte en una mediación entre la veneración del ser divino y la representación a través de la imagen y que de ser negada esta imagen seria negada también la creencia de divinidad que esta conlleva, finalmente la iglesia terminaría por adoptar las imágenes de manera didáctica, memorística y devocional con el fin de instruir a las personas analfabetas en la creencia de Dios, convirtiéndose entonces la iglesia en un monopolio de producción icónica durante toda la edad media. Luego de este proceso, y como es natural en todos los campos del desarrollo humano, la búsqueda de un realismo de mayor magnitud en las representaciones religiosas busca motivar al pueblo devoto y obtener una mayor rentabilidad de la predicación. Sin embargo, este aumento de realidad convertía en peligrosa la desnudes de Jesucristo y demás seres divinos ya que esta desnudes podría generar otro tipo de pensamientos en los creyentes. En este punto entendemos la imagen como una representación de algo (una ausencia o un imaginario) una presencia simbólica, o bien como una escena de una existencia (que se refiere a las artes mágicas e idolatría) una presencia real.

Entramos entonces en la etapa de la producción icónica, entendiendo el icono como la representación de algo, en donde en un principio se atribuye únicamente a rituales de tipo religioso o mágico mostrándose la imagen como una forma inerte utilizada en el arte funerario para los egipcios ya que el signo era un portador de la esencia de lo que simulaba, ejemplificado en estas lecturas con el ritual de los muñecos vudú; el muñeco no remplaza al sujeto, coexiste con el y comparte su vitalidad. Luego de esto se toma a las fotografías, otro tipo de imágenes no realizadas por mano humana, como una expropiación del alma despertado en las personas miedos y una serie de creencias mágicas en torno a la realidad de la imagen.

En el mundo contemporáneo la imagen no ha perdido este misticismo prueba de ello las fotografías que se cargan de los seres queridos que en su mayoría de casos pasan de ser un pedazo de papel a formar parte de un imaginario de presencia de quien aparece allí, como si fuera una parte de esa persona; situación que no se presenta solamente con fotografías sino también con figuras publicas, estatuas o monumentos de lideres políticos que son derribadas como signo de contraposición

...