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LA VIDA ES SUEÑO

pacolkki14 de Marzo de 2012

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LA VIDA ES SUEÑO

CALDERON DE LA BARCA

Personas que hablan en ella.

ROSAURA, dama

SEGISMUNDO, príncipe

CLOTALDO, viejo

ESTRELLA, infanta

SOLDADOS

CLARÍN, gracioso

BASILIO, rey

ASTOLFO, príncipe

GUARDAS

MÚSICOS

Jornada primera

Sale en lo alto de un monte ROSAURA en hábito de hombre, de camino, y en representando los primeros versos va bajando.

ROSAURA.

Hipogrifo violento,

que corriste parejas con el viento,

¿dónde rayo sin llama,

pájaro sin matiz, pez sin escama

y bruto sin instinto

natural, al confuso laberinto

de esas desnudas peñas te desbocas,

te arrastras y despeñas?

Quédate en este monte,

donde tengan los brutos su Faetonte

que yo, sin más camino

que el que me dan las leyes del destino,

ciega y desesperada,

bajaré la cabeza enmarañada

deste monte eminente

que arruga el sol el ceño de la frente.

Mal, Polonia, recibes

a un extranjero, pues con sangre escribes

su entrada en tus arenas;

y apenas llega, cuando llega a penas.

Bien mi suerte lo dice;

mas ¿dónde halló piedad un infelice?

Sale CLARÍN, gracioso.

CLARÍN.

Di dos, y no me dejes

en la posada a mí cuando te quejes;

que si dos hemos sido

los que de nuestra patria hemos salido

a probar aventuras,

dos los que entre desdichas y locuras

aquí habemos llegado,

y dos los que del monte hemos rodado,

¿no es razón que yo sienta

meterme en el pesar y no en la cuenta?

ROSAURA.

No quise darte parte

en mis quejas, Clarín, por no quitarte,

llorando tu desvelo,

el derecho que tienes al consuelo;

que tanto gusto había

en quejarse, un filósofo decía,

que, a trueco de quejarse,

habían las desdichas de buscarse.

CLARÍN.

El filósofo era un borracho barbón.

¡Oh, quién le diera

más de mil bofetadas!

Quejárase después de muy bien dadas.

Mas ¿qué haremos, señora,

a pie, solos, perdidos y a esta hora

en un desierto monte,

cuando se parte el sol a otro horizonte?

ROSAURA.

¡Quién ha visto sucesos tan extraños!

Mas si la vista no padece engaños

que hace la fantasía,

a la medrosa luz que aún tiene el día

me parece que veo

un edificio.

CLARÍN.

O miente mi deseo,

o termino las señas.

ROSAURA.

Rústico nace entre desnudas peñas

un palacio tan breve

que el sol apenas a mirar se atreve;

con tan rudo artificio

la arquitectura está de su edificio

que parece, a las plantas

de tantas rocas y de peñas tantas

que al sol tocan la lumbre,

peñasco que ha rodado de la cumbre.

CLARÍN.

Vámonos acercando;

que éste es mucho mirar, señora, cuando

es mejor que la gente

que habita en ella generosamente

nos admita.

ROSAURA.

La puerta

(mejor diré funesta boca) abierta

está, y desde su centro

nace la noche, pues la engendra dentro.

(Suena ruido de cadenas.)

CLARÍN.

¡Qué es lo que escucho, cielo!

ROSAURA.

Inmóvil bulto soy de fuego y yelo.

CLARÍN.

Cadenita hay que suena.

Mátenme, si no es galeote en pena;

bien mi temor lo dice.

Dentro SEGISMUNDO.

SEGISMUNDO.

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!

ROSAURA.

¡Qué triste voz escucho!

Con nuevas penas y tormentos lucho.

CLARÍN.

Yo con nuevos temores.

ROSAURA.

Clarín...

CLARÍN

Señora...

ROSAURA.

Huigamos los rigores

desta encantada torre.

CLARÍN.

Yo aún no tengo

ánimo de huir, cuando a eso vengo.

ROSAURA.

¿No es breve luz aquella

caduca exhalación, pálida estrella,

que en trémulos desmayos,

pulsando ardores y latiendo rayos,

hace más tenebrosa

la obscura habitación con luz dudosa?

Sí, pues a sus reflejos

puedo determinar (aunque de lejos)

una prisión obscura

que es de un vivo cadáver sepultura;

y porque más me asombre,

en el traje de fiera yace un hombre

de prisiones cargado,

y sólo de la luz acompañado.

Pues hüir no podemos,

desde aquí sus desdichas escuchemos;

sepamos lo que dice.

(Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y a la luz, vestido de pieles.)

SEGISMUNDO.

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!

Apurar, cielos, pretendo

ya que me tratáis así,

qué delito cometí

contra vosotros naciendo;

aunque si nací, ya entiendo

qué delito he cometido.

Bastante causa ha tenido

vuestra justicia y rigor;

pues el delito mayor

del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber,

para apurar mis desvelos

(dejando a una parte, cielos,

...

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