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La imaginación sociológica


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2013  •  Ensayos  •  2.771 Palabras (12 Páginas)  •  401 Visitas

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Esta semana he podido leer un libro bastante interesante ( lo recomiendo, especialmente si os interesa el tema), se trata del libro “la imaginación sociológica” del sociólogo estadounidense Charles Wright Mills. El libro data del 1959, pero es sorprendente cómo algunas de las reflexiones del autor se pueden aplicar a la realidad de hoy (tambien es cierto que hay cosas que han cambiado respecto a 1959). Mills nos propone una nueva manera de mirar la realidad, la llamada “imaginación sociológica”, solo a través de esta perspectiva que nos invita a razonar a nivel estructural, más allá de cómo lo hacemos normalmente en nuestra vida cotidiana, podemos captar realmente la naturaleza de los problemas sociales de las sociedades actuales. Soy consciente de que el texto que a continuación dejo es un poco largo, pero creo que vale la pena, es bastante revelador en algunos aspectos. (nota:el texto se compone en su mayoría de fragmentos del libro a los que me he permitido el lujo de hacer alguna modificación para darles cabida en un formato de un blog del año 2010)

Hoy en día a menudo tenemos la sensación de que nuestra vida está llena de trampas. Parece que uno mismo no es capaz de vencer los obstáculos de su mundo cotidiano; y esta impresión en general no es falsa. La persona normal y corriente solo es directamente consciente de aquello que queda delimitado dentro de la esfera de su vida privada, i solo dentro de estos límites intenta actuar. Ni su campo de visión ni sus poderes no abastan más allá del primer plano que representan; su trabajo; su familia; sus amigos y su barrio; fuera de estos ambientes es como si no fuéramos exactamente nosotros mismos: no pasamos de ser meros espectadores. Y ni que sea de forma muy imprecisa, cuando más consciente somos de las ambiciones y de las amenazas que ultrapasan nuestro entorno inmediato más atrapados nos sentimos.

La configuración actual de la historia ultrapasa hoy la capacidad humana de orientar-se con los valores que las personas en principio creen “apreciar”, ¿Que valores, por otra banda? Cuando no perdemos la calma, a menudo tenemos la sensación de que las antiguas maneras de pensar están en crisis, y que las nuevas que aparecen son de una ambigüedad susceptible de convertirse en una parálisis moral. ¿Porque nos tendría que extrañar, entonces, que las personas se sientan incapaces de afrontar la voluble configuración que ha adoptado la vida humana en la actualidad?, ¿Que no acaben de comprender la significación de su época para su propia existencia? ¿Que en defensa de su “yo”, se vuelvan insensibles, y procuren pues, refugiarse de pleno en la su vida privada?¿Por qué nos tendría que extrañar que estas personas se sientan atrapadas en una especie de trampa social? Lo que esta persona necesita, lo que podria utilizar, es una calidad de espíritu que le permita utilizar la información y la razón para conseguir una comprensión lucida de lo que sucede en el mundo y de lo que le puede suceder a el/ella mismo/a. Mills llama a esta capacidad “la imaginación sociológica”. Esta imaginación hace que la persona entienda (más o menos) “el gran teatro del mundo” en términos de aquello que él/ella representa, tanto para la vida privada como para la vida pública de un pluralidad de individuos. La hace capaz de darse cuenta que a menudo los individuos, en el remolino de su experiencia cotidiana, tienen una conciencia falsa de sus posiciones sociales. Se trata pues, de buscar la estructura de la sociedad moderna; y de buscar dentro de esta la manifestación de la psicología de los individuos. Solo de esta manera el malestar personal queda fijado en unos problemas explícitos, solo así la indiferencia colectiva se transforma en compromiso político.

La nuestra es sobre todo una época de malestar e indiferencia, pero sin que ni la una ni la otra estén formuladas de tal manera que la razón y la sensibilidad puedan objetar algo. En vez de unos problemas personales definidos en términos de valores y amenazas nos encontramos frecuentemente con el “lio” de un malestar poco preciso. En lugar de unos problemas colectivos explícitos, a menudo nos encontramos solo con la impresión de que todo va a peor. Con esto no especificamos cuales son estos valores que están amenazados ni en qué consiste exactamente este amenaza. Y sin estas puntualizaciones previas es poco probable que ni si quiera nos demos cuenta de los verdaderos problemas que nos rodean (ni mucho menos de las posibles acciones que podemos efectuar para tratar de arreglarlos). La imaginación sociológica es una nueva manera de ver las cosas, es un perspectiva que pretender abarcar todo el conjunto de la estructura social en la que nos hemos vistos inmersos des de el momento de nuestra adhesión a la sociedad. Es la herramienta que tenemos que utilizar si queremos comprender nuestra realidad personal más profunda dentro de un marco de unas realidades sociales más globales, es por ello que también es el fundamento de la esperanza que la sensibilidad y la razón lleguen a jugar un papel preponderante en los asuntos humanos.

Nuestra desorientación actual en el mundo es causada (en parte) por la caída de las ideologías. El liberalismo y el socialismo hacen aguas por todos lados y han perdido su credibilidad como explicaciones del mundo y de nosotros mismos. Estas son dos ideologías surgidas de la ilustración y comparten algunos pre-supuestos de los cuales parten los valores básicos que defienden. Las dos postulan que la racionalidad es la condición previa para la libertad, de tal manera que establecen la ecuación de que a más racionalidad, más libertad. La razón como generadora de un progreso liberalizador, la fe en la ciencia excelsa e inmaculada, el ideal de la educación popular y la creencia en su importancia para la profundización en la democracia; todos estos son ideales basados en la ilustración y todos ellos están basados en el optimista e ingenuo supuesto previo de la relación indisoluble entre la razón y la libertad.

La contemplación de los sucesos mundiales (y locales), explica a bastamente (me parece) como es que las ideas de libertad y razón parecen hoy sumamente ambiguas, tanto en las sociedades capitalistas como en las pocas “comunistas” que quedan en nuestros días, el socialismo se ha convertido en una pálida retorica de defensa y de acoso burocrático, y el liberalismo actualmente no es más que un pretexto banal y estúpido que se utiliza para enmascarar la realidad social. En efecto ni que sea de una manera bastante sutil, los valores de la razón y la libertad están en peligro.

Mientras las grandes organizaciones racionales que llamamos “burocracias” han crecido y se han multiplicado, no ha aumentado en cambio la razón autónoma del individuo en general. Atrapado dentro del ámbito de su vida cuotidiana,

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