ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La patagonia rebelde

laurita325Monografía24 de Octubre de 2019

1.054 Palabras (5 Páginas)253 Visitas

Página 1 de 5

 Geppeto es un noble carpintero que viste camisa celeste y chaleco marrón claro, tiene unos anteojos de fino marco negro que aumentan el tamaño de sus ojos y pasa gran parte del día trabajando felizmente en su taller.

Un día nublado, mientras Geppetto lijaba esqueletos de lo que serían títeres, se acerca un niño del vecindario y le pregunta qué estaba haciendo. Él le dice que hacía unos títeres para vender y otro para regalarle a su bisnieto para cuando este cumpla 7 años. Y continúa contándole la historia de cuando le regalaron a él su primer títere:

Fue en mi cumpleaños número siete cuando me lo regalaron. Creo que fue lo más hermoso que me pudieron haber regalado ya que, no sólo me regalaban un muñeco, sino también un compañero. Ni bien lo vi sabía cómo lo llamaría, pepito grillo. Con él he compartido toda mi infancia, las mejores tardes de mi vida. Y es tan importante para mí que aún lo conservo en la repisa de mi casa. Recuerdo especialmente un día de lluvia, yo estaba muy triste porque era el tercer día seguido sin sol. Había intentado más de mil juegos y ninguno me entretenía, hasta que, de repente, mi mirada se puso fijamente en pepito, se le movían las manos y los pies, y hasta puedo jurar que respiraba. Mis ojos se salían de lo sorprendido que estaba. No podía creer lo que veía. Me acerqué a él y mi imaginación se hizo realidad, una voz grave surgió de su boca dibujada. Era como si el sol hubiera salido nuevamente para mí y pasamos toda la tarde cantando y jugando.

¡Qué épocas!... obviamente que todo eso era mi imaginación infantil, como cualquiera puede o pudo tenerla; en mi interior puedo asegurarte que estos muñecos si uno lo desea pueden tener vida.

Al terminar la historia, el niño se quedó mirando con mucho entusiasmo e ilusión al títere que Geppetto para ese entonces estaba terminando.  Al notar esto Geppetto le pregunta: ¿Lo quieres?, ¡sí!, contesta el niño y al irse con su títere dice con felicidad: ¡Gracias, ahora si el sol comienza a salir!

Una vez que el niño se retiró del taller Geppetto tomó más madera y comenzó a fabricar uno nuevo…

El sábado pasado fue el cumpleaños de mi mejor amigo, Martín, y para festejarlo nos invitó a todos los chicos de la clase a comer a su casa. Cuando ya todos habíamos llegado, se nos ocurrió que estaría bueno ver una película. Estuvimos como 20 minutos tirando nombres de algunas que ya habíamos visto,  para ponernos de acuerdo y elegir una, hasta que Pedro se acordó de una que él había visto con su primo el fin de semana pasado. Apenas Pedro empezó a contar de qué se trataba y mencionó que era unos chicos que se perdían en un bosque, Martín y yo saltamos desesperados para impedir que viéramos justo esa película. Sin embargo, a todos los demás les había encantado la trama y nos preguntaron porque estábamos tan negados en verla. Fue por eso que mi amigo y yo, con el fin de evitar ver esa película por malos recuerdos, tuvimos que explicarles a todos los demás nuestra horrible anécdota del verano pasado.

“A principios del año pasado, Martín y yo fuimos a un campamento afuera de la cuidad, que ya muchas personas nos habían recomendado para que vallásemos. Mi papa se ofreció para llevarnos para no tener que ir en colectivo. Durante el viaje, mi papá nos contó una anécdota de cuando él era chico, en un campamento. Cuando llegamos al campamento,  ya muchos chicos ya estaban despidiéndose de sus padres, ordenando sus bolsos y hasta haciendo nuevos amigos. Luego de bajarnos del auto y despedir a mi padre, juntos Martín y yo nos dirigimos a nuestra cabaña asignada. Durante el viaje mi papá además de contarnos su anécdota, nos advirtió que los refugios en los campamentos son compartidos entre muchas personas, entonces cuando abrimos la puerta de la cabaña no nos sorprendió encontrarnos con muchos chicos y chicas cantando, tocando a guitarra y jugando a las cartas. Esto nos recordó mucho tanto a mi amigo como mí a la historia de mi padre. Ya al anochecer, un grupo de ellos organizó una excursión a la montaña. Con Martín estábamos agotados pero no estábamos dispuestos a perdernos esa caminata nocturna que luego hasta podría llevar a ser la famosa anécdota de nuestro campamento. Rápidamente armamos nuestras mochilas con lo necesario y emprendimos junto al grupo, el camino a la cima de la montaña. Éramos aproximadamente 10 chicos, todos muy emocionados y entusiasmados por llevar a cabo aquella aventura. Caminamos por dos horas tratando de esquivar las rocas, los arbustos y las ramas de los árboles pero la cima de la montaña no estaba a la vista de ninguno de nosotros. Ya hambrientos y muertos de sueño y de cansancio, decidimos acampar allí mismo, en la montaña. Probablemente se preguntarán porque no pudimos juntar un poco más de fuerzas y volver al campamento, pero déjenme decirles que aunque ninguno quería admitirlo, todos estábamos seguros que nos habíamos perdido. Claro está, que nadie había planificado pasar la noche oscura y fría en el bosque y por ende nos tuvimos que conformar con unas galletitas y una botella de agua que tenía un chico en su mochila y con un par de camperas amontonadas como bolsas de dormir. A la mañana siguiente, todos estábamos aún más desesperados que la noche anterior. La comida se había acabado. Nuestras fuerzas no se habían recargado y no teníamos a donde ir. Muchos esperábamos, que con la luz del día el camino fuera más claro para poder tener una victoriosa vuelta al campamento, pero des afortunadamente se encontraba igual de confuso que antes. Los 10 de nosotros nos sentamos en las rocas en silencio, hambrientos y desanimados. Había pasado ya una hora y media cuando de repente empezamos a escuchar gritos. Si bien las voces no eran claras y estaban alejadas, se podía descifrar fácilmente que venían del interior del bosque. Esperamos a que los gritos se aproximaran un poco más y pudimos escuchar como unas voces familiares decían nuestros nombres a gritos. Rápidamente, agarramos nuestras cosas y con las pocas fuerzas que nos quedamos corrimos en dirección a las voces, para el tan esperado encuentro”

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (6 Kb) pdf (48 Kb) docx (214 Kb)
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com