Lo Que Solo Uno Escucha

“LO QUE SOLO UNO ESCUCHA”

José Revueltas

Rafael es el violinista en una orquesta de una cantina-restaurante.

Un día mientras se encontraba solo, logró una mágica hazaña con una sonata.

Al terminar de tocarla, se lograba observar descanso, victoria y dominio pero demostrados como vergüenza y timidez. Se quedó inmóvil para evitar arruinar la especie de milagro que acababa de realizar. Rafael mantenía una sonrisa en sus labios y pareciera que las lagrimas saldrían de su rostro.

No terminaba de creer lo hermoso que eso había sido cuando se apartó del violín y se dispuso a juguetear con las cuerdas.

Después de mucha inquietud, había logrado que sus manos se manejaran con gran habilidad y decisión, recorrió desde la primera hasta la séptima posición logrando así, descubrir nuevos matices por la inquietud. Incluso aquellos sonidos simultáneos que fueron su pesadilla en el Conservatorio.

Usó desde el arco entero hasta el talón alejándose y aproximándose al puente.

El resultado fue conmovedor, sentimental y lleno de hermosos sentimientos.

Rafael afirmó con gran seguridad que todo cambiaría a partir de ese momento.

Guardó su violín en si viejo estuche que se encontraba sobre la mesa de mantel negro deprimente.

Y repitió “Todo cambiará”, haciendo referencia al mantel que deseaba cambiar desde hace mucho y no había expresado tal deseo a su esposa, que era pobre y menuda.

Evitando sentirse feliz, Rafael decidió mantener su espectacular hazaña como un secreto infinito.

Volvió a repetir “Todo cambiará” y ésta vez lo vinculó a la gracia de Dios, pues nadie mas que él era testigo de su ejecución.

A la hora de la comida, su esposa preguntó a Rafael si se encontraba enfermo, pues sus ojos lucían poco naturales (los tenía sumisos, bondadosos, indulgentes y resignados) y parecía tener fiebre.

Sus hijos igualmente preguntaron al unísono si Rafael se encontraba enfermo.

Rafael guardó su pecado inconfesable y guardó también, las ganas de besar en la frente a su esposa para evitar alarmarla.

Su esposa se llenó de presentimientos y miró a su esposo algo más encorvado y viejo, con humildad y dulzura. Tomó esto como el anuncio de la muerte, se preguntó cómo podría comunicarle tal presentimiento y cómo podría consolarlo. Al igual que Rafael, deseó tomar la cabeza de su esposo en sus manos y besarla. No encontró las palabras para hacerlo así que optó por pedirle a Rafael que

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