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Lo Urbano

pedroje0817 de Marzo de 2014

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Lo Urbano: Dícese de la Sociología, la Economía, la Geografía... y hasta del rock y de los automóviles. Lo urbano es el lado prestigioso de la aglomeración de viviendas y actividades humanas en un espacio preciso. Es la ideología de la civilización industrial una y mil veces renovada, remodelada, rehabilitada y vuelta al centro de su esencia. Urbanizar a alguien es adaptarle a las costumbres dominantes e imperantes propias de las convenciones burguesas en su aspecto más gratuito y convencional: besar la mano, ceder el paso, preguntar por la salud y comportarse en la mesa.

La comida es un acto típicamente urbanizable «en la mesa y en el juego se conoce al caballero».

Lo urbano es lo contrapuesto a la ciudad, si lo urbano es lo positivo, la ciudad es lo negativo, la ciudad mata, destruye, arrasa, causa infartos, cáncer de pulmón, stress y otras maldades físicas y psíquicas. Es como un cáncer inevitable, subproducto de la civilización industrial que se convierte en la variable independiente, en la causa primera, en el origen y explicación de los males de nuestra sociedad, tanto físicos como psíquicos, sociales y económicos.

La ciudad es el lugar de la delincuencia, del gansterismo, de la drogadicción y de todo tipo de desviaciones; desde muy antiguo es la Babilonia que corrompe los espíritus ingeneos que buscan en ella sus ideales juveniles. Es: nido de los que viven al margen de las normas establecidas en la sociedad. Es en la esencia de la ciudad donde se dan las cotas mayores de marginación, en la ciudad, el centro es el margen. El producto de la sociedad en su última reducción, el resumen en piedra, ladrillo y asfalto de los más elevados valores, se convierte en un espacio adquirido, conquistado y depredado por la marginación social en todas sus formas. El centro de la ciudad es el espacio de la ancianidad, en nuestra sociedad el viejo en lugar de ser el portador de los consejos y de la sabiduría es el marginado que no se engrana en la máquina de producir que es la ciudad en la Sociedad del Capital. Por eso el centro antiguo es el espacio de la ancianidad, de la marginación, de la edad de la incapacidad para producir al ritmo que requiere la extracción de cuantiosos beneficios.

De vez en cuando estos espacios de la marginación de la edad son descubiertos, redescubiertos por el poder del dinero y los ocupantes arrojados a las tinieblas de la anticiudad; la periferia urbana. El espacio será renovado espacial y socialmente, el dinero volverá a fluir por esos cauces casi secos aun a coste de que la ciudad pierda su esencia.

Otras veces los espacios de marginación son descubiertos por los automarginados y a la marginación obligatoria le sucede la voluntaria, la segunda siempre vence a la primer a ya que resulta fácilmente integrable en el mercado del Capital; el espacio de la bohemia y del inconformismo juvenil pasa a ser mercancía de los conformistas y los monótonos que buscan en él un signo de salvación a sus vidas, una mueca, un gesto, un vestido o un peinado que sea juguete y símbolo de un deseo frustrado.

Pero el centro de la ciudad también es el lugar funcional del acero y del vidrio, donde circulan los papeles y donde se decide; el lugar de mayor flujo de dinero, altos edificios de los que fluyen generosamente los dividendos, los márgenes, las ganancias, la rentabilidad. El lugar de las oficinas y del trabajo.

Pero en ese juego ambivalente de integración y desintegración, la ciudad es la ruina; la bancarrota, la crisis fiscal, el espacio del déficit, el coste añadido, el lugar del despilf arro. Se despilfarra tiempo, energía y movimiento; trasladarse para .trabajar y para descansar, moverse para hablar, para comunicarse y para estar en soledad. La ciudad es la quintaesencia del despilfarro, del movimiento, ese espacio de años y de siglos, esas piedras

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