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Los Amos De La Mafia Sindical


Enviado por   •  24 de Mayo de 2015  •  15.192 Palabras (61 Páginas)  •  878 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Los grandes líderes sindicales son viejos dictadores, caciques, tiene una relación perversa con el poder que les ha permitido formar una gerontocracia tan profundamente antidemocrática que se han convertido en representantes emblemáticos del régimen antiguo; no admiten la crítica, ni ejercen la autocrítica, son adaptables a cualquier escenario, situación o ideología; y un despotismo ilustrado caracteriza su comportamiento; el fraude radicando en el mañana sus representados, si no en traicionado sus principios.

Su éxito se basa en la capacidad para mostrar docilidad al presidente de la República, complacer a los empresarios y contener a los trabajadores, mantenerlos en un ejército cautivo y temeroso, utilizando todo tipo de artimañas o método sugestivos como la cláusula de exclusión, la lista negra, la manipulación de estatutos.

El gobierno se hace de la vista gorda, les mantiene sus prebendas, es permite usar a sus organizaciones para lograr aspiraciones personales y alcanzar poderío económico; nada trastoca su nivel de vida de ensueño ni en el de sus descendientes. Esto no sólo pasa en el D.F. también pasa en los estados, trabajadores y documentos hemerográficos y las luchas entre sindicatos, porque en la mayoría de las ocasiones ellos mismos son sus mayores enemigos.

La palabra charro viene gracias a Jesús Díaz de León, se usa para designar a un líder corrupto, controlado por el gobierno y proclive a beneficiar, por las buenas y las malas, a los patrones. En su oportunidad Díaz de León, a quien le gusta la encabezar, vestido de charro, las sesiones formales de su Comité Ejecutivo, vendió o entregó el combativo sindicato ferrocarrilero el presidente Miguel alemán Valdés. El charrazo, el charrismo y los charrazos se hicieron parte del paisaje cotidiano sindical. Estos líderes eternizados en el cargo, los favores personales que piden les un otorgados, proverbial generosidad y forman parte de la picaresca política mexicana porque, aunque en ocasiones no lo parezca, su palabra puede convertirse en un arma capaz de propiciar el deterioro de las instituciones, incluida la presidencia de la República; hasta ahora, ninguno ha osado abrir la boca, ni los caídos en desgracia. Todos han aguantado lo mediación, el escándalo, las intrigas y el descrédito; la mayoría se ha comportado como si fueran los peores enemigos de sus agremiados. Los trabajadores son una especie de vaca lechera que se puede ordeñar a cualquier hora, y la autonomía sindical, una bandera prostituida que les permite acaparar fortuna y escalar posiciones políticas.

La relación perversa con los grupos de poder a permitido que los líderes sindicales hagan, por más inapropiada que parezca, ostentación pública de su gran fortuna personal. ¿Acaso son necesarios los sindicatos? Los líderes lo saben, como lo saben todos los que tienen un problema de imagen, pero parece no importarles. El derroche sólo es limitado por la imaginación. Los sindicatos aparecen, en el papel, como organizaciones que tienen por misión defender los derechos del trabajador. El diccionario de la Real Academia Española lo define con claridad: asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros. En México, los hechos los muestran como un gran lastre que arrastra la sociedad.

CAPÍTULO I

INFIERNO EN FERROCARRILES

El sindicalismo en México, de los ferrocarriles comenzó con una lucha y un hombre fiero y de principios que le encabezó, su nombre Demetrio Vallejo Martínez, memoria viva y uno de los máximos símbolos de la lucha obrera por la reivindicación del sindicalismo independiente; vivo, indoblegable hombre de hierro que, en junio de 1958, llegó a la Secretaría Nacional.

No Hubo ni una duda, ni protesta, 56,000 votos contra nueve de Salvador Quiroz, aunque en algunos registros aparece también el nombre de José María Lara, impulsado por la Secretaría del Trabajo. Vallejo tenía una comprensión intuitiva de los problemas de sus compañeros y era dueño de una impresionante perspectiva perspicacia y astucia. Entre finales de marzo y principios de abril de 1959 estuvo en la cabeza de la huelga histórica de los rieleros. Con el líder campesino morelense Rubén Jaramillo, estaba en los primeros lugares de los personajes de López Mateos que quería eliminar desde que empezó su administración el 1 de diciembre de 1958. Pero ni este, encontró la fórmula para acabar con la popularidad de Vallejo y Jaramillo.

La utilidad y persecución contra el primero empeoraron con el paro de 59. La represión dejó un saldo de al menos 3000 trabajadores detenidos en todo el país, entre ellos Vallejo, Hugo Ponce de León y Alberto Lumbreras. Luego se le sumaría otros históricos luchadores como Valentín Campa Salazar.

El vallejismo venció el miedo, marcó para siempre la luchas del siglo XX y unificó a trabajadores de todo el país, involucró hacedores de la sociedad que no tenían relación con los ferrocarrileros y resistió los embates del gobierno, pero el ejército los respondería con la tortura y otras medidas salvajes, de los 3000 detenidos, 8 cientos lo fueron por largos periodos, 150 fuera una acusados de ser agitadores comunistas y otros 500 fueron a juicio.

El encarcelamiento de Vallejo se dio través del alegato de imaginarios delitos contra la República como sabotaje y disolución social. Casi 12 años lo mantuvieron en prisión, pero también tras las rejas desafió a la Presidencia de la República. Lo encarcelaron, pero no lo doblegaron. Poniendo en su lugar a Víctor Flores, éste está rodeado por secretos a voces, referencias de abuso, insinuaciones sobre crímenes, denuncias públicas de corrupción, compra de periodistas y gansterismo. Su imagen como líder del sindicato ferrocarrilero a que no detenida en los vericuetos del poder y una maraña de complicaciones.

Flores era de estatura baja, moreno, bravucón, despótico, de figura desaliñada, cuyo rostro picado, como de piña y apariencia corporal distante mucho de los jóvenes bonitos, telegénicos del nuevo PRI, y vestir a veces disparatado por sus peculiaridades combinaciones de camisas de seda.

El PRD en el 2003 demandó a Flores por desviar es 600 millones de pesos de las pensiones de los obreros para la campaña presidencial de Ernesto Zedillo en 1995. Cuando estuvo Felipe Calderón Hinojosa, Flores mantuvo a raya no cerró carrileros, haciendo que Calderón lo ayudará en un emergencia y con ayuda de la Secretaría de Hacienda y Comunicaciones aceptaron cubrir un

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