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Los sujetos textuales: un modo de organizarlos para poder pensarlos


Enviado por   •  31 de Mayo de 2020  •  Tareas  •  2.104 Palabras (9 Páginas)  •  712 Visitas

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ELSA DRUCAROFF


MIJAIL BAJTÍN


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Los sujetos textuales: un modo de organizarlos para poder pensarlos

Creo contribuir a aplicar con coherencia los procedimientos de Bajtín cuando me atrevo a proponer un cuadro complejizado de los sujetos del texto. Fundamentalmente: cuando insisto, como voy a insistir en seguida, en separar no sólo a los seres empíricos de carne y hueso de quien escribe y quien lee adentro del texto, sino en realizar una nueva separación: entre un autor textual y un narrador también textual, y entre un lector textual y un auditor también textual (a quien sólo le pongo este nombre para que no se confunda con el primero, no porque enfatice en uno la lectura y en otro la audición).

Esta nueva subdivisión puede parecer híperteórica y de complejidad innecesaria, pero espero demostrar que no lo es. Antes que nada, digamos que no me pertenece. Ya Umberto Eco [1981] se ocupó de hablar de un "autor" y "lector" "modelos" que no coinciden, si se lo lee con cuidado, con las usuales categorías de narrador y lector representados en el texto. Pero, como siempre, fue Bajtín quien dejó antes todas las bases para plantear esta subdivisión;

Por último, antes de entrar en la clasificación, quisiera advertir que no se propone como una tabla de categorías para los textos literarios; ése es el tipo de uso que suele hacerse de la reflexión teórica literaria y que tanto daño hace a la literatura y a los lectores.

No vengo a proponer más nombrecitos difíciles que designan lo mismo, Intento unificar nomenclatura y al mismo tiempo entender integralmente un proceso, intento que los "nombres" que en seguida propondré sirvan para eso. Es decir: no se trata de lanzarse con la "tabla" a clasificar los sujetos textuales de todos los textos, sino de ver si una obra específica plantea preguntas que esta clasificación puede ayudar a responder; se trata de usarlos sólo cuando son útiles para alumbrar un aspecto de un texto literario, cuando el propio texto los convoca (es decir, para abrir sus significados, para lanzarse —¿por qué no?— a interpretar, para hacer de la lectura un enunciado orientado y potente que se encadene polémicamente con otros que circulan por nuestro mundo). En suma: no es un "modelo", es un arma más, que —como todas las armas— es preferible no sacar a relucir si uno no está dispuesto a usarla con efectividad.

Hablaremos, entonces, de:

a y b- un autor y un auditor empíricos, que son los dos sujetos reales, históricos, mortales, que escriben y leen un texto determinado; como es obvio, el autor empírico de un texto suele ser uno solo y los lectores empíricos suelen ser muchos. Estos dos extremos últimos del circuito comunicativo no tienen inserción directa en el texto literario, aunque sus realidades histórico-sociales mediatizadas sean fundamentales en la escritura-lectura de los textos.4

4 En capítulos anteriores hemos dado elementos suficientes para pensar esto: la realidad socio-histórica e ideológica de los seres humanos que escriben y leen condiciona los actos de escritura y lectura. No se trata de negarlo, se trata de comprender que no tienen un modo directo e inmediato de insertarse en el texto. Esa es, precisamente, la clave de la "coartada" que permite la ficción. Pero sin dejar de tener en cuenta esa coartada, es lícito y hasta imprescindible pensar a los escritores y al público empíricos, sus operaciones de mercado, sus modos de relacionarse o no, su lugar en la historia de la literatura o en la historia de la recepción de la literatura, su posición en ese campo intelectual. Establecer relaciones entre el plano ficcional y el empírico se vuelve indispensable para leer una obra literaria como hecho activo en una sociedad.

c- un autor textual: Bajtín lo llama por momentos "autor creador" para diferenciarlo del empírico, como una estrategia de escritura. Se trata efectivamente de una estrategia que organiza el mundo representado en el texto, un principio de ordenamiento de esos signos.

d- un narrador, es fundamentalmente una expresión lingüística, es el yo que enuncia directamente el texto; puede aparecer ("yo cuento o yo escribo que la marquesa salió a las cinco") o estar implícito ("la marquesa salió a las cinco"). A diferencia del autor textual, que es la lógica constructiva misma de todo el texto, el narrador es sólo un elemento, una proyección parcial de este autor (parcial: es que todo lo que hay en la obra, no sólo el yo que habla)

Cuando el autor —ese activo modo de mirar y estructurar— se objetiva parcialmente, se proyecta parcialmente y escribe yo, entonces aparece- el narrador, un "individuo propiamente dicho". Pensemos, por ejemplo, en las tan manejadas clasificaciones del narrador según su punto de vista: en primera o tercera persona, si sabe lo mismo, más o menos que sus personajes, etc.

El narrador es siempre una proyección parcial del autor textual, porque éste puede jugar de modos diferentes con él: puede proyectarse sobre él hasta quedar identificado por completo (por ejemplo el narrador de una obra que se postula o es leída como autobiográfica, o el narrador omnisciente que en ningún momento dice ni siquiera "yo, buscando pasar inadvertido y no dejar marcas que lo separen del autor textual).

Pero por el contrario, la estrategia autor textual puede elegir proyectarse en un narrador completamente separado de él. Pensemos en una novela policial narrada por un acusado del crimen que ignora, al comienzo del libro, quién fue el culpable y relata cómo se develó la verdad: ese narrador dará informaciones estratégicamente planeadas por el autor textual (no por él, que no tiene la información suficiente) para despistar u orientar la lectura.

Otro ejemplo: "La señorita Cora", de Julio Cortázar, es un relato contado por distintos narradores que son además personajes: la mamá de Pablo, Pablo, la enfermera Cora, el médico. Pero aunque ellos hablan, es evidente que fragmentando, coordinando, organizando sus enunciados hay una única estrategia, la del autor textual, que los hace callar o hablar, superponer versiones diferentes de un misino hecho en función de un proyecto que él tiene y con cuyo desarrollo construye:

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