Mitologización En El Llanto Por Ignacio Sánchez Mejías De Lorca

EL PROCESO DE MITOLOGIZACIÓN EN EL

LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS DE GARCÍA LORCA

Nombrar a Federico García Lorca es poner sobre la mesa no sólo una enorme producción artística, sino innumerables estudios sobre su universo poético y personal. Es un personaje que va más allá de su pertenencia a la, erróneamente denominada, Generación del 27 y del que algunos críticos destacan su profusión en temas y elementos literarios utilizados, con los que ofrece a sus textos un carácter atemporal.

En su elegía Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, nos vamos a alejar del Lorca que describe el mundo gitano, para entrar en un tipo de costumbrismo español más general representado en la evocación del mundo antiguo. Acercándonos así, en cierto modo, a la literatura del Siglo de Oro.

A lo largo del poema, podremos encontrar alusiones a los mitos clásicos, a sus figuras y a ritos de paso ancestrales enmarcados en un universo simbólico y personal. Es todo un panegírico en el que el propio Ignacio, tras su cogida en la plaza, comienza siendo un hombre de carne y hueso para acabar convertido en un héroe, en un mito.

Este panegírico actualizado consta de cuatro partes: “1 La cogida y la muerte”, “2 La sangre derramada”, “3. Cuerpo presente” y “4. Alma ausente.”

En la primera parte se nos presenta el exordio, el drama de la cogida con un Ignacio muy físico, con sensaciones propias de un ser absolutamente terrenal, describiendo un cuerpo que padece la enfermedad y la muerte como cualquiera de los mortales:

“Y un muslo con un asta desolada”

“cuando el sudor de nieve fue llegando”

“Huesos y flautas suenan en su oído”

“la muerte puso huevos en su herida”

“A lo lejos ya viene la gangrena.”

Trompa de lirio por las verdes ingles.

Las heridas quemaban como soles”

al tiempo que ya aparecen los primeros indicios de tragedia griega, de destino fatal que se va a cumplir inexorablemente, con la repetición constante a modo de coro:

“a las cinco de la tarde”

rematando con una expresiva :

“¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!”

La segunda parte del poema no abandona la descripción todavía terrenal de Ignacio

“Por las gradas sube Ignacio

con toda su muerte a cuestas.

Buscaba el amanecer,

y el amanecer no era.

Busca su perfil seguro,

Y el sueño lo desorienta.

Buscaba su hermoso cuerpo

y encontró su sangre abierta.”

y de la misma manera que Lorca se niega a ver la sangre de Ignacio que todo lo cubre, o su cuerpo inerte, incluye los elementos clásicos que presenta y que simbolizan la muerte, como la luna:

“dile a la luna que venga”

“La luna de par en par”

el sueño, elemento representativo de la muerte en la mitología y frecuentemente utilizado por Lorca en sus composiciones

“ y la plaza gris del sueño”

o personifica también a esa misma muerte inevitable usando una metáfora de la Parca :

“pero las madres terribles

levantaron la cabeza”

En esta segunda parte, toma mayor relevancia la figura del toro. Éste, representa

el rito de

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