Nuevo Aura

La novela comienza con una narrativa en segunda persona en la cual el narrador, describe las acciones de Felipe Montero, el protagonista. Éste se encuentra leyendo un anuncio del periódico en el cual se solicita un historiador joven que hable francés, haya vivido en Francia, salario de 3 mil pesos más habitación en la casa. Felipe reflexiona un poco, pero al final descarta la idea de ir por ese trabajo.

Al día siguiente ve el mismo anuncio, sólo que ahora el sueldo es de 4 mil pesos, no lo piensa dos veces, va en busca del empleo. La casa se encuentra en el viejo centro de la ciudad, se confunde un poco por que han cambiado las numeraciones de las casas, escribiendo números sobre otros o dejando notas de cuál es ahora el verdadero.

Toca varias veces, al final empuja la puerta y se interna en la oscuridad de aquel patio. Busca, en vano, una fuente de luz. A lo lejos una voz le advierte que no es necesario, que avance contando los pasos y escalones. Entra un lugar en penumbras, apenas iluminado por velas.

Habla con doña Consuelo, quien había puesto el anuncio. El trabajo consiste en ordenar y publicar las memorias de su esposo, un antiguo general del segundo imperio fallecido sesenta años antes. La señora indica a Felipe el cuarto en donde se quedará, pero se rehúsa, pero al ver llegar a Aura, la sobrina de la señora Consuelo, acepta sin objeción.

Felipe es conducido a su habitación en donde se queda un rato mirándose en el espejo mientras repite el nombre de la joven. Al rato baja a cenar, en la casa no hay más iluminación que velas y quinqués, desciende contando los peldaños, costumbre que le ha impuesto doña Consuelo.

Encuentra Aura con unos gatos, ella le explica que hay muchos ratones en la casa. Van al comedor, Felipe le comenta que necesita ir a buscar sus cosas, ella le responde que un criado ya había ido a recogerlas. El resto de la cena, riñones y vino, Felipe se la pasa observando a Aura, prendido de sus ojos verdes. Él necesita ir a su casa a buscar unos documentos que están bajo llave, ante la preocupación de Aura, éste rectifica y dice que no es necesario mientras le extiende la llave.

Después de la cena sube a la habitación de la señora Consuelo, ésta se encuentra arrodillada rezando ante imágenes de santos y demonios. Una vez que termina sus oraciones, habla con Felipe, le da una llave y le indica un baúl. En ese baúl se encuentran las memorias de su esposo, saca el folio que se le es indicado y se retira de la habitación.

Ya en su cuarto empieza a leer esos papeles amarillentos y frágiles. El esposo de doña Consuelo, el general Llorente narra su amistad con Napoleón III y sus experiencias con Maximiliano.

Al día siguiente se despierta abruptamente, va hacía la ventana, la visión de seis gatos encadenados en el jardín le asombra, se aparta y se dice a si mismo que fue su imaginación.

Después de desayunar va a ver a la señora Consuelo. Felipe le pregunta sobre el jardín, ella le responde que en la casa no hay ningún jardín, luego de eso Montero se retira y se dirige a su habitación.

Ahí mientras trabaja empieza a pensar sobre su futuro, decide ir aplazando su trabajo hasta que junte lo necesario para tener un año libre y poder realizar su sueño, su obra maestra. Deja su trabajo a un lado y empieza a escribir su obra.

En la cena, Aura y Felipe tienen la compañía de la señora de Llorente. Mientras come, Felipe piensa en el general y las fechas lo confunden, la misma edad de la señora Consuelo le parece imposible de acuerdo a sus cálculos

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