Paráfrasis y análisis del cuento el rastro de tu sangre en la nieve
Ronny GranadosEnsayo13 de Febrero de 2021
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Paráfrasis y análisis del cuento el rastro de tu sangre en la nieve:
Nena Daconte junto a su marido Billy Sánchez, llegaron a la frontera al anochecer, ella se percató que estaba sangrado en el dedo en el cual tenía colocado el anillo de bodas. El guardia civil abrigado con una manta de lana cruda examinó los pasaportes con la luz de una linterna de carburo, haciendo un esfuerzo para que la presión del viento que soplaba de los Pirineos lo derribara. A pesar de que los dos pasaportes diplomáticos estaban en regla, el guardia comprobó con la linterna que los retratos coincidieran con las caras.
En el segundo párrafo nos describen a Nena Daconte la cual era casi una niña, con sus ojos felices y una piel melaza, que todavía desprende ese sabor o sazón del Caribe destacándose sobre la noche de enero, portaba un abrigo de nucas de visón el cual no se podría comprar ni siquiera reuniendo todo el sueldo de la guarnición fronteriza durante un año. Su esposo, Billy Sánchez de Ávila, estaba conduciendo el coche, tenía un año menor que ella y casi tan apuesto como su esposa, tenía puesto una chaqueta de cuadros escoceses y una gorra de beisbol. A diferencia de su esposa, era alto y atlético.
El automóvil platinado en el cual estaban los dos hablaba por sí solo, demostraba que ambos se encontraban en una mejor posición, su motor rujia como una bestia, algo que nunca se había visto en aquella frontera de pobres. Los asientos posteriores del auto estaban llenos con maletas nuevas y montones de cajas de regalos sin abrir.
Billy Sánchez al momento en que el guardia civil le hace entrega de los pasaportes sellados, le pregunta en dónde podía encontrar una farmacia para poder hacerle una cura en el dedo su esposa, y el guardia debido al viento, grito que preguntaran en Hendaya, hacía el lado francés.
Pero los guardias de Hendaya estaban jugando barajas sentados en la mesa y a la vez comían pan, mojándolo en tazones de vino dentro de una garita de cristal bien alumbrada y calurosa, nada más al ver la clase del coche y el tamaño del mismo, le indicaron con señas a la pareja que se internaran en Francia. Billy sonó varias veces el claxon del automóvil, pero los guardias no pensaron que los estaban llamando, sino que uno de ellos, abrió el cristal y les gritó con más fuerza que el viento.
Nena Daconte salió del automóvil cubierta completamente con el abrigo, y con una perfecta fluidez del francés le preguntó al guardia donde había una farmacia, éste le responde con la boca llena de pan que no era asunto suyo. Y mucho menos con semejante ventisca y cerró la ventana.
Después notó con atención que la joven se chupaba el dedo herido, debido a la ventisca debió confundirla con un ser o un ente mágico ante aquella noche de espantos, porque al instante cambio de humor. Le explicó a la muchacha que la ciudad más cercana era Biarritz, pero por el invierno y la ventisca feroz provocara que no hubiera una farmacia abierta hasta Bayona, un poco más adelante. Y le preguntó si es grave la herida.
Ella le respondió: Nada es solo un pinchazo, mientras sonreía y le mostraba el dedo con el anillo de diamantes siendo apenas perceptible la herida de la rosa.
Antes de llegar a Bayona comenzó a nevar nuevamente, no pasaban de las sietes, pero se encontraron las calles desiertas y con las casas cerradas debido a la feroz tempestad y a pesar de que dieron muchas vueltas no lograron conseguir alguna farmacia, así que decidieron seguir hacia adelante.
Billy se alegró con esta decisión. A él le apasionaban los automóviles raros y extraños, además tenía un padre con fuertes sentimientos de culpa y con dinero y recursos de sobra para satisfacer los gustos de su hijo, y Billy jamás había manejado un auto igual a aquel Bentley Convertible de regalo de bodas.
Era tal su embriaguez al volante, que cuanto más conducía se sentía menos cansado. El estaba tenía la meta y la disposición de llegar esta misma noche a Burdeos, lugar en el cual tenían reservada la suite nupcial del Hotel Splendid y no se daría vencido por ningún feroz y voraz viento ni la suficiente nieve en el cielo para impedir su cometido. Nena Daconte, a diferencia de él, se encontraba agotada, sobre todo por el último trato de la carretera desde Madrid, que era una cornisa de cabras zurrada por el granizo.
Después de Bayona, Nena se envolvió un pañuelo en el dedo anular apretándolo con fuerza para detener la sangre que seguía fluyendo y se quedó dormida profundamente. Billy no lo noto, sino hasta la media noche, al momento dejó de nevar y el viento se detuvo entre los pinos y el cielo del bosque se encontraba repleto de estrellas glaciales. Pasó frente a las luces dormidas de Burdeos, pero solamente paró para llenar el tanque en una estación que se encontraba en la carrera, a Billy aún le sobraban ánimos y entusiasmo para llegar a París sin siquiera tomar aliento.
Billy estaba muy contento con su gran juguete de 25.000 libras esterlinas, ni siquiera se cuestionó si también lo sería aquella muchacha radiante que dormía a su lado con el dedo anular vendado mojado de sangre y cuyo sueño adolescente, estaba siendo atravesada por destellos de incertidumbre por primera vez.
En Cartagena de Indias, hace tres días antes, a unos 10.000 km se casaron Nena y Billy, los padres maravillados y los padres de ella desilusionados, recibieron la bendición del arzobispo. Ninguna persona, exceptuando ellos mismos, lograba comprender el fundamento real de ese amor imprevisible. Comenzó hace tres meses antes de la boda, un domingo de mar, en los vestidores de mujeres de los balnearios de Marbello, Billy Sánchez junto a la pandilla se tomaron por asalto aquel vestidor, allí se encontraba Nena, con apenas 18 años, hablando cuatro idiomas sin acento, con un dominio profesional del saxofón tenor y regresando del internado en el que se encontraba en Suiza, aquel domingo de mar era su primero desde el regreso. Se encontraba totalmente desnuda para colocarse el traje de baño cuando de repente ocurrió la estampida de gritos y pánico por el abordaje en las casetas cercanas, pero no entendía la situación hasta que se asomo por la puerta y vio de frente al rufián más bello que se podría ver. Solamente tenía puesto un calzoncillo y tenía el cuerpo agradable a la vista y el bronceado de mar.
Nena permaneció inerte, sin intentar ocultar su desnudez total. Billy hizo cumplir su rito pueril se bajo los calzoncillos y le mostró su miembro viril erecto, ella lo miro de frente sin espantarse o sorprenderse y le dijo haber visto con anterioridad de mayor tamaño y que pensara bien lo que va a hacer ya que debía comportarse mejor que un negro.
Nena estaba mintiendo, era virgen y era la primera vez que veía un hombre desnudo, Billy golpeó con rabia a la pared quebrándose los huesos. Ella lo llevó en su coche al hospital, lo apoyó y lo ayudó a conllevar la dolencia y terminaron aprendiendo juntos a hacer bien el amor.
Desde este momento, pasaron las tardes juntos, compartiendo, ella tocando canciones de moda con el saxofón mientras que él la contemplaba. La abuela de Nena cuando la escucho por primera vez le dijo que sonaba como un buque. Su madre trato sin éxito que tocara de otro modo, y no como lo hacía ella por comodidad, ella lo hacía con la falda recogida hasta los muslos y las rodillas separadas, y con cierta sensualidad que no le parecía esencial o necesaria para la música.
Estos aires de adioses de buques y ese encarnizamiento de amor le ayudaron a Nena a romper el caparazón amargo de Billy Sánchez. Detrás de la penosa reputación de bruto, Nena descubrió que en el fondo es un huérfano atemorizado y tierno.
Mientras que a Billy le soldaban los huesos de la mano, llegaron a conocerse tanto, que hasta él mismo se sorprendió de la fluidez y con que se desarrolló y nació el amor cuando Nena se lo trajo a su cama de doncella en una tarde lluvias la cual se habían quedado solos en la casa. A partir de aquí todos los días a la misma hora, durante casi dos semanas, se acostaron desnudos mientras la mirada atónita de la pintura de guerreros civiles y abuelas insaciables que los habían precedido con anterioridad en aquella cama histórica.
Ya ellos habían progresado tanto en el amor, lo hacían a cualquier momento y en cualquier lugar, ya no les alcanzaba el mundo para otra cosa, inventando cada vez que lo hacían. La devoción que tenía Nena Daconte con el saxofón la entregó completamente a los amores furtivos de manera frenética, hasta que Billy terminó de entender lo que ella quería decir cuando le dijo que tenía que ser mejor que un negro.
Billy siempre la satisfacía tal como ella quería. Ya casados, siguieron cometiendo su deber de amarse mientras las azafatas descansaban en mitad el Atlántico, encerrados y muertos de risa que de placer en el retrete del avión. 24 horas después de la boda, sólo ellos sabían que Nena Daconte estaba embarazada desde hace dos meses.
Cuando llegaron a Madrid se sentían muy lejos de estar saciados, todavía les quedaba reservas para comportarse como recién casados puros. Los padres lo habían preparado todo. Antes de desembarcar, un funcionario de protocolo subió a la cabina de primera clase a llevarle a Nena un abrigo de visón blanco, el cuál era el regalo de bodas de sus padres. A Billy le llevó una chaqueta de cordero que era la nueva tendencia de aquel invierno y las llaves sin marca de un automóvil sorpresa que le esperaba en el aeropuerto.
La misión diplomática de su país los acogió en el salón oficial. El embajador y su esposa no sólo eran amigos desde siempre de la familia de
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