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Peribáñez Y El Comendador De Ocaña


Enviado por   •  8 de Febrero de 2014  •  2.324 Palabras (10 Páginas)  •  313 Visitas

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Acto primero

Casilda y Peribáñez son dos labradores de Ocaña recién casados. Antes de empezar la fiesta de la boda, Peribáñez le recita un bello poema de amor a su esposa, pero el cura le interrumpe para que los músicos empiecen a tocar y bailar. De repente entra Bartolo, un labrador, viene contando que el Comendador de Ocaña ha sido herido por un toro. Van a recoger todos al Comendador herido y lo suben a casa de los dos labradores y lo estiran en una cama. Todos se van y quedan solos Casilda y el Comendador que ya se va despertando. Cuando vuelve en sí y ve a Casilda no para de tirarle piropos. Entran en la habitación Peribáñez y dos lacayos del comendador: Luján y Marín. Cuando el Comendador se encuentra mejor da las gracias a los dos labradores y se va. Al momento, Casilda, pide a Peribáñez de irse a Toledo a ver la imagen del Sagrario en procesión, y él lo acepta e invita que vayan con sus primas. El Comendador no para de pensar en Casilda, y le pide consejo a su amigo Luján para cómo hacerse amigo de Peribáñez y a la vez de su esposa. Luján le dice que empiece con regalos, pero que no se haga notar mucho porque se puede ver el interés. Así que el comendador decide regalarles de momento dos burros. Casilda y Costanza, una lacaya, e Inés, la madrina, se preparan para ir hacia Toledo, pero al carro de Peribáñez le falta repostero y alhombra. Las tres mujeres insisten en que Peribáñez se lo vaya a pedir al Comendador y al final cede. Se va a casa del Comendador y le cuenta que tiene que ir a Toledo y que le falta un repostero y una alfombra, si él se lo podría dejar. El Comendador le dice que sí y ya de paso dice a un criado suyo, Leonardo, que le de los dos burros y los pendientes para Casilda. Cuando Peribáñez se va, el Comendador decide ir a Toledo a seguir a Casilda.

Hay una escena en que llega el rey Enrique a Toledo y habla con el condestable. El rey Enrique afirma que irá a la procesión al día siguiente. Entran dos regidores. Saludan y dan la bienvenida a Toledo al rey.

Peribáñez, Casilda, las primas, el Comendador y su criado Luján ya están en Toledo. Mientras Peribáñez y las tres mujeres están observando al rey Enrique y comentando cosas sobre él, el Comendador ha contratado a un pintor para que retrate Casilda, y durante el tiempo que ella está sentada en las graderías mirando el espectáculo, el pintor la dibuja.

Acto segundo

Peribáñez y Casilda ya están de vuelta a Ocaña. Peribañez se encuentra con cuatro amigos suyos labradores: Blas, Gil, Antón y Benito. Les cuenta lo bonito y mágico que es Toledo, que se lo ha pasado muy bien y que estaba allí el rey Enrique y el maestre de Alcántara y Calatrava. Los labradores le preguntan sobre cómo había ido la procesión de San Roque, y acaban opinando que su imagen está bastante hecha polvo. Así que ese mismo día deciden ir a Toledo a reclamar una mejora de esa imagen.

Leonardo, un criado del Comendador, ha conquistado a Inés con sus amoríos, y la ha enamorado. Pero antes de casarse con él, Inés tendrá que convencer a Casilda para que se vaya con el Comendador. Uno de los lacayos del Comendador, Luján, cuenta a su amo que esa noche estará durmiendo en casa de su amada Casilda porque se ha hecho pasar por labrador. Le plantea la idea de por la noche ayudarle a infiltrarse dentro la casa. El Comendador no se lo piensa dos veces y decide ir con Leonardo de acompañante.

Por la noche, en casa de Casilda, Inés le pone los celos en la cabeza a Casilda, ya que le hace sospechar que quizá su marido le pondrá los cuernos en Toledo. Después ya van llegando los labradores y cada uno se va haciendo un hueco para dormir. Cuando ya se han dormido todos, Luján oye un silbido y se asoma preguntando si es el Comendador. De repente ya ve delante de la puerta al Comendador y su criado Leonardo. Entran en la casa sin hacer mucho ruido, pero desde fuera oyen a Casilda gritar algo desde una ventana, porque seguramente habría oído algo. El Comendador se dirige a ella y le empieza a hablar muy bien del Comendador, insinuando que está loco por ella y su amor. Casilda le rechaza cualquier cosa y el Comendador desesperado le dice que realmente él es el Comendador y quiere estar con ella. Casilda le vuelve a rechazar y llama a los labradores para que se levanten y vayan a trabajar. Luego se mete dentro de la casa y cierra la ventana. El Comendador y Leonardo se van rápido de allí para que los labradores no les vean, pero hay dos de ellos que se han enterado que era el Comendador, porque lo han oído y visto.

Peribáñez, que está en Toledo, entra en la tiendo del pintor que retrató a Casilda en la procesión. Ve un cuadro que le parece muy bonito y le pide al pintor que por favor se lo enseñe. En él hay retratada una bella labradora, que en realidad es su esposa Casilda. Cuando lo ve de cerca ya ve claramente que es Casilda, y le pregunta al pintor quién lo mandó pintar. Peribáñez sospecha del Comendador y efectivamente había sido él. Peribáñez se quiere llevar el cuadro, pero el pintor se lo impide porque está en camino un lacayo del Comendador a buscarlo.

El Comendador está planeando alistar valientes mozos, doscientos hombre entre gente labradora e hidalgos para hacer la guerra contra los moros. También lo quiere hacer para que uno de esos labradores sea Peribáñez y así tenerlo ausente durante una temporada y estar con su esposa Casilda.

Inés le cuenta toda la verdad a Casilda: que Leonardo le hace chantaje y que si ella se va con el Comendador ella se podrá casar con Leonardo. Inés le pide que lo haga. Casilda se enfada con ella y le dice que Leonardo no le ama, que lo hace ver para que su amo acabe con la suya.

Llega Peribáñez a su casa y Casilda e Inés le dan la bienvenida. Peribáñez comenta a Casilda que saque de las ventanas los reposteros del Comendador, que los labradores no es bonito que tengan imágenes de armas, sino la imagen de algún santo o algún símbolo del campo.

Acto Tercero

El Comendador ofrece a Peribáñez de hacerse cargo de una tropa de hombres que se dirigían a la guerra contra los moros, primero iban a Toledo donde el rey Enrique había llamado todos los hombres. Peribáñez aceptó. El día que iban a partir hacia la guerra, Peribáñez fue a despedirse del Comendador, y le pidió que antes de irse le ciñera la espada o alguna cosa, y así lo nombró caballero. Cuando se fue a despedir de su esposa Casilda, ella le da un trozo de ropa negro en vez de verde, y es porque Peribáñez le hace entender que desconfía de ella.

Peribáñez ya ha partido hacia la guerra, y Casilda está sola en casa con Inés y algunos criados. El Comendador se dirige a casa de Casilda con unos músicos. Cuando llegan, los músicos

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