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RESUMEN CRÍTiCO EL COLAPSO DE LA REPúBLiCA LOS ORÍGENES DE LA GUERRA CÍVÍL (1933-1936). Stanley G. Payne


Enviado por   •  21 de Abril de 2013  •  2.127 Palabras (9 Páginas)  •  635 Visitas

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RESUMEN CRÍ TÍCO EL COLAPSO DE LA REPUBLÍCA LOS ORÍGENES DE LA GUERRA CÍVÍL (1933-1936). Stanley G. Payne

Según Payne los historiadores han preferido ocuparse de los primeros años de la II República Española y no de su convulso final que dio lugar a la Guerra Civil Española. Así, pues, este libro se ocupa de analizar los orígenes de la Guerra Civil Española desde el año 1933 hasta el 1936 y los últimos seis meses de la República.

El libro también nos aporta una visión global del nuevo régimen español desde 1931 hasta 1936: La Segunda República Española se proclamo el 14 de abril de 1931 (en sustitución de la monarquía de Alfonso XIII).Tras período del Gobierno Provisional (abril-diciembre de 1931), durante el cual se aprobó la Constitución de 1931 y se iniciaron las primeras reformas, la historia de la Segunda República España suele dividirse en tres etapas: Un primer bienio (1931-1933) durante el cual la coalición republicano-socialista presidida por Manuel Azaña llevó a cabo diversas reformas que pretendían modernizar el país. Un segundo bienio (1933-1935), llamado por las izquierdas "bienio negro", durante el cual gobernó el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, apoyado desde el parlamento por la derecha católica de la CEDA, que pretendió "rectificar" las reformas del primer bienio y que cuando la CEDA entró en el gobierno con tres ministros, se produjo el acontecimiento más grave del período (la insurrección socialista conocida como Revolución de octubre de 1934 que en Asturias se convirtió en una auténtica revolución social, la Revolución de Asturias, y que finalmente fue dominada por el gobierno con la intervención del ejército). La tercera etapa viene marcada por el triunfo de la coalición de izquierdas conocida con el nombre de Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, y que sólo pudo gobernar en paz durante cinco meses a causa del golpe de Estado del 17 y 18 de julio de una parte del ejército que desembocó en la Guerra Civil Española.

Según Payne, los liberales españoles del siglo XIX pretendían ir más allá de lo que la sociedad española estaba dispuesta a consentir. Así, «la iniciativa liberal o radical pretendería empujar a las instituciones españolas más hacia la izquierda de lo que la sociedad estaba preparada o dispuesta a apoyar.» pág. 17

La II República Española comenzó siendo un régimen radical. «La izquierda republicana pretendía excluir permanentemente a la derecha del gobierno.» pág. 31.Era un régimen exclusivamente para los republicanos. Lo único que les unía a las izquierdas era el anticlericalismo, el odio a España y a la derecha. Payne señala que «Conforme aumentaba la secularización, el anticlericalismo se convirtió en el principal denominador común de la izquierda». pág. 37.

Además, las izquierdas creían firmemente en el mito del progreso y de que la Historia les absolvería de todo lo que hicieran. Creían sinceramente que la historia laboraba en su favor: «La izquierda española estaba obsesionada con la convicción de representar la irresistible marcha de la Historia y de que la correlación de fuerzas políticas se había inclinado de manera decisiva a su favor.» pág. 39.

Respecto al PCE afirma Payne que «El Partido Comunista Español era, de hecho el Partido Comunista Soviético en España, controlado por Moscú de forma implacable. Lo más próximo a un Partido Comunista Español genuino e independiente fue una organización diferente, el exiguo Bloque Obrero y Campesino (BOC) de Joaquín Maurín, centrado en Barcelona». pág. 47.

La República fue un régimen de censura, sin libertad de expresión. La situación existente en España se asemejaba bastante al fascismo italiano. Payne señala que Mussolini llegó a «declarar en una ocasión, con su acostumbrada extravagancia, que, en España lo único similar al fascismo era Azaña, debido a su firme liderazgo. La comparación de la coerción del nuevo Estado republicano con el fascismo italiano se repitió en otras ocasiones, sobre todo por parte de la oposición católica durante 1931-1932.» pág. 49.

CRISTHOFER BARRERA DE LA CASA

Respecto a la CEDA «Al contrario que la izquierda revolucionaria y la derecha radical, la CEDA se comprometió con la legalidad y el parlamentarismo en interés de una drástica reforma de las instituciones políticas españolas para proteger los intereses católicos y conservadores.» pág. 50.

Los historiadores progresistas y los ideólogos del Frente Popular han insistido siempre en que la CEDA era un partido fascista y en que la insurrección de octubre de 1934 fue justa y legítima. Sin embargo, la represión fue muy blanda. Esto desmiente tales acusaciones. «La represión que se produjo con la República en 1934-1935 no tiene precedentes en cuanto a su moderación en la moderna historia de Europa occidental; fue la más moderada impuesta por cualquier Estado liberal o semiliberal que se haya visto amenazado por una gran subversión revolucionaria y violenta en la Europa de los siglos XIX o XX.» pág. 167.

La violencia callejera, el terrorismo fue iniciado por el PSOE y la CNT ya en 1933. En febrero de 1936 se inició de nuevo la violencia izquierdista. Lógicamente, como respuesta a esta violencia, la violencia de los falangistas comenzó a hacer su aparición. «Cuando la violencia procedió de los falangistas (y, en ocasiones, de la derecha), lo fue, al menos en principio, como respuesta a la violencia continuada de la izquierda.» pág. 298. Ciertamente, los falangistas liquidaron a unos cuantos del Frente Popular, es bien cierto, «Aunque la mayor parte de la violencia durante la República siempre había provenido de la izquierda.» pág. 300.

Este descontrol del orden público y esta política sectaria en contra de las derechas en la política de detenciones provocaron el alzamiento del 18 de julio de 1936. «Con argumentos sólidos, Edward Malefakis ha sugerido que en ese momento el fracaso a la hora de tomar medidas enérgicas para restaurar el orden fue crucial, porque hubiera sido más fácil llevarlo a cabo en marzo que más tarde o cuando las cosas se descontrolaron». pág. 305.

Respecto al 18 de julio de 1936, Payne señala que «Ciertamente, el gobierno se había asegurado la lealtad de la mayor parte de los jefes del ejército. La rebelión del 18 de julio sólo estuvo apoyada a nivel de jefatura activa, por el director general de los Carabineros (Queipo de Llano), dos generales de división (Cabanellas y Franco) y dos generales de brigada (Goded y Mola). Con todo, los cambios de destino por sí solos eran insuficientes para prevenir la conspiración que se había iniciado entre la derecha dura la tarde del 16 de febrero y que ya nunca cesó.»

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