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Reporte La Odisea

eduartoga18 de Junio de 2013

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REPORTE DE LECTURA

LA ODISEA

Rapsodia I

Concilio de los Dioses. Exhortación de Atenea a Telémaco.

En esta primera parte, se habla de cómo Odiseo se encontraba lejos de su ciudad y su familia, en un cueva retenido por la ninfa Calipso quien deseaba convertirlo en su esposo.

También se menciona que aún en su regreso se encontró con ciertas pruebas, pues a pesar de que los Dioses habían sido quienes decidieran dejarlo libre y que volviera con su familia, Poseidón no podía perdonarlo y mostró su rencor hasta que Odiseo regresó a su tierra. Tal era el enojo de Poseidón, que cierto día que los Dioses se reunieron en el Palacio del Zeus Olímpico, él se dirigió con los etíopes a Hipeirón, donde comenzó a hablar haciendo referencia a Egisto, quien acababa de matar a Orestes hijo de Agamenón, mencionó que a Egisto ya se le había advertido de que no pretendiera a Atrida la esposa de Orestes, pues habría una venganza por parte de este.

Fue entonces, que Atenea le respondió diciéndole que la muerte de Egisto había sido justa. Sin embargo, era por Odiseo por quien se encontraba conmovida. Le explicó que Odiseo se encontraba lejos en una isla rodeada de la corriente de mar atrapado por la diosa, hija de Atlas quien tenía las intenciones de hechizarlo para que olvidara a Ítaca. Finalmente le preguntó si tal hecho no lo conmovía y cuál era el motivo de que le guardara tanto rencor.

Zeus le respondió que no se había olvidado de Odiseo pues él siempre había sobresalido entre los demás hombres por su astucia y por haberle ofrecido víctimas a los Dioses; sin embargo, era Poseidón quien le guardaba un fuerte rencor a causa de haber cegado al cíclope, Polifemo, hijo de la ninfa Toosa y esta de Forcis que se unía a Poseidón en su cueva. Por tal motivo era que Poseidón no se atrevía a matar a Odiseo pero le ponía un sinfín de pruebas, así que propuso a todos los Dioses presentes permitir su regreso y que Poseidón siguiera con su enojo pues aún así no podría competir contra todos los demás Dioses.

Nuevamente, Atenea se refirió a él diciéndole que si los dioses estaban de acuerdo entonces mandaran a Hermes, el vigilante Argifonte, para que avisara a la Ninfa el regreso de Odiseo. De igual manera, mencionó que ella se presentaría en Ítaca para darle valor a Telémaco, hijo de Odiseo, y que este pusiera fin a los pretendientes de su madre, igualmente lo enviaría a Esparta y a Pilos a investigar sobre el regreso de su padre. Mientras decía esto, Atenea se ataba hermosas sandalias inmortales y doradas que la ayudarían a emprender su vuelo, de igual modo tomó una lanza con la punta guarnecida de agudo bronce, pesada, grande, robusta.

Así Atenea llegó a Ítaca, a la casa de Odiseo, donde se encontró con los dichosos pretendientes sentados sobre pieles de bueyes que ellos mismos habían sacrificado, mientras los sirvientes les escaseaban vino, limpiaban y distribuían la carne. Entonces, Telémaco diferenció entre todos a Atenea, se dirigió hacia ella, la tomó de la mano y le quitó su lanza de bronce; en seguida le dio la bienvenida a su casa y le ofreció del grandioso banquete para que después le dijera cuál era el motivo de su presencia.

Telémaco condujo a Atenea hasta un sillón y le extendió un tapiz bordado bajo sus pies. Una esclava se acerco con el aguamanos y la derramó sobre una jarra de plata para que pudiese lavarse, luego el ama de llaves puso comida sobre la mesa y se le ofreció todo tipo de carnes. En seguida entraron los pretendientes que también se lavaron, bebieron y comieron; y una vez saciada el hambre y sed se ocuparon del canto y la danza. De tal modo, un heraldo puso una cítara en las manos de Femio y este comenzó un bello canto.

Después de todo, Telémaco se dirigió a Atenea y le hizo referencia sobre los pretendientes que se encontraban en su hogar disfrutando de los bienes de su padre y sin pagar nada. También le preguntó cómo había llegado hasta ahí, quiénes eran los marineros que seguramente la habían llevado y si era la primera vez que visitaba su palacio o había visitado a su padre anteriormente.

Atenea le dijo que le respondería con total sinceridad y se dijo ser Mentes, hijo de Anquíalo que acababa de llegar con su nave y sus hombres pues iba a Temesa en busca de hierro y bronce. Mencionó que su nave estaba lejos de la ciudad del puerto Reitro a los pies del monte Neyo. También le dijo a Telémaco que se encontraba ahí pues había ido a buscar a su padre pero que quizá los dioses lo habían detenido en su camino o que pudiera estar retenido en algún lugar del ancho mar con hombres que lo sujetaban contra su voluntad, sin embargo pensaba que Odiseo volvería a su ciudad pues era rico en recursos. Le preguntó si era el hijo de Odiseo pues la última vez que había visto a su padre había sido al embarcar para Troya.

Telémaco le contestó que su madre le había asegurado que era hijo de Odiseo, aunque nunca lo había conocido por sí mismo. Atenea, haciéndose pasar por Mentes le dijo que era inapropiado e inconveniente que se estuviera llevando a cabo tal reunión en el palacio.

Telémaco le dijo a Atenea que se preocuparía por el estado del palacio si estuviera aún su padre y que no le importaba si este hubiera muerto pero al saber que tenía tantas desgracias lo único que tenía eran dolores y lágrimas.

Atenea, un poco molesta le contestó que era él quien debía ponerles fin a los pretendientes de su madre, pues como él mismo lo había dicho, ella no se decidía por ninguno. Le pidió a Telémaco que convocara a una asamblea de héroes para manifestarles su palabra y que los dioses fueran testigos, debía ordenar a los pretendientes que se dispersaran y a su madre a casarse si así lo deseara. En cuanto a él, le dijo que se dirigiera a Pilos en la mejor nave de veinte remos para informarse sobre su padre, y al llegar ahí cuestionara a Néstor. De ahí debería partir hacia Esparta al Palacio del rubio Menelao y si llegará a escuchar que su padre aún vive debería esperar ahí un año más, de lo contrario tendría que regresar de inmediato a su tierra y levantar una tumba en su honor. Debería también encontrar un marido a su madre y finalmente meditar con su mente y corazón la manera de matar a los pretendientes. Finalmente le infundió valor, y se despidió de él.

Telémaco le pidió a Atenea que se quedará un poco más para poderle dar un obsequio, pero ella se negó y le dijo que el presente lo guardara para su regreso y que lo escogiera bien porque sería recompensado con otro igual. Después de la partida de Atenea, Telémaco se quedó pensando pues creía que quizá su huésped había sido un dios, y así se dispuso a marchar a los pretendientes.

Entre los pretendientes estaba cantando el ilustre aedo, cantaba el regreso del cual Atenea le había contado. La hija de Icario, Penélope, se dirigió hacia donde se encontraban todos junto con dos sirvientas, y llorando le dijo al hijo de Odiseo que dejara ya ese canto triste pues hacia que recordara a su padre. Telémaco le respondió que lo dejara continuar pues no sólo su padre había perdido su regreso después de Troya, e hizo que se fuera a su habitación y a encargarse del telar y la rueca.

Penélope al llegar a su habitación rompió en llanto a causa de Odiseo hasta que Atenea le hecho dulce sueño sobre sus parpados, los pretendientes a su lado deseaban acostarse y Telémaco le dijo que disfrutaran del banquete y del canto; les explicó que al amanecer marcharían a la plaza y así salieran del palacio.

Admirados quedaron todos, y en el momento, Antínoo, hijo de Eupites, se dirigió a él diciéndole que los mismos dioses eran quienes lo volvían tan arrogante y que el hijo de Crono lo volviera rey de Ítaca pues el puesto le pertenecía. Al responderle, Telémaco le dijo que para el existían en Ítaca muchos seres más que pudieran merecer el trono.

Interrumpiéndole, Eurímaco, hijo de Póbilo le dijo que el sería el mejor al conservar las posesiones y reinar sobre los esclavos, del mismo modo le preguntó sobre el forastero y sobre el motivo por el cual se había presentado.

Telémaco respondió que el forastero era Mentes, y que aún si traía noticias sobre su padre, el ya no creía en su regreso. Sin embargo, había reconocido a la diosa en su mente.

Después de todo, los pretendientes salieron a sus respectivas casas, y Telémaco se dirigió al majestoso dormitorio que tenía en el patio, escoltado por Euríclea a quien había comprado tiempo atrás.

Ella le desvistió y se dirigió hacia la salida, dejando solo a Telémaco quien se dispuso a meditar por la noche sobre el viaje planteado por Atenea.

Canto II

Telémaco reúne en asamblea al pueblo de Ítaca

Por la mañana, Telémaco se vistió y se dirigió hacia la plaza principal donde convoco a una asamblea.

En tal asamblea, Egisto se dirigió hacia los itacenses preguntándoles el motivo por el cual estaban ahí. Telémaco le respondió que no los había reunido por un motivo de interés para el pueblo, si no por sí mismo porque la trsiteza lo atacaba diariamente debido a dos motivos: el primero era que su padre se encontraba lejos , y el segundo que los pretendientes de su madre estaban destruyendo poco a poco su casa.

Uno de los pretendientes, Antínoo, le respondió que ellos no tenían la culpa de el desastre en que se estaba convirtiendo el Palacio de su padre, si no su madre pues a todos los ilusionaba. Le comentó que en cierta ocasión su madre les había dicho que se decidiría por uno cuando terminara de tejer una gran tela, sin embargo, lo que todos ignoraban es que por las noches se

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