Reporte de lectura de La cámara lúcida
Daph26Tarea23 de Septiembre de 2020
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Reporte de lectura de La cámara lúcida de Roland Barthes
La cámara lúcida propone elementos de ordenación del material fotográfico a partir de explicitar los nexos existentes entre la fotografía y la reacción experimentada por el sujeto ante ella. Para ello parte de destacar su carácter de reproducción analógica de la realidad, que carece de partículas discontinuas, aislables que puedan ser consideradas como signo. Por tanto, destaca que es desde la connotación, es decir, el estilo, lo que hace que la foto sea lenguaje.
Para Roland Barthes la fotografía es la conservación perenne del referente, cohabitando en un tiempo que le es ajeno, a la par que remite al propio de creación. Siendo esta una de las principales dificultades para volver clasificable la fotografía. No obstante, a su juicio, se ha sido analizada desde varias miradas al tema, que la describen a partir de tres clasificaciones principales que no logran abarcarla, sino que más bien la segmentan: empíricas (Profesionales/Aficionados); retóricas (Paisajes/Objetos/Retratos/Desnudos); y estéticas (Realismo/Pictorialismo). Todas ellas comparten la particularidad de ser exteriores al objeto, y comunes a otras formas antiguas de representación, por lo que atrapan la singularidad de la fotografía. Diríase que la Fotografía es inclasificable.
Sin embargo, en la obra distingue entre los elementos que solo se dan en la fotografía, la condición de repetición mecánicamente de algo que nunca más podrá repetirse existencialmente, lo que le aporta un componente de contingencia. Es por ello que rehúsa hablar de “la” fotografía, aunque asume que ello no niega la posibilidad de hablar de una foto. En cualquier caso, no es posible separarla de su referente, de lo que ella representa, sin que como consecuencia desaparezcan ambos. El resultado de esta indisoluble relación coloca a la fotografía en lo qu él llama “el inmenso desorden de los objetos”, donde es imprescindible que para que se convierta en signo precisa de una marca, sin la cual sería sólo un signo que no cristaliza como tal.
Atendiendo a que en el texto identifica tres prácticas de la que puede ser objeto una foto: hacer, experimentar, mirar, asocia a tres actores que configuran estas intenciones. El Operator es el fotógrafo, equivalente a la práctica de hacer. Spectator son los que experimentan la foto, ya sea observándola, coleccionándola, escrutándola. Y aquél o aquello que es fotografiado es el blanco, el referente, una especie de copia astral en la que se convierte el objeto a partir de la esencia por este emitida, que llama el Spectrum de la fotografía, asociándolo con su raíz epistemológica que alude al espectáculo.
Precisamente, la condición de espectáculo refiere a la participación consciente del objeto observado en una especie de juego social, de pose, que, no obstante, no altera la esencia del individuo, lo que es al margen de toda representación. La fotografía es el desdoblamiento del ser como otro: una disociación de la conciencia de identidad, que esconde en el trasfondo un trastorno de propiedad y transforma el sujeto en objeto.
Como ejemplo de esta transformación, Roland Barthes expone la correlación de fuerzas que colisionan en la foto-retrato, donde reconoce cuatro imaginarios que se enfrentan y se afectan uno a otro. “Ante el objetivo soy a la vez: aquel que creo ser, aquel que quisiera que crean, aquel que el fotógrafo cree que soy y aquel de quien se sirve para exhibir su arte.” Por esta causa hay un ejercicio de imitación, que deja una sensación de inautenticidad, de impostura toda vez que un sujeto es fotografiado, comparable según el criterio de Barthes con una microexperiencia de la muerte. A ello se suma, la imprevisibilidad del Spectator, de sus posibles lecturas, lo que convierte al Spectrum en Todo-Imagen, despojándolo de sí mismo, haciéndolo un objeto a disposición de los otros. Razón por la que afirma que la fotografía es un arte poco seguro.
La atracción que experimente el Spectator, es designada en la obra como aventura, concluyendo que sin aventura no hay foto. Siendo así que la atracción que hace existir la aventura es una animación, refiriéndose no a su condición de objeto animado, sino a la animación que provoca, lo que avala su condición de contingencia, de singularidad, de aventura.
Dicha aventura, destaca que proviene de la copresencia de dos elementos discontinuos, heterogéneos. El primero, es una extensión de un campo que se percibe en función del saber, de la cultura, puede ser más o menos estilizado. más o menos conseguido, atendiendo al arte o la suerte del fotógrafo, pero remite siempre a una información clásica. Es el studium, que es la aplicación a una cosa, el gusto por alguien, una dedicación general, esforzada, pero sin agudeza especial. El segundo elemento viene a dividir el studium, y no parte de una búsqueda, sino de su aparición en la escena, como algo particular punzante, que cataloga como punctum, pues en latín remite pinchazo, marca hecha por un instrumento puntiagudo, a la par que implica casualidad y puntuación, lo que s muy funcional en relación con las fotos que están en efecto como puntuadas, como marcadas por puntos sensibles. El puncrum de una foto es el azar que en ella despunta, pero que también lastima, punza.
“El studium moviliza un deseo a medias, un querer a medias; es el mismo tipo de interés vago, liso, irresponsable, que se tiene por personas, espectáculos, vestidos o libros que encontramos «bien».” Reconocer el studium es identificar las intenciones del fotógrafo y entrar en armonía con ellas, aprobarlas, desaprobarlas, pero siempre comprenderlas, en virtud de la condición de la cultura, elemento base del studium, de contrato firmado entre creadores y consumidores. El studium viene a ser la conciliación del Spectator y el Operator. Entre las funciones que busca este último con la fotografía están informar. representar, sorprender, hacer significar, dar ganas. Por su parte, el Spectator, reconoce esta funciones a través del studium, aunque no llega a través de ellas al puncrum.
La Fotografía abre el acceso a un infra-saber proporciona una colección de objetos parciales y puede deleitar cierto fetichismo en el Spectator, como mismo le aportan a la historia detalles. Es así que afirma Barthes que el gesto esencial del Operator consiste en sorprender algo o a alguien y que tal gesto es perfecto cuando se efectúa sin que lo sepa el sujeto fotografiado. Es a lo que llama el “choque” fotográfico, que es diferente del punctum, pues no consiste tanto en impactar como en revelar algo escondido, ignorado, incluso por el propio ser fotografiado. Por lo tanto, hace referencia a toda una gama de sorpresas si es visto desde el Spectator y éxito desde el punto de vista del Operator.
En La cámara lúcida, distingue diferentes tipos de sorpresas. La primera es la de lo raro, explicitando que se refiere a rareza del referente. La segunda sorpresa es la capacidad de reproducir algo que escapa al ojo humano. Una tercera es la de la proeza, y la cuarta es la que el fotógrafo espera de las potencialidades de la técnica: sobreimpresiones, anamorfosis, explotación voluntaria de ciertos defectos (desencuadre, desenfoque, mezcla de perspectivas). Una última sería el hallazgo. Todas ellas responden a un principio de desafío del fotógrafo en su misión de desafiar las leyes de lo probable e incluso de lo posible, aunque su búsqueda fundamental radica en quebrar las leyes de lo interesante. “En un primer tiempo, la Fotografía, para sorprender, fotografía lo notable; pero muy pronto. por una reacción conocida, dcreta no table lo que ella misma fotografía. El «cualquier cosa» se convierte entonces en el colmo sofisticado del valor.”
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