Resumen de "La noche boca arriba", Julio Cortázar

Un hombre sale de un hotel en su moto ya que al parecer tenía que dirigirse a un lugar. De repente una mujer se le cruzó en su camino, siendo que el paso lo tenía él, y se accidentó. Por un momento se le puso todo en negro hasta que despertó del desmayo rodeado de personas que intentaban ayudarlo. Con nauseas en su garganta preguntó por la mujer; ella estaba bien, solo tenía unos rasguños. Lo llevaron en ambulancia a la clínica, y descubrió que tenía roto el brazo y la cara ensangrentada por un corte en su ceja. Su moto sin embargo estaba bien.

En el hospital las enfermeras lo tuvieron por un rato en una pieza, llenando una planilla y vistiéndolo con una camisa gris.

Luego lo llevaron a la sala de radio, y 20 minutos después tenía a un hombre de blanco mirando su radiografía a su lado en la sala de operaciones.

En esta parte comienza la segunda historia, que parecía ser un sueño del muchacho, sólo que era muy real ya que podía oler y sentir. En el "sueño" se puede deducir que era un indio mexicano huyendo de los aztecas hacia el medio de la selva.

Comenzó a "oler a guerra", olía el incienso de guerra florida y veía un resplandor de fuego en el cielo. Se escondió en un arbusto cuando escuchó un sonido que en realidad no era nada. Tenía miedo, según él, el miedo natural de sus sueños. Pero luego intentó seguir adelante de forma brusca, cuando sintió un olor particular.

El hombre oye que el enfermo a su lado le dice que se calme, sino iba a caerse de la camilla. Ve que tiene el brazo enyesado y levantado, y el médico se lo ajusta. Sintió sed como si hubiera corrido kilómetros. Tenía fiebre. Luego, le llevaron un caldo y lo saboreó gustoso, y pronto quedó supuestamente dormido.

Con un sentimiento de confusión, se encontró nuevamente corriendo en la oscuridad de la selva. Aferró su mano a un amuleto protector que poseía y musito la plegaria del maiz, mientras sus pies se hundían en el barro. La guerra florida llevaba 3 días, y él pensaba en cómo salir del radar de los cazadores hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso.

De repente, vio antorchas cerca, y el enemigo saltó sobre él. Alcanzó a clavarle un puñal sobre su pecho, pero una soga lo enredó fuertemente.

De repente se escuchó la voz del vecino del muchacho en la clínica, y dijo que era solo la fiebre. Le recomendó que tomara agua.

Comenzó a observar una luz violeta en el hospital, y a escuchar diálogos. Había mucho para entretenerlo y no quería pensar en la pesadilla, además, ya no le dolían sus heridas. Recordó el momento de su desmayo, y se dio cuenta que hubo un hueco negro entre el accidente y entre que despertó. Nuevamente, pensó en ver si podía dormir sin las "malditas pesadillas".

De

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