Ser Felices
Paulanavarro16 de Noviembre de 2013
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Durante mucho tiempo desperdiciamos nuestra vida, buscando obtener cualidades y comodidades que agraden a las personas que nos rodean, para así ser conocidos y a la vez conocer; hasta llegar a un punto de vernos rodeados de halagos, que nos hagan sentir importantes; fingiendo ser felices con lujos y amigos; que no los escogimos por nuestro criterio, sino por agradar a los demás. Pero finalmente llega ese momento en el que todo acaba, porque llega el momento en que lo mundano acaba; y llegamos a sentir ese vacío que nadie quiere sentir, que aunque siempre había estado, no le habíamos dado la importancia por estar ocupados en una vida de mentira, que siempre ha sido oscura, y que detrás de ella; fría, impávida nos persigue la temida soledad, a quien no le interesa si estamos rodeados de cientos de personas, porque acecha el corazón, a donde no llega la vanagloria del mundo, y en ese momento, es necesario detenerse, y decidir si podemos tomar la soledad y que nos atrape, y nos haga más fuertes, o nos calcine por completo, pero es ahí donde todo depende de una decisión, una respuesta a este interrogante ¿es necesario que nos acompañe únicamente nuestra sombra, para darle valor a la verdadera compañía?
Llega ese momento en el que no sabemos a donde vamos, en el que todo comienza a fallar, y en ese instante las personas comienzan a desaparecer como por arte de magia. En la novela “El extranjero” de Albert Camus vemos como un hombre luego de que su mamá falleciera, comienza a sentir inconformidad con respecto a su vida “Si no me interesaba un cambio de vida. Respondí que nunca se cambia de vida, que en todo caso todas valían igual y que la mía” (Pág. 44), aunque se dio cuenta que seguiría con su realidad, y que esta no cambiaria. Al estar agotado de esto quiere darse un descanso, en el que solo este él; y que además pueda reflexionar “Tenía deseos de oír de nuevo el murmullo del agua, deseos de huir del sol; del esfuerzo y de los llantos de mujer, en fin, de alcanzar la sombra y su reposo” (Pág. 58)
En la confusión, preferimos alejarnos y pensar; en este instante lo importante no es lo que piensen los demás, sino lo que realmente queremos y según nuestro criterio elegir o decidir. Pero a veces estos momentos se vuelven fríos, sombríos y temerarios, al ver que después de vivir en un mundo en el que nos sentimos casi siempre rodeados de muchas personas, y que de repente solo seamos nosotros “hasta qué punto los días podían ser a la vez largos y cortos. Largos para vivirlos sin duda, pero tan distendidos que concluían por desbordar unos sobre otros” (Pág. 76)
Luego de hablar con nuestro pensamiento, nos hacemos la idea de que no estamos solos y que hay alguien con nosotros(as); pero lo que pasa realmente es que ese alguien somos nosotras; nuestra compañía es la única que siempre esta a nuestro lado “oí distintamente el sonido de mi voz. Reconocí que era la que resonaba desde hacía muchos días en mi oído y comprendí que durante todo este tiempo había hablado solo” (Pág. 77)
Pero aun así tanto como el hombre de esta novela, como en nuestra vida; tuvimos momentos realmente felices, como en nuestra infancia, pero estos ya no están en nuestra realidad, ya todo simplemente cambio; aunque queramos que todo sea igual que antes, será un intento fallido “Fui asaltado por los recuerdos de una vida que ya no pertenecía más, pero en la que había encontrado las más pobres y firmes de mis alegrías” (Pág., 99)
El hombre se detuvo y pensó en su vida, cerca a su muerte, ya cuando no había elección, recordó a su mamá, a su amada María y concluyó que fue feliz; pero aun así esperaba la compañía de alguien en su muerte
“Vaciado de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo. Al encontrarlo tan semejante a mí tan fraternal, en
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