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Adolecencia serie - analisis

AKEMI GHYDA JESÚS MEJIA CALDASEnsayo17 de Noviembre de 2025

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Adolescencia es una miniserie británica dirigida por Jack Thorne y Stephen Graham, estrenada a inicios del 2025. Desde un inicio, la trama plantea la culpabilidad de Jamie por el asesinato de su compañera Katie, sustentada en una evidencia clave: un video que registra el crimen. El eje de la miniserie gira en torno a la investigación policial que busca comprender las razones detrás de este acto violento cometido por un adolescente que, en apariencia, llevaba una vida tranquila. A medida que avanza la narrativa, se revela que dichas acciones están profundamente vinculadas a la necesidad de aprobación social que Jamie experimentaba. Como señala Santrock, durante la adolescencia, la necesidad de aprobación toma una relevancia particular, ya que esta etapa coincide con un proceso clave de construcción de la identidad y del autoconcepto (2020, pp. 145, 158). Esta afirmación resulta pertinente para entender las decisiones y la construcción de la identidad de Jamie, que a lo largo de la serie se ven marcadas por el deseo de ser aceptado por los demás.

A partir de ello, el presente ensayo plantea resolver la siguiente pregunta: ¿Cómo influye la necesidad de aprobación social, en redes sociales y entornos familiares y escolares, en la construcción de la identidad y en la toma de decisiones personales de Jamie, protagonista de la miniserie Adolescencia? Con esta intención, en primer lugar, se abordará el impacto del entorno familiar y escolar en la formación de la identidad de Jamie. Para ello, se examinará la falta de comunicación y apoyo emocional en el hogar, como también la necesidad de aprobación de sus pares en el entorno escolar. En segundo lugar, me concentraré en la exposición a la manosfera y al concepto incel, como también la influencia de las redes sociales en la identidad y decisiones de Jamie.

El entorno familiar y escolar tuvo un rol decisivo en la construcción de la identidad de Jamie. Como explica Santrock (2020), aunque la formación de la identidad comienza antes de la adolescencia, es en esta etapa cuando las influencias familiares y sociales adquieren un papel determinante en la manera en que el adolescente se percibe a sí mismo (p. 145). En el caso de Jamie, la falta de apoyo emocional en casa y la necesidad de aceptación en la escuela condicionan profundamente su forma de ser y actuar. En primer lugar, el fuerte deseo de Jamie de ser aceptado por sus compañeros se origina por el bullying que sufre, tanto presencial como digitalmente, por parte de ellos. En este contexto, Orte (2006) define el bullying como “abuso de poder sistemático, repetido y deliberado, que implica maltrato e intimidación entre iguales, generalmente en niños y adolescentes”. Esta definición encaja con las experiencias relatadas por Jamie en la entrevista con la psicóloga, donde menciona repetidas agresiones físicas —escupitajos y empujones—, como también insultos verbales constantes. Estas agresiones repercutieron emocionalmente en él, ya que se centraban en su apariencia. Al ser su aspecto físico el blanco principal del maltrato, Jamie interiorizó una imagen negativa de sí mismo. A lo largo de la miniserie, se le escucha autodefinirse como “feo” y asociar esta percepción con su baja popularidad, lo que lo lleva a buscar, por distintos medios, la validación de sus compañeros. Como señalan Bravo y Márquez, las víctimas de bullying pueden llegar a manifestar baja autoestima, escaso autoconcepto, entre otras características, que facilitan la probabilidad de generar actitudes maladaptativas orientadas a evitar el rechazo o alcanzar la aceptación (2020, p. 20). En el caso de Jamie, esta actitud se evidencia en su forma de asumir el rechazo que recibe: en lugar de cuestionar o resistir las agresiones, termina incorporándolas a su autopercepción, reforzando así su imagen negativa de sí mismo y debilitando su autoestima. Cabe resaltar que la escuela no desempeña un rol protector en la experiencia de Jamie, ya que, cuando la policía ingresa a la institución, se observa una escena de desorden, gritos y ausencia de autoridad. Este ambiente sugiere una normalización de la violencia cotidiana. Como indican Moreno y Martínez (2016, pp.45), el entorno escolar debería ofrecer contención emocional y orientación frente a situaciones de riesgo, lo que claramente no ocurre en este caso. Por el contrario, se trata de una institución donde la violencia parece formar parte de la dinámica cotidiana, impidiendo que se generen espacios seguros para quienes, como Jamie, requieren apoyo y protección.

En segundo lugar, si bien el entorno escolar tuvo un peso importante en la construcción de la identidad de Jamie, especialmente por el rechazo y bullying que sufrió, este no fue el único factor que influyó en su necesidad de validación. Su entorno familiar, lejos de ser un espacio de contención emocional, también contribuyó a esta búsqueda, al no ofrecer canales de comunicación abiertos ni acompañamiento afectivo frente a las dificultades que enfrentaba. Los indicios de esta comunicación poco asertiva en la dinámica familiar se evidencian cuando el padre menciona que, debido a su jornada laboral, tenía poco tiempo para hablar con sus hijos. Sin embargo, incluso en los momentos que compartían, las actividades eran elegidas por él, sin considerar los intereses de Jamie. Esto se refleja cuando lo lleva a jugar fútbol en su tiempo libre, a pesar de que el deporte no era del agrado del hijo ni una actividad en la que se sintiera cómodo, lo que evidencia una relación sin diálogo ni apoyo emocional genuino. Esta falta de apoyo resulta significativa cuando consideramos que, como afirman Bernal et al., “en los resultados sobre autonomía y familia sobresale la incidencia de los estilos educativos parentales, donde el apoyo de los padres se relaciona con índices más altos de autonomía” (Bernal Romero, Melendro, Charry y Goig Martínez, 2020, p. 31). En el caso de Jamie, debido a la escasez de apoyo y diálogo familiar, él desarrolla dependencia de sus entornos familiares y escolares para definir lo que es, lo cual lo lleva a un estado de vulnerabilidad. A esta situación se suma también una clara falta de supervisión familiar en el uso de la tecnología, que se evidencia cuando el padre le entrega una computadora sin establecer límites ni realizar seguimiento alguno. Según Ruiz-Corbella y De-Juanas Oliva (2013), “las redes sociales han conseguido cambiar la forma de relacionarnos […] la falta de control por parte de las familias frente al uso de estos medios refuerza el aislamiento comunicativo intergeneracional” (p. 110). Esta ausencia de guía no es solo técnica, sino también emocional: al no interesarse por lo que su hijo hacía o sentía frente a esa herramienta, se profundizó aún más la distancia comunicativa entre Jamie y su familia.

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