Amor Al Arte

En diciembre de 1993 tuvo lugar en Cartagena la primera versión del festival Jazz Bajo La Luna, mucho antes de que Barranquilla tuviera su Barranquijazz. La tarima se montó en las playas del hotel Hilton y el invitado especial fue el maestro Justo Almario. En ese escenario conocí a un flacucho que se movía enérgicamente de un lado a otro, procurando que todo saliera bien en la tarima. Y todo salió bien, pero ese incipiente festival no sobrevivió el cambio de siglo.

Hoy, 20 años después, ese flacucho sigue igual de desnutrido…pero calvo, y tengo la fortuna de contarme entre sus amigos. Su nombre es Manuel Lozano Pineda, y su tozudez finalmente lo llevó a lograr la cuarta edición del Cartagena de Indias Voces del Jazz Festival, que culminó el domingo 4 de agosto pasado, con una presentación en Palenque de la leyenda viviente del soukous Diblo Dibala. La “metralleta” Dibala, en su primera presentación en Cartagena en 1986, en el desaparecido Festival de Música del Caribe, había dejado sembrada la semilla de la champeta criolla. Y el cierre en Palenque del actual festival, lo hizo al lado de los "hijos" que le nacieron de esa primera relación con Cartagena.

A algunos les costará trabajo comprender la terquedad de Manuel, de insistir en un festival que hasta ahora solo le ha dejado desgaste físico y emocional, además de saldos en rojo. Pero esas decisiones no las podemos ver con el lente mercantilista a que estamos acostumbrados. Para eso se necesita amor al arte. Y eso es lo que siempre he sentido cuando me encuentro cerca de Manuel, un amor a la música y al cine que traspasa todas las barreras y todos los obstáculos. El amor al arte, sea cual sea el arte u oficio que se ama, es el ingrediente principal para los grandes logros y los grandes cambios. Bastará con investigar un poco las historias de estos grandes logros para encontrar siempre, indefectiblemente, a una persona que se entregó en cuerpo y alma a ese objetivo, con la vista puesta en la meta, y no en los obstáculos que siempre los habrá y de toda índole.

Y gracias a ese amor al arte de Manuel, hoy Cartagena cuenta con un festival de jazz de alto nivel artístico, que finalmente llegó a la mayoría de edad, y le dejó a la ciudad la certeza de que seguirán viniendo los grandes de este y otros géneros musicales.

A diferencia del Festival Internacional de Música organizado por la Fundación Salvi, que es de una calidad indiscutible y es un gran regalo para nuestra ciudad aunque sea difícil conseguir boletas, el festival Voces del Jazz nació en nuestros barrios, con nuestra gente, y tiene un mérito incalculable. Aplaudo el apoyo que la gobernación de Bolívar dio a esta cuarta versión, y estoy seguro que en adelante también contará con el apoyo del distrito ahora que la ciudad finalmente logró tener un alcalde en propiedad. Invito a los cartageneros a mirar un poco más a

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